La caja de asteriscos
Esto sucedió en el centro de Cómputos del Ejército,
dónde hacía la colimba (uno de los integrantes del blog era oficial allí!)
Era la época de los listados que usaban
asteriscos para recuadrar los títulos, práctica por suerte ya abandonada, al
menos en las PC!
Llega un nuevo cabo, que con los ojos como
el dos de oro no puede creer todo lo que estaba viendo.
Le dan un voluminoso listado lleno de
asteriscos en sus títulos, para que lo entregue con cuidado. Como llevando una
bomba el cabo va a su destino. Al regresar, le dicen si vio el listado que
entregó, que estaba lleno de asteriscos, que el equipo se había quedado sin
asteriscos por culpa de ese pedido y que fuera rápidamente a suministros a pedirles
una caja de asteriscos antes que se enterara el oficial de turno…
Los discos “fijos”, “head per track”
Burroughs tenía discos que proveían un
acceso más veloz que IBM en esa época, porque eran fijos, del tipo de una
cabeza por pista, con lo cual no hacía falta desplazar el peine sino que
solamente se esperaba la rotación para obtener la información.
Pero el tiempo de “setup” de esos discos
era importante. No era como los 2314/2319 que en un minuto estaban listos, sino
que había que dejarlos que se estabilizaran al menos por media hora. Así que el
equipo tenía un timer que encendía los discos y luego se podía poner en marcha
la CPU. Todo estaba programado para que a las seis de la mañana se encendieran
los discos y recién a las siete el procesador.
Mi inocencia
Burroughs B3500 |
Una sencilla instrucción que se insertaba
en un programa Cobol (ZIP) lanzaba una tarea en paralelo o al finalizar la
tarea en curso, según las opciones.
Yo había desarrollado un sistema que se
podía usar paso a paso o comandado por un programa que optimizaba los tiempos,
lanzando tareas en paralelo que se iban sincronizando... todo un show! La
diferencia era increíble: de media hora a dos horas. Pero siempre los
operadores elegían la opción más lenta, manual, paso a paso. Mucho tiempo
después supe que en realidad hacían que todo fuera más lento porque usaban el
equipo para procesar cosas de afuera, vendiendo el servicio y justificaban así
las demoras. Por supuesto que me granjeé el odio del grupete que estaba en ese
curro! (ninguno de los adherentes al blog era uno de ellos!)
Bromas con la lectora de tarjetas
El mecanismo de las perforadoras y de la
lectora de Burroughs permitía usar tarjetas no normalizadas. Había un “rollo” de
cartulina de la usada para las tarjetas que logramos perforar y hacer leer por
el equipo, que tenía como 200 columnas de ancho, exhibiéndola como solución
para “cuando no alcanzan las columnas para ingresar la información”.
La seguridad, la confidencialidad y todo eso
Nuevamente, el ambiente era el DISCAD,
Centro de Cómputos del Ejército.
Como corresponde a una organización
jerárquica en extremo, respetuosa de los principios verticales y de los
misterios que rodean las decisiones estratégicas y operativas, había allí una
graduación de la información por su grado de reserva.
Los procesos normales podían ser operados
por colimbas, otros requerían suboficiales, suboficiales de alta graduación,
oficiales. Es razonable ya que el material impreso se podía hojear y ojear
antes de ser entregado en los correspondientes sobres cerrados.
Era la época de los voluminosos informes y
la norma era que se entregaran tipo libro, con las hojas cortadas y
encuadernados, no como sábana. Si bien el equipo tenía una impresora veloz (no
tanto como las 1403, pero era rápida), los informes se emitían en copias, con
papel carbónico de un solo uso.
El área de encuadernación y
“descarbonizado” era operada solamente por soldados porque era una tarea manual
y sucia.
Cae de maduro ya a esta altura del relato
que los listados de todo nivel de confidencialidad eran entregados a un soldado
para su descarbonización y encuadernación… con la consiguiente violación de las
normas de seguridad!
Otro sí digo: los carbónicos de
“computación” debían cortarse a tamaño oficio, juntarse en paquetes de 50 o 100
hojas, y distribuirse para el uso dentro del edificio y en otras unidades que
lo solicitaran. Obviamente, los carbónicos de los listados secretos y
confidenciales también iban por ese camino, previa lectura de los mismos (si
interesaba) por el grupo de colimbas.
Pero no fue solamente en ese centro de cómputos
En Ingeniería no reciclábamos los
carbónicos (porque casi no se usaba ese tipo de formulario, ya que era tan caro
que convenía imprimir dos veces), pero sí los demás papeles impresos, que se
cortaban y ablocaban, o se entregaban como sábana a quiénes los requirieran.
Sin censura…
En una empresa grande, se había adoptado el
mismo criterio: reciclar los papeles “usados de un solo lado” para hacer
formularios internos. Una vez se colaron pruebas de un nuevo programa, que
tenían toda la información de los sueldos confidenciales, fueron a la imprenta
para ser reusados y algún curioso los leyó y se armó el consiguiente revuelo…
Luego se adquirió en el centro de cómputos una destructora de documentos!
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