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2015.10.11: Hugo Studnitz: Anécdotas non-IBMer



Como lo hizo notar uno de los participantes en el blog, la mayoría proviene del ambiente IBM, por lo cual algunas de las anécdotas que siguen les podrán parecer algo extrañas, pero son parte del “resto del mundo”! Otras son perfectamente transportables!



La caja de asteriscos

Esto sucedió en el centro de Cómputos del Ejército, dónde hacía la colimba (uno de los integrantes del blog era oficial allí!)
Era la época de los listados que usaban asteriscos para recuadrar los títulos, práctica por suerte ya abandonada, al menos en las PC!
Llega un nuevo cabo, que con los ojos como el dos de oro no puede creer todo lo que estaba viendo.
Le dan un voluminoso listado lleno de asteriscos en sus títulos, para que lo entregue con cuidado. Como llevando una bomba el cabo va a su destino. Al regresar, le dicen si vio el listado que entregó, que estaba lleno de asteriscos, que el equipo se había quedado sin asteriscos por culpa de ese pedido y que fuera rápidamente a suministros a pedirles una caja de asteriscos antes que se enterara el oficial de turno…

Los discos “fijos”, “head per track”

Burroughs tenía discos que proveían un acceso más veloz que IBM en esa época, porque eran fijos, del tipo de una cabeza por pista, con lo cual no hacía falta desplazar el peine sino que solamente se esperaba la rotación para obtener la información.
Pero el tiempo de “setup” de esos discos era importante. No era como los 2314/2319 que en un minuto estaban listos, sino que había que dejarlos que se estabilizaran al menos por media hora. Así que el equipo tenía un timer que encendía los discos y luego se podía poner en marcha la CPU. Todo estaba programado para que a las seis de la mañana se encendieran los discos y recién a las siete el procesador.

Mi inocencia

Burroughs B3500
El Burroughs B3500 tenía facilidades para el encadenamiento de programas que hacían muy sencillo armar jobs y aprovechar las facilidades de multiprogramación.
Una sencilla instrucción que se insertaba en un programa Cobol (ZIP) lanzaba una tarea en paralelo o al finalizar la tarea en curso, según las opciones.
Yo había desarrollado un sistema que se podía usar paso a paso o comandado por un programa que optimizaba los tiempos, lanzando tareas en paralelo que se iban sincronizando... todo un show! La diferencia era increíble: de media hora a dos horas. Pero siempre los operadores elegían la opción más lenta, manual, paso a paso. Mucho tiempo después supe que en realidad hacían que todo fuera más lento porque usaban el equipo para procesar cosas de afuera, vendiendo el servicio y justificaban así las demoras. Por supuesto que me granjeé el odio del grupete que estaba en ese curro! (ninguno de los adherentes al blog era uno de ellos!)

Bromas con la lectora de tarjetas

El mecanismo de las perforadoras y de la lectora de Burroughs permitía usar tarjetas no normalizadas. Había un “rollo” de cartulina de la usada para las tarjetas que logramos perforar y hacer leer por el equipo, que tenía como 200 columnas de ancho, exhibiéndola como solución para “cuando no alcanzan las columnas para ingresar la información”.

La seguridad, la confidencialidad y todo eso

Nuevamente, el ambiente era el DISCAD, Centro de Cómputos del Ejército.
Como corresponde a una organización jerárquica en extremo, respetuosa de los principios verticales y de los misterios que rodean las decisiones estratégicas y operativas, había allí una graduación de la información por su grado de reserva.
Los procesos normales podían ser operados por colimbas, otros requerían suboficiales, suboficiales de alta graduación, oficiales. Es razonable ya que el material impreso se podía hojear y ojear antes de ser entregado en los correspondientes sobres cerrados.
Era la época de los voluminosos informes y la norma era que se entregaran tipo libro, con las hojas cortadas y encuadernados, no como sábana. Si bien el equipo tenía una impresora veloz (no tanto como las 1403, pero era rápida), los informes se emitían en copias, con papel carbónico de un solo uso.
El área de encuadernación y “descarbonizado” era operada solamente por soldados porque era una tarea manual y sucia.
Cae de maduro ya a esta altura del relato que los listados de todo nivel de confidencialidad eran entregados a un soldado para su descarbonización y encuadernación… con la consiguiente violación de las normas de seguridad!
Otro sí digo: los carbónicos de “computación” debían cortarse a tamaño oficio, juntarse en paquetes de 50 o 100 hojas, y distribuirse para el uso dentro del edificio y en otras unidades que lo solicitaran. Obviamente, los carbónicos de los listados secretos y confidenciales también iban por ese camino, previa lectura de los mismos (si interesaba) por el grupo de colimbas.

Pero no fue solamente en ese centro de cómputos

En Ingeniería no reciclábamos los carbónicos (porque casi no se usaba ese tipo de formulario, ya que era tan caro que convenía imprimir dos veces), pero sí los demás papeles impresos, que se cortaban y ablocaban, o se entregaban como sábana a quiénes los requirieran. Sin censura…

En una empresa grande, se había adoptado el mismo criterio: reciclar los papeles “usados de un solo lado” para hacer formularios internos. Una vez se colaron pruebas de un nuevo programa, que tenían toda la información de los sueldos confidenciales, fueron a la imprenta para ser reusados y algún curioso los leyó y se armó el consiguiente revuelo… Luego se adquirió en el centro de cómputos una destructora de documentos!

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