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2015.10.23: Hernán Huergo: ¡El cliente quiere un benchmark!

Lo dijo Pepe López de Lagar: 

En varias oportunidades hacíamos benchmarking que ganábamos por amplio margen pero…. IBM era siempre IBM.

Y entonces se despertaron recuerdos en mí, de aquellos años de Camelot en IBM -te robo la expresión, Juan Carlos-, la década del 70. Porque entonces, entre el 72 y el 76, en esa función de Gerente del Centro de Sistemas de IBM que me había confiado Luis Di Masi, cada vez que la gente del "field" (así llamábamos a los que atendían a los clientes en forma directa) requerían un benchmark, la misión recaía, claro está, en esa craneoteca -acusada por algunos como compuesta de genios desocupados-, el Centro de Sistemas. 

- Hernán: ¡el cliente quiere un benchmark!

Y entonces nos convertíamos en los amigos amados, técnicos geniales y reconocidos; en fin, en los posibles salvadores. Porque la gente del "field", digámoslo claro, estaba normalmente aterrada.

Cada benchmark era una emoción diferente, un desafío a priori inmenso, y caía bajo mi responsabilidad y liderazgo. El adversario, a primera vista, era colosal, fuera Bull, fuera Burroughs, DEC, Hewlett Packard, fuera quien fuera. 

Entonces armábamos el equipo de gente, los mejores, una combinación de los super expertos bajo mi mando, acompañada por los ingenieros de sistemas del "field". 

-Tres semanas -decía yo- y tienen que ir fulano, sultano y mengano.

Nadie, ni por asomo, se animaba a discutir esas sentencias. La culpa sería nuestra, sería mía, del Centro de Sistemas, si aceptando todo lo que yo dictaminaba, perdíamos.
Poughkeepsie, pueblito lleno de casas de pura madera
Poughkeepsie era famoso por el Vassar College. un colegio de
alto prestigio para la elite femenina que podía pagar lo que costaba

Y partíamos para Poughkeepsie, pueblito lleno de casas de pura madera, donde estaba el WTSC de IBM dedicado a benchmarking. Éramos una fuerza de gente colosal, entre recursos propios y expertos del lugar, aunque mi lucha era conseguir el máximo apoyo posible de los americanos.



Fueron varios benchmarks, todos con grandes emociones. Y un trabajo infernal. En uno de los benchmarks, cliente FIAT, año 1975, el seleccionado que me acompañó incluía al Gordo Fontana -ya lo describí como uno de los genios-, a Arturo Rial -personaje que merecería monumento propio-  y a Benito González, el Colorado. Nos pasábamos todas las noches usando la máquina para optimizar y optimizar. Pero no nos gustaban los resultados. Estábamos cada vez más agotados. Pero el más agotado de los agotados era yo mismo. Como líder del grupo, en horas diurnas me reunía con los gerentes del lugar, para pedirles recursos, apoyos, relaciones públicas, almorzar con el capo, Julian Suez, etc., etc. Y de noche acompañaba al equipo, aunque mi presencia en verdad no era esencial. 

Bueno, el colapso nos llegó un domingo 29 de junio. A cuatro días de la visita del cliente, en la que creíamos que era una prueba prácticamente final, todo reventó. Cancelaba todo, se bloqueaba, ni puedo acordarme qué sucedió, el desastre era total. Serían las tres de la mañana y era hora de irnos.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó alguien, en tono lúgubre.

Era una pregunta para mí, obviamente. Y cuando me acuerdo de mi respuesta me cuesta creerla.

- Ahora nos vamos a dormir hasta reventar. Mañana no hacemos absolutamente nada, a la tarde nos vamos a Manhattan, al Madison Square Garden, que pelea Carlitos Monzón. Volvemos a retomar el trabajo el martes, descansados, y vamos a ganar este benchmark cuando venga el cliente, el jueves.

Arturito me miró, sonriente, y Fontana y el Colorado con ojos bien abiertos, como no creyendo que hablaba en serio. Nadie iba a protestar. El lunes 30 de junio de 1975 vimos a Carlos Monzón noquear a Tony Licata en el Madison Square Garden, que todos pisábamos por vez primera.
Madison Square Garden: El lunes 30 de junio de 1975
 vimos a Carlos Monzón noquear a Tony Licata.

El martes volvimos a arrancar, descansados y felices. Cuando hicimos las corridas con el cliente presente, dos días después, todo salió perfecto. Nunca supe cómo habían salido los resultados de nuestro competidor, pero ese mismo jueves nos quedamos convencidos de que habíamos ganado. El cliente volvió a firmar con IBM.

Paso ahora a contar sobre otro de esos benchmarks, el único del cual supimos los resultados numéricos. En general en todos los casos que me tocaron supimos que habíamos ganado, pero sin los detalles. Pero en este caso, benchmark del mes de junio de 1976, nos enteramos a posteriori con absoluto detalle de todo. El equipo que se armó para ese benchmark, en el que había que usar OS/VS1, VM y Fortran,era un lujo total, mejor imposible: el Gordo Fontana por el OS/VS1, Osvaldo García Ayala por el VM y Hugo Castro por el Fortran. Con un equipo así, era seguro que le sacaríamos el 100% del jugo a nuestro software. El hardware era una IBM /370-158 Mod 3 1Mb. 

Competíamos contra Honeywell Bull 6600 en dos versiones: 1) Procesador 256K words 2) Biprocesador 384K words.

¿Y el cliente era? ¿Lo digo o no lo digo? Por supuesto que sí. Se trataba de CNEA, ¿donde estaba quién? Sí, Tito Suter, el hombre infinitamente profesional, amable, justo, educado y sabio. Lo empecé a conocer entonces, los adjetivos los fui acumulando a lo largo de muchos años en que lo conocí mejor.

¿Y los resultados cómo los conseguimos? Juro que no me acuerdo o nunca lo supe, pero aparecieron en un informe del famoso Julian Suez, el capo de Poughkeepsie, donde no se identificaba ni cliente ni país, ni los héroes antes mencionados. No puedo resistirme a compartir tres extractos del informe. Gracias, Osvaldo, que guardaste estos papeles!


Extract 1
Extract 2
Extract 3






























Los benchmarks fueron para mí, más allá de buenos resultados, fuente de anécdotas inolvidables. Cuento tres de ellas: 

  • En el grupo de CNEA nos turnábamos para manejar el auto. Eso sí, cuando manejaba Hugo Castro, el suspenso y el terror superaban cualquier expectativa. El Space Mountain de Disneyworld era un un juego de niños comparado con esos vértigos. Los postes de correo al costado de la ruta pasaban tan cercanos que estirando la mano uno podía tocarlos. 
  • En el Benchmark para Fiat siempre nos atrasábamos en salir del motel unos diez minutos. La ceremonia de ponerse las medias le llevaba ese tiempo al Colorado González, que por razones indescifrables era lo último que hacía antes de salir. 
  • En este mismo benchmark, cuando salí de Buenos Aires no fumaba, había dejado el vicio por años. Arturito fumaba como un descosido unos cigarritos de boquilla blanca, creo que se llamaban White Owl. "Con estos no tragás el humo", me dijo. Volví al vicio con una furia que buscaba recuperar cigarrillos perdidos. Tardé años en volver a despegarme del maldito tabaco.

No recuerdo benchmaks perdidos, pero ya lo saben, a veces mis dos neuronas hacen huelga.

Pepe Lopez de Lagar dijo...
Qué grande volver sobre la historia de la CONEA.
Yo era el vendedor (Ingeniero Comercial suena más pomposo), por parte de Honewywell Bull.
El Ing. a cargo del Benchmark era Enrique (Quique) Simón.
Nosotros sabíamos que en Batch nos ganaba IBM pero en Transaccional ganábamos nosotros.
La idea, por el proyecto, era que el tema Transaccional era muy importante.
Así fueron los resultados. Sin embargo, se tomó en cuenta los valores de las corridas Batch por sobre el Transaccional. Mi amargura entonces fue muy grande pero, cuando lo fuimos a ver a Tito Suter con nuestra posición, nos encontramos con una serie de argumentos que no me satisficieron para nada pero... el cliente era el cliente y yo tenía la teoría que siempre era mejor salir por la puerta grande, con una sonrisa (fingida por supuesto), que pelearse al divino botón.
Fue una de las tantas veces en que tuve que resignarme ante la potencia de IBM como empresa más que ante las diferencias técnicas. No fue el único caso pero son cosas del pasado y, como tales, ya pasaron.
Admiro la diferencia de inversión dedicada a la realización del Benchmark (no lo sabía),ya que nosotros con dos personas (Quique Simón valía por cinco), hacíamos todo. Y quizás esto es lo que valoró Tito Suter entonces.
De todas formas, querido Hernán, felicitaciones quichicientos años después.
Abrazo grande.
Pepe
Hernán Huergo dijo...
Increíble, Pepe. Enterarme después de casi cuarenta años quién era el líder que comandaba la Honeywell Bull. Son estas delicias que venimos a descubrir por esta cosa, este Blog. "Un espacio para el recuerdo, la sonrisa y la comunicación entre nosotros", se me ocurrió decir cuando esta cosa nació. Pero el bicho supera todas mis expectativas. Muchas gracias por contarnos tu lado de la misma historia. Una emoción de yapa, extraordinaria!!
Un fuerte abrazo, querido Pepe!

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