12/05/2020: Pilar Suter: Premio 2020... Siendo chica yo era lo que en ese entonces se definía como una¨traga¨

Siendo chica yo era lo que en ese entonces se definía como una¨traga¨. A los 16 años entré en la UBA en las carreras de Ciencias Físico-Matemáticas y de Ingeniería Civil. Cursé regularmente un año, pero ya en el segundo descubrí que tenía notables dificultades en el dibujo técnico: Trazaba paralelas que no se unían en el infinito sino en puntos cercanos, lo que no era aceptado por los jefes de trabajos prácticos de Estática.

La Línea Recta. FIUBA - UBA

Abandoné la ingeniería civil y el tiempo libre lo dediqué al centro de estudiantes ¨La Línea Recta” conocido entre otros aspectos por su actividad mediática contraria al gobierno.

Todo anduvo bien en la carrera hasta que estando en el cuarto año aparecieron  en la facultad carteles que me denunciaban como estudiante crónica (tenía 20 años). Evidentemente mi actividad estudiantil no era bien vista por el departamento de la policía. El paso siguiente fue la desaparición de mi legajo en la facultad. De nada sirvió la intervención del decano, era como si nunca hubiera pisado la casa de estudio. Este exilio duró un año, hasta que hubo el cambio de gobierno y reapareció el legajo.

Yo había seguido estudiando y al año me recibí de licenciada en ciencias físico-matemáticas. Ingresé en la CNEA como investigadora en Física Nuclear. Tiempo después vino asesorar al laboratorio un físico sueco de la Universidad de Uppsala.  Al cabo de unos meses este físico nos propuso a mí y a mi futuro esposo que fuéramos por dos años al Instituto de Física de su Universidad.

Así lo .hicimos gracias a la primeras becas que otorgó el Conicet en 1958. Al
finalizar el segundo año el director del Instituto –Kai Siegbahn, futuro premio Nobel-- nos propuso extender el período por otro año para presentar la tesis de doctorado, asistidos por una beca sueca. Volvimos con el título al laboratorio de la CNEA.

En ese momento la informática recién nacía en la Argentina. Nuestra herramienta era la regla de cálculo y se usaban las calculadoras manuales. Siguieron años intensos de trabajo de investigación. Tuve tres hijos y en 1967  tomé una decisión fundamental: dejar el laboratorio y dedicarme a ser madre. Por otro lado mi  esposo había sido  designado en un cargo en Italia.

De regreso en el país y con mis hijos ya más creciditos me di cuenta de mi analfabetismo informático y volví a la UBA a hacer cursos de la carrera de Computación Científica.

Mi plena relación con la informática recién se concretó en 1985 cuando Alberto Pignotti (Techint) me recomendó para el cargo de gerente de SADIO. No estaba preparada para

una tarea administrativa y de relaciones públicas, pero acepté pensando que era una vía para conectarme con la actividad informática.

Para mi desazón como primera tarea me encargaron que cargara los datos en un software de contabilidad  para entregar a la contadora de SADIO la información para el balance de la Sociedad que debía presentarse en la próxima Asamblea General. No tenía la menor idea de contabilidad, así que me llevé a casa una pila de papeles y un software que era de un par de actuales dinos, de los cuales tuve mucho apoyo. En mi computadora me puse a cargar datos e interpretar  el soft recibido. Al cabo de unos  días pude entregar felizmente el trabajo a la contadora de la Sociedad. Tras este comienzo dificultoso empecé a tener múltiples  relaciones con personas del mundo informático sentí que la tarea me llenaba de satisfacciones, por lo cual el deseo de engancharme en una actividad informática específica se fue diluyendo. Me entusiasmaba organizar cursos, seminarios, reuniones técnicas y eso era el núcleo de mi actividad. Quedé en SADIO  hasta el año 2002.

Así por muchos años me dediqué  a SADIO  y pasé a formar parte de la gran Familia Informática.