Nota del autor del blog: tomado de
http://www.delzorzal.com/descargas/forcedownload.php?file=Testimonios-Manuel-Sadosky.pdf
Resulta difícil poder decidir cuál ha sido la experiencia más significativa que he compartido con
un verdadero Maestro como lo fue el Dr. Sadosky. Todas han sido fuentes invaluables de aprendizaje,
no solo de matemáticas sino de comportamiento de vida, de honestidad en su más amplio
sentido, de amplitud de criterio, de respeto a las libertades.
Pero quizá la que relataré aquí es una que vincula a dos de los grandes hombres que son historia
en la matemática argentina y mundial: Manolo (como lo llamábamos cariñosamente al Dr.
Sadosky) y el Dr. Rey Pastor. Y ella ocurrió conjuntamente con la iniciación de una de las etapas
más impactantes del desarrollo del conocimiento humano: la puesta en órbita del primer satélite
artificial que desancadeno las expediciones espaciales.
El mundo se conmovió cuando la Unión Soviética hizo el lanzamiento exitoso del Sputinik 1, a
fines del año 1957. Recuerdo, como si hubiera sucedido ayer, que cuando asistimos a la clase de
Análisis III en el entonces nuevo edificio de la Facultad de Ingeniería en Paseo Colon, el Dr.
Sadosky nos hizo reflexionar sobre la importancia de este hecho ya que el poner en órbita un
satélite artificial creado por el hombre, fue la primer experiencia que la humanidad había realizado
para comprobar las leyes de Kepler enunciadas a fines del siglo XVI.
En esta época, cuando tan sólo habían transcurrido 83 años desde la revolución iniciada por
Georg Cantor con su teoría de conjuntos y los números transfinitos (en los cuales también Manolo
me introdujo) y la crisis que se generó en los cimientos de la matemática cuando Russell
planteó sus paradojas, ocurrió esta anécdota que relataré. Teníamos una reunión de catedra y el
Dr. Sadosky me llamo y me dijo (fue hace 56 años, lapso similar al que había pasado desde los
trabajos de Cantor y todas las historias de los alef):
-Di Tada yo tengo que viajar a Europa a un congreso y quiero que usted me reemplace en las
teóricas de análisis III. El tema serán las aplicaciones de cálculo combinatorial a la física
atómica.
Entonces respondí
-Y qué sería lo que tengo que dar
El rápidamente respondió
-El cálculo de distribuciones de Bose Eistein y Fermi Dirac por ejemplo
Entonces vinieron a mi memoria el recuerdo de otras ocasiones en que Manolo tuvo que viajar y
fueron reemplazados por adjuntos o jefes de trabajos prácticos y la deserción y casi huida de los
alumnos al ver que el titular no venía. Yo replique
-Soy un ayudante alumno ad honoren y usted tiene en la catedra (no nos tuteábamos en esa
época) Ingenieros, Licenciados en Matemática que están en mejores condiciones que yo para
reemplazarlo. ¿Porque no les pide a ellos?
Él me respondió
-No. Quiero que sea usted, ¿acepta o no?
Y con esa inconciencia de mis pocos veinte años dije que sí.
Comenzó así mi peregrinación. Fui a ver a Cora, su esposa, en el departamento en el que vivían
en la Calle Paraguay para pedir ayuda. En aquella epoca Interet no había nacido aún y la
búsqueda de documentación era una tarea ímproba. Pero finalmente coseguí el material con el
que estudiar y aprender eso que tenía que enseñar. Faltaba un mes para mi debut como profesor.
Tenía tiempo. Pero como en la teoría de la relatividad el tiempo se contrae cuando uno vive momentos
de gran ansiedad. Y más rápido de lo que deseaba llego la semana de lo que yo creía seria
mi sacrificio. Venían a mi memoria las escenas de los alumnos huyendo de la clase cuando se
enteraban que el titular no venía. Algunos porque iban a las teóricas tan solo para hacer preguntas
cuya respuesta ya habían estudiado y, de esa manera, hacerse conocer por quien los calificaría
en el examen. Otros, porque pensaban con razón que nadie podría reemplazar una figura de la
magnitud como la del doctor Sadosky.
Ya con el terror que me carcomía, decidí ir a ver al jefe de departamento de matemáticas de la
Facultad de Ingeniería. Era, a la sazón, otro de los grandes de la matemática: el doctor Rey Pastor.
El me recibió (para mí era como haber llegado al paraíso y sentarme frente a Dios) y me escucho
cuando le decía:
- Doctor tengo un terror terrible de enfrentarme a la clase. No sé qué hacer. Deme un consejo.
Y con su inolvidable y agradable acento me respondió
-Amigo, una clase sobre un tema que uno sabe cualquiera lo hace. Sobre lo que uno no sabe solo
los muy inteligentes lo pueden hacer.
Y ese fue todo el consejo que me dio. Posteriormente aprendí que tenía razón y que más que la
inteligencia se requiere oficio. Como en el teatro cuando uno olvida un parlamento y tiene que
inventar. Sólo los muy avezados salen airosos de esas circunstancias.
Y llego el día. Y entré a clase. No vi nada. Recordaba mi experiencia cuando era comparsa en el
Colón. Las candilejas no me dejaban ver al público cuando como pueblo entraba a escena a la
llegada de Radamés. Pero la aventura no fue tan cruel y no me enterraron vivo como al pobre
general egipcio. En el recreo parte de mis espectadores me abandonaron. Pero la mayoría se
quedó. Y así pasaron esas tres clases en las que yo hablaba de las distribuciones en la física
atómica, de los spines y de otras cosas más. Manolo ni le dio importancia a mi experiencia o, al
menos, no quiso manifestarme su ansiedad. Ese fue mi bautismo de fuego en este duro oficio de
transmitir conocimiento y experiencias de vida similar al del artista que transmite emociones en
el teatro. Gracias Manolo, gracias porque esta experiencia que hoy rememoro fortaleció mi confianza
en mí mismo. Fue otro de los logros de este invaluable maestro argentino que cumpliría
ahora cien años y que aún vive y vivirá en las enseñanzas que nos ha dejado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS SON MÁS QUE BIENVENIDOS. POR FAVOR CON NOMBRE Y APELLIDO. LOS COMENTARIOS AJENOS A LA TEMÁTICA DE ESTE BLOG SERÁN ELIMINADOS.