Diciembre de 2005
Mi muy estimado Ing. Hernán Huergo
Mi muy estimado Ing. Hernán Huergo
Muchas
gracias por tu crónica de la cena 2005, donde me has dado un lugar tan
destacado.
No es
cierto que me parezca tan poco al que era hace 20 o más años, lo que pasa es
que estoy más maduro y ya no le doy tanta importancia a las cosas que en el
fondo no la merecen y sí a lo que hace la vida digna de ser vivida.
Te
agradezco mucho el aprecio que trasuntan tus palabras, y paso a aclarar algunos
puntos.
En primer
lugar el que más me apoyaba en Alpargatas no era tanto Oxenford sino don
Roberto Fraser (el "dueño" en el vocabulario de entonces). A él se
refería la anécdota que conté de sentarnos en el piso de su oficina para mirar
de cerca un mecanismo ingenioso. De todos modos es cierto que ambos me aguantaban
todo, incluso algunas barbaridades que no conté.
Como estaba
entre amigos tal vez he dicho cosas que no dije tan abiertamente nunca, les
agradezco a todos la oportunidad de haberlo hecho. Esto se refiere
especialmente a mi evolución religiosa y la decadencia de Alpargatas.
Rectifico
mis afirmaciones de entonces en unos detalles, a Freud lo leí a los 12 años,
alrededor de 1945 (y no 42, no me avejentes más) y a la Callas en 1949 (dato
controlado con los programas) la vi en Norma y en Turandot.
Respecto a
la relación jefe-subordinado con Ana, acá no hay misterios: nunca me considero
jefe ni subordinado de nadie y nunca considero a nadie subordinado ni jefe. He
tenido la inmensa suerte de que nadie ha tratado de imponerme estas etiquetas,
y haber podido cruzar los organigramas como se me dio la gana, tanto en
Alpargatas por lo que mencionaste antes como en las varias empresas petroleras
donde actué al lado de José Antonio Esteves, un compañero de la Facultad, ni
tampoco en la Kennedy. A veces cuesta creerlo. Y es cierto que Ana interpreta y
corrige mis ideas de modo admirable. También es una gran suerte.
Y
finalmente, consultando mis fotos vi que la Venus de la Chancleta o Sandalia
está en un museo de Atenas y no en Delfos. Me llama mucho la atención el doble
lapsus. Tal vez haya dos similares, pues tampoco la foto que tengo (102-22)
donde la escultura está encerrada en un corralito de acrílico coincide con el
recuerdo de haber estado parado al lado de ella. Lo que pasa es que ni Ana ni
yo pudimos ir a Delfos la semana pasada.
Con el
mayor afecto
Rodolfo
Naveiro (el de antes y el de ahora)
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