Tenía
veintiún años (1963), terminaba la colimba, ya de novio, y mi futuro cercano
era volver a trabajar como empleado administrativo en una dependencia del
Ministerio de Marina, laburo que me había conseguido mi viejo. Si bien había
intentado dar alguna materia en Económicas, no había tenido suerte (mejor
dicho. estudio). O sea veía un
horizonte muy oscuro…
Cuando
escuché a un compañero en la colimba mencionar a los Cursos de Programador IBM.
Y
así fue, que me contacté con un primo (varios años mayor) que era el Jefe de
Estadística en Aeronáutica, Naggi Brown, apellido, que luego terminó estando a
cargo de Sistemas Informáticos en el Ministerio de Aeronáutica (ambiente
Burroughs). Y gracias a él pude presentarme ante la Escuela de IBM (Sra.
D’alessio a cargo, bella mujer), Primero para hacer el test. Y luego de
aprobarlo, para hacer el curso de Programadores 1401, con el Ingeniero Figgini
como instructor. Y para mi sorpresa, lo aprobé y fuimos a celebrarlo en una
cantina de La Boca, una noche alegre y triste porque acababa de morir el Varón
del Tango, Julio Sosa (1964).
Y
con el título en la mano, y sin tener demasiada idea sobre el tema, pero con un
buen contacto en la Cía de Seguros LA FRANCO ARGENTINA, logré dar el examen
(enero de 1965, ayer…), y comencé a conocer los palotes del oficio… Tanta era
mi ignorancia que pensé que el Compilador era un señor… (no se rían).
Mi
nuevo sueldo me parecía mentira, supongo que cuatro veces lo que ganaba en
Marina. Y recuerdo la cara de quienes me preguntaban: “de qué laburas?” cuando
les decía Programador de Computadoras… “Y eso qué es?” era la respuesta.
Y
empecé a programar, o sea a hacer los diagramas de flujo, pasar los pasos a
instrucciones (SPS, AUTOCODER, etc), mandar las planillas a perfoverificar (se
procesaba todo con tarjetas Hollerit), luego se enviaban a hacer el
Pre-listado, que se cotejaba con lo enviado a Perfoverificación, se enviaba a
corregir los errores, y era el momento de enviarlos a compaginar (SPS, SCUEB,
AUTOCODER) y solo cuando no había errores, enviar a probar… cuestión de días,
lo que hoy se hace en milisegundos…
Y
cuando se probaba, había que aguantar la cara del Jefe de Operaciones, quien
solo nos daba una hora por día para hacerlo… cuando la prueba no funcionaba.
En
La Franco (LFA) hice amistad con Gustavo Adolfo Balta (recién casado en el 65)
un capo en programación con quien había hecho el curso de programador en
noviembre del 64. Y también con Raúl Eduardo Vicent – algunos años mayor que yo
- y experimentado programador.
Era
el tiempo en que algunos programadores con experiencia iban a probar suerte a
EEUU, y eso posibilitaba el ingreso de los programadores recién recibidos.
En
esa época obviamente no había programadores ni jefes con títulos
universitarios, en general eran idóneos sin diploma…
Como
programador ganaba mucho dinero. Tanto que me ayudó a decidirme para comprometerme
en agosto del 65 y casarme en marzo del 67.
En
1967, por un cambio gerencial, llegamos a tener cintas magnéticas y 8K de
memoria. Un avance descomunal.
Luego
me ascendieron a Encargado de Manuales y Mantenimiento de Sistemas. Aunque en
realidad del título del sector solo hicimos honor al de Mantenimiento de
Sistemas de Seguros de Ramas Elementales y de la Cía. de Capitalización (o sea que
excluía a los sistemas de seguros de Vida).
Allá
por inicios de los años 70s impulsamos junto a otros compañeros, que el
convenio de Seguros incorporase lo que ya habían logrado los bancarios, los
adicionales por cumplir funciones en las áreas de Procesamiento Electrónico de
Datos.
No
recuerdo exactamente quien dispuso que debíamos pasar a una computadora de
tercera generación (eran las IBM 360 o 370, o similares en las líneas UNIVAC, BULL,
BURROGHS), otra tecnología que permitía programación interactiva. Alguien
estudió distintas propuestas y supongo que eligieron la más económica…
Fue
ahí que se decidió que un equipo con experiencia en UNIVAC (proveniente de
FFCC) con Pascual Dante Di Pasquale a la cabeza de varios
analistas-programadores.
En
dicha época, para mi bien, se limitó el mantenimiento de los sistemas a solo lo
exigido por la Superintendencia o por alguna legislación relacionada.
Ahí
fue cuando varios del grupo de analistas-programadores decidimos estudiar algo,
muchos (Charly Perego, Luis María Pezzolo y Juan Carlos Benia), siguieron el
curso de Analista de Sistemas que recién se creaba, en la Universidad Tecnológica Nacional. y yo
en cambio retomé Ciencias Económicas. Casi todos nos recibimos en poco tiempo….
Posteriormente uno de mis compañeros fue a trabajar al Banco Comercial del
Norte, donde el nuevo gerente de sistemas era el Ing. Raúl Bauer – a quien
conocía por los comentarios (*#%) de mis compañeros que habían cursado con él
como profesor en la UTN. Y a quien yo conocí en USUARIA, cuando estuve a cargo
de la divulgación del proyecto Y2K. Allí también conocí a varios de los
personajes que integran del grupo de los DINOS Y DINAS, Don Hernán Huego,
Torrera, y siguen las firmas.
Luego
de recibirme de Contador Público UBA, y de haber hecho un curso de Auditoría de
Sistemas, con el Dr. Nardelli (un capo en el tema), conseguí ingresar con dicha
especialidad al Banco de Boston, donde
trabajé durante cinco años (1980-85).
Luego
terminé mi carrera ligada al ambiente informático en ALUAR (1985-2007).
Compartiendo con Don Juan Carlos Angió.
Durante
algunos años fui profesor en la UTN de
Buenos Aires y en Concepción del Uruguay, de la materia Informática
Administrativa. Compartiendo viajes y cenas con Don Fernandez Iriart.
Agradezco
especialmente a mi amigo Don Carlos Florentino (ex CIO en Philips) quien en
nuestro encuentro semanal me anotició de la existencia de este más que interesante
BLOG.
Por
tales razones creo ser merecedor de ser reconocido como un DINO más…
Ricardo dijo...
Pues claro que sos un Dino! Hacía siglos que no oía mencionar el SCUEB. Casi me había olvidado de ese programa.
Recuerdo haber estudiado el código interno del SPS, donde algo muy extraño me llamó la atención: ¡sumaba palabras! Y lo peor es que lo hacía de distinta manera en una de dos etapas, enlenteciendo el proceso. Eso me hizo descubrir el hashing. Además, el SPS gastaba un montón de tarjetas: ingresaba el lote original, se perforaba otro lote, que reingresaba, y recién después salía el lote objeto, que debía ser "condensado" por otra parte del programa. De modo que programé un sistema al que llamé SCUEB (la sigla era Sistema Compaginador Unificado... y ya no recuerdo qué significaban las dos letras siguientes), que ahorraba tiempo y tarjetas,, y que se usó incluso en algunos otros países, Chile entre ellos. El SCUEB evolucionó a CAST y a ASAP, dos compaginadores mejorados, uno de ellos en colaboración con D. C. Lee, de Honolulu (a quien nunca vi, ni en foto). Debe de haber sido una de las primeras colaboraciones internacionales en programación.
Hubo una anécdota curiosa al respecto. D. C. Lee me envió por encomienda un lote de tarjetas perforadas con una versión a medio cocinar del ASAP. Tuve que ir a la Aduana a retirarlo. El empleado curioseó el lote, y me pidió si podía quedarse con una tarjeta. Lo desconcerté diciéndole que lo que interesaba eran los agujeritos, y que sin esa tarjeta el programa no iba a funcionar.
Ahora que lo pienso, quizá a IBM no le haya parecido muy interesante un programa que ahorraba tarjetas, pues la fabricación y la venta de las cajas de tarjetas vírgenes era uno de sus negocios más redituables.
Recuerdo haber estudiado el código interno del SPS, donde algo muy extraño me llamó la atención: ¡sumaba palabras! Y lo peor es que lo hacía de distinta manera en una de dos etapas, enlenteciendo el proceso. Eso me hizo descubrir el hashing. Además, el SPS gastaba un montón de tarjetas: ingresaba el lote original, se perforaba otro lote, que reingresaba, y recién después salía el lote objeto, que debía ser "condensado" por otra parte del programa. De modo que programé un sistema al que llamé SCUEB (la sigla era Sistema Compaginador Unificado... y ya no recuerdo qué significaban las dos letras siguientes), que ahorraba tiempo y tarjetas,, y que se usó incluso en algunos otros países, Chile entre ellos. El SCUEB evolucionó a CAST y a ASAP, dos compaginadores mejorados, uno de ellos en colaboración con D. C. Lee, de Honolulu (a quien nunca vi, ni en foto). Debe de haber sido una de las primeras colaboraciones internacionales en programación.
Hubo una anécdota curiosa al respecto. D. C. Lee me envió por encomienda un lote de tarjetas perforadas con una versión a medio cocinar del ASAP. Tuve que ir a la Aduana a retirarlo. El empleado curioseó el lote, y me pidió si podía quedarse con una tarjeta. Lo desconcerté diciéndole que lo que interesaba eran los agujeritos, y que sin esa tarjeta el programa no iba a funcionar.
Ahora que lo pienso, quizá a IBM no le haya parecido muy interesante un programa que ahorraba tarjetas, pues la fabricación y la venta de las cajas de tarjetas vírgenes era uno de sus negocios más redituables.