Tomado de Museo Informático/ Personalidades Informáticas
Como parte de mis estudios, intentamos realizar bajo la dirección de Gustavo Pollitzer un intérprete del lenguaje GPSS, General Pourpose Simulation System, para un equipo IBM 1460, con discos. Si bien este sistema no llego a funcionar nunca, resultó una interesantísima experiencia precursora de la futura ingeniería de software, ya que tuvimos que organizar y formalizar previamente la arquitectura del sistema, asignarnos entre varios compañeros las distintas partes a resolver, crear protocolos comunes de intercomunicación de los diversos módulos y procedimientos estándar para probar los programas generados.
Para esa
época comencé a trabajar en el Grupo de Investigación Operativa de Shell, que
poco después incorporó una IBM System /360 modelo 30, de 64 k de memoria! En
general, se utilizaba bajo DOS, un sistema operativo bastante elemental, pero
para procesar el MPS, un sofisticado programa de Programación Lineal, era
necesario instalar el OS, que era un sistema operativo en serio, aunque las
limitaciones de nuestra configuración sólo nos permitía hacer monoprogramación
y resolver programas lineales de no más de un par de centenares de
restricciones (inecuaciones). Cuando encaramos un programa para el planeamiento
integral de producción y transporte, que involucraba algo así como unas 6000
variables y un par de miles de inecuaciones, primero hubo que crear todo un
sistema de información para generar la matriz de coeficientes del problema y
luego enviar a procesar a Holanda el problema resultante, porque aquí la única
máquina capaz de procesarlo era la modelo 65 del CUPED. Después de haber
analizado la sensibilidad del modelo, conseguimos reducir su dimensión agrupando
variables y conseguimos procesarlo más o menos regularmente en una modelo 40
con 250 k de memoria.
Un poco
más adelante …
Luego, me
dediqué a consultoría empresaria y educación, pero nunca me alejé de mi
profesión y siempre estuve relacionado con computación. En consultoría recuerdo
que me tocó presionar e inaugurar en 1981 el llamado Servicio Internacional de
Acceso a Bases de Datos (en realidad, una conexión a la incipiente Internet que
proveía ITT a ENTEL). Esto se realizaba con una terminal Texas Instrument de
acople acústico a un aparato telefónico, en el cual se discaba un número de Bs.
As. que transfería la conexión vía Puerto Rico a Internet y permitía una
velocidad de transmisión de hasta 300 baudios, con la cual accedíamos a
servicios de procesamiento remoto de Control Data en diversos lugares del
mundo, donde estaban almacenados los planes de construcción e información de
compras del Gasoducto Centro Oeste.
También
seguí aportando al desarrollo profesional, habiendo sido en varias
oportunidades presidente de SADIO, representante argentino ante la Asamblea
General de IFIP y participado en la organización de varias reuniones
internacionales. Entre ellas recuerdo particularmente la ICSE 2002, la
Conferencia Internacional de Ingeniería de Software que, a causa de los
problemas argentinos de ese momento, terminó realizándose en Orlando con el
soporte organizativo de SADIO. Para procesar las inscripciones tuvimos que
armar un sistema curioso. Los interesados llenaban una ficha en una página web
que preparó la Universidad de Colorado; ésta disparaba msgs con la información
a SADIO, que las cargaba automáticamente en su sistema en Bs. As.; para pagar,
los inscriptos enviaban un fax con los datos de su tarjeta y firma a la oficina
del Presidente del Comité Organizativo (en una dependencia de la Lockheed -ex
IBM Federal Systems Division-, en el estado de Nueva York), quien nos reenviaba
a SADIO largas tiras de fax, a partir de las cuales eran ingresadas en el
sistema. Semanalmente, nuestro sistema hacía ftp de los datos de las tarjetas a
un servidor seguro de ACM, la asociación norteamericana de computación, que
hacía el clearing de las tarjetas y nos informaba de eventuales rechazos para
reclamar. Parece un incordio, pero fue un sistema viable y el más económico en
ese momento y recibimos la felicitación de todos por nuestra tarea.
Corolario
Como se
puede apreciar, al principio los equipos de computación eran monstruos que
requerían locales especiales con ingente refrigeración y ser programados en
lenguajes propios de su fabricante, los que respondían a las restricciones de
su arquitectura. Luego pasaron a ser, primero, equipos producidos en grandes
cantidades, que comenzaron a tener disponible lenguajes de alto nivel que
facilitaban el desarrollo de sistemas. Después, a disponer de software ya hecho
para resolver muchos tipos de aplicaciones y estar al alcance de personas
individuales, llegando a ser portátiles y, más adelante, a tener gran
ubicuidad, consistiendo en unidades miniatura que se pueden encontrar insertas
en un sinnúmero de aparatos y dispositivos.
Con ello,
la programación pasó a ser de un arte esotérico de unos pocos, a convertirse
tanto en una profesión con prácticas complejas relativamente normalizadas, como
a ser también, aunque a otro nivel y con otras características, una competencia
que cada vez más se supone que debe poseer el ciudadano común para poder
desempeñarse adecuadamente en el mundo.
Ahora, el
desafío es lograr esto último e interesar a la juventud en una actividad que
suele considerar “dura”, pero que puede traer innegables beneficios a nuestra
economía y a la de los que se dediquen a ella. En consecuencia, me dedico a la
educación, sobre todo a nivel técnica y tratando de facilitar la enseñanza
inicial de pensamiento computacional, lo que involucra también programación.
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