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29/09/2015: Héctor Monteverde: Mi propia historia... (Parte 2 de 2)


Tomado de Museo Informático/ Personalidades Informáticas


Como parte de mis estudios, intentamos realizar bajo la dirección de Gustavo Pollitzer un intérprete del lenguaje GPSS, General Pourpose Simulation System, para un equipo IBM 1460, con discos. Si bien este sistema no llego a funcionar nunca, resultó una interesantísima experiencia precursora de la futura ingeniería de software, ya que tuvimos que organizar y formalizar previamente la arquitectura del sistema, asignarnos entre varios compañeros las distintas partes a resolver, crear protocolos comunes de intercomunicación de los diversos módulos y procedimientos estándar para probar los programas generados.

Para esa época comencé a trabajar en el Grupo de Investigación Operativa de Shell, que poco después incorporó una IBM System /360 modelo 30, de 64 k de memoria! En general, se utilizaba bajo DOS, un sistema operativo bastante elemental, pero para procesar el MPS, un sofisticado programa de Programación Lineal, era necesario instalar el OS, que era un sistema operativo en serio, aunque las limitaciones de nuestra configuración sólo nos permitía hacer monoprogramación y resolver programas lineales de no más de un par de centenares de restricciones (inecuaciones). Cuando encaramos un programa para el planeamiento integral de producción y transporte, que involucraba algo así como unas 6000 variables y un par de miles de inecuaciones, primero hubo que crear todo un sistema de información para generar la matriz de coeficientes del problema y luego enviar a procesar a Holanda el problema resultante, porque aquí la única máquina capaz de procesarlo era la modelo 65 del CUPED. Después de haber analizado la sensibilidad del modelo, conseguimos reducir su dimensión agrupando variables y conseguimos procesarlo más o menos regularmente en una modelo 40 con 250 k de memoria.

Un poco más adelante …

Luego, me dediqué a consultoría empresaria y educación, pero nunca me alejé de mi profesión y siempre estuve relacionado con computación. En consultoría recuerdo que me tocó presionar e inaugurar en 1981 el llamado Servicio Internacional de Acceso a Bases de Datos (en realidad, una conexión a la incipiente Internet que proveía ITT a ENTEL). Esto se realizaba con una terminal Texas Instrument de acople acústico a un aparato telefónico, en el cual se discaba un número de Bs. As. que transfería la conexión vía Puerto Rico a Internet y permitía una velocidad de transmisión de hasta 300 baudios, con la cual accedíamos a servicios de procesamiento remoto de Control Data en diversos lugares del mundo, donde estaban almacenados los planes de construcción e información de compras del Gasoducto Centro Oeste.
También seguí aportando al desarrollo profesional, habiendo sido en varias oportunidades presidente de SADIO, representante argentino ante la Asamblea General de IFIP y participado en la organización de varias reuniones internacionales. Entre ellas recuerdo particularmente la ICSE 2002, la Conferencia Internacional de Ingeniería de Software que, a causa de los problemas argentinos de ese momento, terminó realizándose en Orlando con el soporte organizativo de SADIO. Para procesar las inscripciones tuvimos que armar un sistema curioso. Los interesados llenaban una ficha en una página web que preparó la Universidad de Colorado; ésta disparaba msgs con la información a SADIO, que las cargaba automáticamente en su sistema en Bs. As.; para pagar, los inscriptos enviaban un fax con los datos de su tarjeta y firma a la oficina del Presidente del Comité Organizativo (en una dependencia de la Lockheed -ex IBM Federal Systems Division-, en el estado de Nueva York), quien nos reenviaba a SADIO largas tiras de fax, a partir de las cuales eran ingresadas en el sistema. Semanalmente, nuestro sistema hacía ftp de los datos de las tarjetas a un servidor seguro de ACM, la asociación norteamericana de computación, que hacía el clearing de las tarjetas y nos informaba de eventuales rechazos para reclamar. Parece un incordio, pero fue un sistema viable y el más económico en ese momento y recibimos la felicitación de todos por nuestra tarea.

Corolario

Como se puede apreciar, al principio los equipos de computación eran monstruos que requerían locales especiales con ingente refrigeración y ser programados en lenguajes propios de su fabricante, los que respondían a las restricciones de su arquitectura. Luego pasaron a ser, primero, equipos producidos en grandes cantidades, que comenzaron a tener disponible lenguajes de alto nivel que facilitaban el desarrollo de sistemas. Después, a disponer de software ya hecho para resolver muchos tipos de aplicaciones y estar al alcance de personas individuales, llegando a ser portátiles y, más adelante, a tener gran ubicuidad, consistiendo en unidades miniatura que se pueden encontrar insertas en un sinnúmero de aparatos y dispositivos.

Con ello, la programación pasó a ser de un arte esotérico de unos pocos, a convertirse tanto en una profesión con prácticas complejas relativamente normalizadas, como a ser también, aunque a otro nivel y con otras características, una competencia que cada vez más se supone que debe poseer el ciudadano común para poder desempeñarse adecuadamente en el mundo.

Ahora, el desafío es lograr esto último e interesar a la juventud en una actividad que suele considerar “dura”, pero que puede traer innegables beneficios a nuestra economía y a la de los que se dediquen a ella. En consecuencia, me dedico a la educación, sobre todo a nivel técnica y tratando de facilitar la enseñanza inicial de pensamiento computacional, lo que involucra también programación.

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