Alex Carini, un colega de IBM, era una persona querible. Hablo en tiempo pasado no porque sepa que ya no esté en nuestro mundo. Simplemente no tengo idea qué fue de él. Cuando lo conocí, año 1972, apenas supe de él que era un tipo pacífico, predecible, con una calma que rodeaba su bonhomía, que nunca levantaba la voz para nada. Que jamás ostentaba su talento, simple y contundente: no equivocarse jamás en lo que decía cuando hablaba.
Me acababan de nombrar Gerente del Centro de Sistemas de IBM Argentina, y él era una joya más en el inventario de hombres técnicos sobresalientes. ¡Eran tantos y tan buenos! Estaba por ejemplo el amado Gordo Fontana -por qué te fuiste tan rápido del mundo, querido Guillermo??!!- que era un gigante en OS/VS1, OS/VS2, MVS y esas siglas dominadas por fans que disfrutaban aquellos laberintos que yo nunca amé demasiado. Estaba Osvaldo García Ayala, una suerte de Wikipedia informática muy anterior a la que todos conocemos, pero idéntica en el concepto: todos los temas eran de su conocimiento. Aunque algunos temas, como el VM -del cual yo fui devoto-, lo colocaban en el seleccionado/craneoteca que Di Masi se había atrevido a poner bajo mi mando. Y así eran todos y cada uno, brillantes entre brillantes y mejores entre mejores.
Sin embargo, Alex Carini, ese experto en teleprocesamiento, sin títulos que yo le conociera relacionados con la tecnología; que alguno me dijo que su hoja de vida apenas pintaba como ocupación y logro ser vendedor de equipos IBM pre /360; que no venía de hazañas ni de conquistas; que nadie hubiera apostado un mango en que se convertiría en lo que se convirtió. Ese vendedor sin golazos y con algunos porrazos, enviado a retraining junto con otros colegas con más porrazos que golazos. Ese ex vendedor dijo un día: quiero saber teleprocesamiento. Y de a poco fue avanzando, avanzando y avanzando.
Así llegó a ocupar un lugar en el podio, parecido al calibre de Jorge Díaz, sumo pontífice de la temática. Con la pequeña y enorme ventaja para Alex de que los humildes mediocres en el árido tema, teleprocesamiento, entendíamos sus palabras sencillas, que nos producían la alegría de comprender un poco más del planeta poco conocido, mientras que tratar de descifrarlo al sumo pontífice era una hazaña cercana a lo imposible, y el complejo socrático del "Sólo sé que no sé nada" nos deprimía.
Entonces llegó el día en que el Ángel de la Guarda puso los ojos en él. En IBM, los que estábamos en la carrera técnica, si hacíamos méritos y nos destacábamos en alguna cosa, pasábamos a estar en la lista de personas protegidas por el Ángel de la Guarda, más conocido como Luisito Di Masi. El Ángel decidió que Alex Carini ya se había graduado como santo de su devoción y sentenció que el World Trade System Center de Raleigh, especializado en Teleprocesamiento, era su asignación por dos años. Les comento a mis lectores no IBM, que esos lugares, los WTSC, eran las craneotecas a nivel mundial en temas específicos.
"¿Y el inglés?", fue mi pensamiento y mi pregunta, porque aunque me constaba que Alex había aprendido su nueva ciencia consumiendo miles y miles de textos en inglés, no recordaba haber escuchado de su boca una sola palabra del idioma. Pero eso del inglés no iba a detener la decisión de Di Masi: asignación al WTSC de Raleigh por dos años y está decidido. Recuerdo cómo abrió los ojos Alex el día que se lo comuniqué.
No tengo foto tuya, Alex |
Un año después fui a visitarlo a Raleigh. Estaba instalado con mujer e hijos, creo que los chicos eran dos.
-¡Alex! Me cuentan que te está yendo muy bien!
- ¿Muy bien??? No sabés la tortura que ha sido esto para mí. El trabajo es enorme y no me da el tiempo. Además, el inglés fue un infierno, a ellos no les entendía una palabra. Los primeros meses tomaba clases de noche, dormía apenas cuatro horas.
- ¿Y tu mujer? ¿Y los chicos?
- Bueno, ese es el otro gran problema. Para ella ha sido una lucha enorme, con el inglés, no tiene más que alguna amiga, los chicos protestan todos los días, encima yo me paso los fines de semana trabajando. La escucho llorar por las noches y me da ganas de llorar a mí.
Me sentí horriblemente culpable. Puede que haya dicho, en forma mecánica y sin convicción:
- Bueno, Alex, ya pasaste lo peor, seguro que todo va a salir bien. Te falta un añito para volver.
Casi un año después volví a Raleigh por otros temas y por supuesto lo visité. La fecha de retorno de Alex estaba próxima. Parecía más sonriente y relajado. El inglés era un tema superado para él, en seguida lo noté.
-Bueno, Alex, sé que te aprecian mucho aquí. Y la buena noticia es que ya podés volver a Buenos Aires.
Gracias por tu foto, Alex |
Alex Carini, miembro del seleccionado argentino en el espinoso tema del teleprocesamiento, elegido por el Ángel de la Guarda para la craneoteca de Raleigh, pudo quedarse allí. Entre otras cosas, porque también había sido elegido por todos sus nuevos colegas: sabía todo como el que más, hablaba inglés sin ningún problema, y, por sobre todas las cosas, era el tipo querible que siempre había sido.
¡A tu salud, Alex, donde quiera que estés!
- Tuve la gran suerte de trabajar con el y cruzarmelo varias veces en Pinamar por la decada del 80 de ahi tambien le perdi la pista.Era un gentleman.
- Hernan, lo tuyo, además de gustarme me emocionó mucho y me recordó esa época y sus dos etapas
que tan bien describiste. Un pequeño error: demasiados elogios ! ! ! GRACIAS