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2016.05.30: Hernán Huergo: Price Waterhouse. ¡Gracias, Conrado!

Queridos amigos,

He escrito ya capítulos de mis aconteceres, empezando por los años vividos en IBM que son parte de los tesoros de la vida. Fueron trece y me llevaron al maravilloso mundo de la Informática. Me desasnaron de infinitas cosas para mí desconocidas. Años en que la vida era chupada por el trabajo, y asumíamos con fanatismo que abandonar cosas que abandonábamos valía la pena. No éramos para nada eso que llaman gente de la Generación Y o de la Z, o como se llame ahora, Éramos, al menos algunos, workaholics inconscientes y perdidos. 



Tiempos de aprendizaje de tecnología, consumiendo páginas, experiencias, éxitos y porrazos. Aprendiendo a obedecer, a mandar, a veces a sobrevivir. Tiempos de malabarismos para que no se cayeran todos los platitos chinos. Abandono de hobbies, de lecturas, de esas reuniones de los colegios de los chicos a las que iban sólo madres. Ni siquiera había tiempo para leer la lluvia de info que se generaba en la burbuja propia. Tiempos de buenas compensaciones económicas. La jaula de oro, eso decían algunos en IBM. 


También escribí la aventura en mi propia empresa. Satisfacciones inmensas combinadas con inseguridades estresantes. Aprendizajes de nuevos tipos de sobrevivencia. Tiempos de sufrir las vacaciones más que gozarlas. 


Pero me falta contar cómo llegué a la empresa que terminó siendo mi máximo destino, la identidad que me sigue acompañando en la vida. Price Waterhouse. Diecinueve años de mi vida,


Comenzaré estas líneas con algo que me sucedió cuando estaba en IBM. Mi cargo era el de Gerente de Ingeniería de Sistemas de la Sucursal Producción -ex Manufactura y Procesos. Sería el año 1977 o 1978 cuando el vendedor "amigo de todos", un tipo extraordinario, lo llamábamos el Capitán, me pidió un favor. Los Ibemers y muchos más ya saben de quién hablo: Juan Carlos Burghardt, por entonces uno de los vendedores estrella de la Sucursal. 


Me lo pidió con su habitual estilo ceremonial, al que sumaba una sonrisa suave y relajada:


-Hernán, un amigo mío te va a llamar para hacerte unas consultas, creo que sobre DOS. Le dije que vos eras la persona indicada.
-Por supuesto, Juan Carlos. ¿De quién se trata?

-Se llama Conrado Estol. Es socio de Price Waterhouse. Trabajó un tiempo en IBM.
-Ah, sí. Escuché hablar de él pero no lo conozco personalmente.

Fue la primera de muchas conversaciones que tuve con Conrado. Conversaciones telefónicas, o personales en IBM, o almuerzos. 


El otro día le pregunté a Conrado sobre aquélla, nuestra primera conversación.


-Te llamé para consultarte por algunos temas y me atendiste como más de una hora. Parecías tener todo el tiempo del mundo para mí. 


Yo estaba ayudando al amigo de un amigo, el Capitán. Es mi recuerdo. Quizás mezclado con ese placer que tenemos a veces de poder contestar preguntas cuando vienen de gente de renombre.


En 1983, ya habiendo cerrado SDI, mi aventura empresaria, yo estaba por tomar una posición muy interesante en una empresa del área financiera vinculada con mi familia. Casi casi abandono el mundo de la Informática.

Salvo que, una cosa me llamaba la atención. El amigo de mi amigo que ahora era mi amigo, Conrado Estol, nunca había perdido la costumbre de llamarme para reunirnos a almorzar y conversar de temas de Computación o lo que fuera. Era el Socio de Consultoría a cargo del desarrollo de la Informática.

En el siguiente almuerzo lo descubrí. Yo estaba en el pensamiento de Conrado como candidato a entrar como gerente de Consultoría, con la misión de colaborar al desarrollo del área Informática. 


Una posición interesante y muy remunerativa en el mundo de las finanzas o una posición gerencial en un planeta desconocido llamado Price Waterhouse.


Comencé en Price en 1983, casi a mis 40. Me convertí en socio tres años después. La Consultoría de Price Waterhouse, más que desarrollarse, explotó en la Argentina y en Sudamérica, y me tocó ser parte de ese proceso extraordinario, lleno de aventuras. 

Curiosidades de la vida, en el año 2002, una empresa poderosa decidió que era hora de dedicarse al tema de la Consultoría en serio. Nada menos que un amor de mi vida, IBM, compró la Consultoría mundial de Price Waterhouse, otro amor de mi vida, el 31 de julio de 2002.


Mi hora para pasar a ser, desde entonces y para siempre, Socio Retirado de Price Waterhouse. 19 años que fueron de maravilla.


¡Gracias, Conrado! 

1 comentario:

  1. El comentario de Hernán me trajo recuerdos muy agradables. No es cuestión de tirarse flores unos a otros, pero debo confesar que siempre he considerado que mi mayor aporte a Price Waterhouse (nosotros los socios teníamos encomendado tratar de buscar a nuestros sucesores…) fue haber tenido la suerte de haber podido convencer a Hernán Huergo para que entrara a la Firma.
    Me da muchísima satisfacción pensar que fui yo quien tuvo la idea original cuando oigo – tan frecuentemente – comentarios sobre la exitosa trayectoria y aportes de Hernán a nuestra querida PW.
    De manera que al “gracias” de Hernán no puedo contestarle con el típico y común “de nada” sino más bien decirle, como hacen los alemanes o italianos, “Bitte” o “Prego”, el “por favor…” que refleja que el que debe agradecer soy yo.
    Conrado

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