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2016.12.06: Eduardo Vila Echagüe: Si vas para Chile...

[Capítulo 12 de La Informática y yo]

Si vas para Chile...


De regreso en Buenos Aires supe que el país había estado paralizado durante varios días con motivo de la muerte del Presidente. Los cines y los restaurantes cerrados, las radios transmitiendo música clásica, los canales de televisión transmitiendo en cadena los detalles del funeral. Recuerden que en aquella época no había internet ni televisión por cable, por lo que para muchos aquellos días habían resultado bastante traumáticos. 

La parálisis pronto se extendió al plano económico. Un gobierno débil apoyado en los sindicatos y en lucha a muerte contra varios grupos terroristas no ofrecía un ambiente favorable al mundo de los negocios. En IBM sobraba gente.

No era algo que me preocupara especialmente. En aquellos años IBM tenía una política conocida como pleno empleo, por la cual era casi imposible que te echaran a menos que te descubrieran una falta grave contra la ética. Cuando años más tarde llegué a ser gerente, entendí el motivo. Si un empleado tenía un rendimiento inferior a lo aceptable, el jefe tenía que hacerle un plan de recuperación y monitorearlo permanentemente, una carga de trabajo adicional que la mayoría preferíamos evitar. En el peor de los casos tratábamos de colocarlo en un área menos atractiva. Pero recuerdo que en Ford se rumoreaba que había una forma más práctica. Si querías librarte de un empleado tenías que calificarlo como excelente, con lo que los sistemas de administración de personal rápidamente lo promovían a otro departamento. 

El pleno empleo de IBM llegaba al punto de que si en un país sobraba gente, te daban facilidades para ir a trabajar a otro país donde a la IBM le hiciera falta. Y eso era lo que estaba sucediendo en ese momento en un país contiguo al nuestro.

¿Recuerdan cuando les conté que en Bariloche había oído el triunfo del socialista Salvador Allende en las elecciones presidenciales de Chile? Aunque no había obtenido la mayoría absoluta, logró que el Congreso lo ratificara como Presidente previa aceptación de un Estatuto de Garantías donde se 
comprometía a respetar los derechos básicos expresados en la Constitución.

Ya a inicios de su gobierno se pudo apreciar que su intención era estatizar toda la gran industria chilena, ya fuera de manera legal o recurriendo a diversos subterfugios. Como consecuencia a partir de 1971 prácticamente la totalidad de las empresas privadas paralizaron sus inversiones, con lo que las instalaciones de nuevos sistemas de computación se redujeron a un mínimo. En cuanto al sector público, su sesgo ideológico hizo que optaran preferentemente por equipamiento proveniente de Europa Oriental. Oí decir que habían traído computadores de Checoeslovaquia. ¿Conocen ustedes alguna marca de esa procedencia?

Ante esta situación IBM ofreció a su fuerza de ventas e ingeniería de sistemas la posibilidad de ir a trabajar a las IBM de otros países, como Brasil, España, Canadá, Argentina y otros que no recuerdo. Como resultado, finalmente quedaron sólo 3 o 4 ingenieros para atender el parque instalado.

A mediados de 1973 el país había llegado a una situación límite. Industrias paralizadas, falta de alimentos, inflación galopante, descontento popular. Por un lado el gobierno trataba de comprometer a los militares ofreciéndoles ministerios, mientras que por el otro hacía planes para descabezar a las Fuerzas Armadas según el modelo de la Revolución Bolchevique. Finalmente éstas se anticiparon, derrocaron al gobierno y se hicieron cargo de un país devastado. 

La situación del parque computacional del país era lamentable. Por el lado de IBM sólo había algunos Sistemas /360 instalados antes de 1970 y unas pocas de las generaciones anteriores. También quedaba una importante cantidad de antiguas máquinas de registro unitario. En 1974 el gobierno decidió tomar medidas para reactivar o más bien resucitar la economía. Una de ellas fue un decreto por el cual se permitía importar equipos de computación modernos sin pagar aranceles, siempre que se instalaran antes de una determinada fecha. Por si no se acuerdan, los derechos de importación típicos en aquellos años valían aproximadamente el 100% del valor de los equipos. Este decreto era una oportunidad única y a IBM de Chile le llovieron las órdenes tanto de Sistemas /370 como de Sistemas /32. Este último estaba orientado a las PYMEs, siendo el sucesor de aquel Sistema /3 cuyas tarjetas de 96 columnas yo había anunciado con tanto entusiasmo de vuelta de mi viaje a Río de Janeiro. 


Cristo de los Andes por donde pasó el Ejército Libertador

El problema era que IBM de Chile no podía llevar a cabo esas instalaciones con sólo 4 ingenieros de sistema. Los que estaban en otros países tenían plazos comprometidos por lo que no llegarían a tiempo. Pero la solución estaba al alcance de la mano. Inspirándose en nuestros próceres San Martín y O'Higgins, un nuevo ejército cruzaría los Andes para ayudar al país vecino. El reclutamiento se hizo en Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza e incluso en el Uruguay. No todos eran voluntarios. A algunos se les dio a elegir entre Chile o ir a trabajar a la planta de IBM cerca de Buenos Aires, en tareas de limpieza según las malas lenguas. Cuando me lo ofrecieron a mí me dijeron que mi nombre había sido sugerido por un ingeniero de sistemas chileno que había asistido a una de mis presentaciones. Es increíble que un detalle tan pequeño pueda tener tanto impacto en tu vida. 

La patrulla quedó conformada por quince bonaerenses, dos rosarinos, un cordobés, un tucumano y un uruguayo. Partiríamos a principios de 1975. Los demás nos miraban con lástima. Las noticias que llegaban de Chile no eran nada favorables. Alguien había pronosticado que la inflación llegaría al
500% en el año, mientras en Argentina aún se vivía bajo la ficción de inflación cero. Se sabía que había toque de queda y que los combates aún no habían terminado. Muchos pensaban que nos llevaban engañados. Yo era soltero y creía que no arriesgaba demasiado, pero la mayoría se trasladaba con toda la familia por un plazo no inferior a un año. Ni siquiera sabíamos cuánto íbamos a ganar, por el impacto de la inflación y los controles de cambio en el país vecino. Es cierto que IBM nos pagaría el alojamiento, ayudaría con los colegios de los niños, e incluso había llegado a un acuerdo con el gobierno para que nos permitieran llevar nuestro auto de Argentina y conservarlo durante toda nuestra estadía, pero había mucha incertidumbre. Realmente íbamos a la aventura.

Por último, las despedidas de los amigos y familiares. Hoy nuestros hijos parten a todos los lugares del mundo, pero en aquella época no era tan común irse a vivir a otro país. Fue mi madre la que me vaticinó que me iba a casar con una chilena lo que, por supuesto, no le gustaba nada. Las madres tienen un sexto sentido...

Así fue que un día de marzo de 1975 cargué mis cosas en el auto y partí rumbo a Mendoza o más bien, rumbo a una nueva vida.

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