Llegamos al momento del cierre de este Conversando con Irene Loiseau. La entrevista con ella más el intercambio que tuve luego de conversaciones telefónicas, de mails y de whatsapps fueron para mí fuente de descubrimientos y sorpresas, que realmente disfruté.
Me propuse dar el broche final para esta saga con testimonios de gente que la ha conocido de cerca y que pueden aportar su pensamiento sobre ella enriqueciendo lo escrito.
Comienzo por decir que la idea de realizar un Conversando con Irene surgió en otro Conversando, el que realicé con Hugo Scolnik, el padre de sus hijos.
Fue en una parte inédita de esa conversación cuando le hice la pregunta:
-Hugo, en este plan de entrevistas, que puede dar lugar a un libro, me gustaría entrevistar a algunas Dinas. Te quiero pedir tu opinión de quién vale la pena entrevistar en la Argentina.
-Bueno, pienso que Irene es una, porque hizo mucho por las competencias internacionales de programación, fue Directora del Departamento de Computación y movió mucho a los chicos para que compitan en el mundo, eso me parece un aporte muy interesante de ella.
Este es el primer testimonio, que ahora, a mi pedido, Hugo completó con las siguientes palabras:
Hugo Scolnik |
Muchas gracias por tu testimonio, Hugo, sin duda muy valioso.
¡Muchas gracias todos!
Raúl Carnota |
Acerca de Irene
Nos conocimos con Irene en la Facultad de Ciencias Exactas allá por 1968 (¡más de 50 años, impresionante!). Ella venía de Perú, adonde había emigrado su familia luego de que la dictadura de Onganía dejara cesante a su padre que era profesor en Córdoba. Al principio estábamos a la misma altura de la carrera, pero sólo al principio, ya que ella se recibió mucho antes. Así fue como mi primera experiencia docente como ayudante alumno fue en un curso de Geometría donde Irene era la docente a cargo. De ahí recuerdo su solidez conceptual y su respeto por los estudiantes. En las tumultuosas pero muy creativas épocas del 73/74, Irene participó en forma activa de las propuestas renovadoras de la enseñanza de las matemáticas. Nunca lo hizo desde una actitud de un entusiasmo irreflexivo, sino por convicciones arazonadas. Nos perdimos de vista cuando se fue a Bariloche y luego con los exilios forzados. Con el retorno de la democracia nos reencontramos y compartimos la participación como graduados en la facultad y vacaciones con hijes en Villa Gessel. Desde entonces nos vemos regularmente, compartimos reuniones, salidas sociales matizadas con discusiones de arte, política o historia y a veces acompañadas de comidas caseras, circunstancias en las que la calidad de Irene como cocinera se hace notar. Irene es una amiga leal, “de fierro”, con perfil bajo, que ella eligió, pero siempre presente. Y es una persona muy comprometida con aquello en lo que cree. Lo demuestra su rol fundamental en la construcción del Departamento de Computación de Exacta o su participación durante varios periodos en el Consejo Directivo de la facultad. Este compromiso con lo colectivo le consumió mucha energía entre los 40 y 50 años, época clave para la producción académica. Sin embargo, esta dedicación no fue adecuadamente reconocida por una parte de los jóvenes docentes e investigadores del DC en ocasión de que el jurado de su último concurso propuso su promoción a profesora titular. Si bien este “desaire” le dolió, siguió trabajando y colaborando en el DC y, en especial, con las Olimpiadas de Computación lo que es representativo de sus valores en los que la construcción colectiva tiene mas peso que el cultivo del ego.
Pablo Jacovkis |
Quiero referirme especialmente a la gestión de Irene como directora del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, porque su labor en ese cargo fue particularmente sobresaliente. Irene dirigió el Departamento entre 1991 y 1999 y luego entre 2005 y 2007, y su gestión fue clave para el desarrollo del Departamento, y para que el mismo se convirtiera en una unidad académica dinámica, muy productiva, y con el mismo nivel que otros departamentos de la facultad con mucha mayor antigüedad y tradición. Irene, aparte de su intensa actividad de gestión, de llevar a cabo sus tareas de docencia e investigación y de dirigir numerosas tesis de grado, así como tesis de doctorado y becarios, asumió personalmente la dirección del FOMEC (Fondo de Mejoramiento de la Calidad Universitaria) de computación, proyecto de más de un millón y medio de dólares que Irene aprovechó con enorme eficiencia, aumentando el equipamiento del departamento, apoyando el doctorado, ofreciendo becas mixtas y abiertas, realizando ingentes compras bibliográficas y de hemeroteca e invitando a profesores visitantes de alto nivel. Su actividad fue incansable, y estaba (y está) siempre preocupada hasta por los menores detalles. El trabajo de Irene fue crucial para convertir al Departamento de Computación de un departamento pequeño, sin doctorados, prácticamente sin investigación, sin masa crítica, en un Departamento que, para quienes buscan salida profesional después de recibirse, forma graduados competentes y de gran cultura informática y, por otro lado, en un Departamento con numerosos grupos de investigación, una planta docente de excelente nivel, y merecido prestigio académico.
Carlos Tomassino |
Liana Lew
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Conozco a Irene hace muchos años y siempre sentí mucho respeto de su parte por mi generación, que fue la anterior a la de ella. Descubrí en este relato la cantidad de trabajo dedicado por Irene a nuestra carrera, al Instituto del Cálculo y al Departamento de Computación.
Su dedicación a la enseñanza y a seducir a nuestros jóvenes por nuestra disciplina es imposible de medir, pero es excelente y ojalá muchos podamos imitarla. También su trabajo en la Fundación Bariloche me parece destacable. Más aun su trayectoria para recibir el título de Doctora y sus peripecias para ser Profesora Consulta, auspiciada por sus alumnos, que son quienes deben calificarnos como docentes. Es para decir “Muy bien, Irene Loiseau”, me alegro de saber esto ahora.
Así recuerdo que trabajé activamente contigo para recordar los 50 años de Clementina, y en algunos Congresos de la Sadio. Y además compartimos el cariño a un grande de todos los Informáticos como es Julián Araoz, como investigador, docente y amigo.
Así las cosas, disfruté de tu testimonio, amiga Irene. Franca y modesta!!!!!, pero inteligente y gran mujer!!!!! Seremos más amigas, ahora.
Santiago Figueira |
¡Bravo, Irene! ¡Excelentes testimonios!
¡Suerte en tus proyectos presentes y futuros!
Hernán Huergo
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