La física, mundo de símbolos y sombras
Por Eitel H. Lauría
Para LA NACION- Sábado 12 de enero de 2008
Para LA NACION- Sábado 12 de enero de 2008
Como ciencia rigurosa y coherente, la física se inició en el siglo XVII, con los trabajos fundamentales de Galileo y Newton. Galileo mostró la decisiva importancia del método experimental con su estudio sobre la caída de los cuerpos y Newton, en su teoría de la gravitación universal, estructuró una notable teoría explicativa del movimiento de los cuerpos en la Tierra y de los astros en el espacio. Ambas metodologías, la experimental y la teórica, continuaron desarrollándose, ampliando y perfeccionando sus recursos, hasta alcanzar el elevado nivel de complejidad y precisión que ostentan en la actualidad.
En las décadas iniciales del siglo XX surgieron dos revolucionarias teorías: la de la relatividad y la de los cuantos. Ellas modificaron aspectos fundamentales de la ciencia física, tales como los conceptos de espacio y tiempo y la estructura de la materia. Asimismo, la física moderna utiliza extensamente la idea de incertidumbre en el estudio de la evolución de los procesos físicos y requiere, en consecuencia, la aplicación de la teoría y el cálculo de probabilidades.
En las últimas décadas del siglo XX se inicia, y aún continúa en elaboración, una muy abstracta teoría, la de las cuerdas, cuyo ambicioso objetivo es la unificación en un solo gran esquema teórico de todas las fuerzas naturales: gravedad, electromagnetismo y fuerzas nucleares fuerte y débil.
En este punto de la evolución de la ciencia física, después de aproximadamente cuatro siglos, se impone una mirada retrospectiva sobre los rasgos salientes de esa evolución. Surge lo siguiente: a) la ciencia física ha hecho un empleo siempre creciente de los símbolos y las ecuaciones matemáticas, aunque al precio de aumentar significativamente el nivel de abstracción; b) los conceptos y las imágenes de los elementos y procesos estudiados por la física han ido perdiendo paulatina, aunque continuamente, claridad, transformándose en nebulosos y ambiguos. Para mejor ilustrar acerca de esta creciente pérdida de claridad basta citar alguna de las ideas que maneja la física actual, tales como el espacio "curvo", la "contracción" del tiempo, el continuo espacio-tiempo, los borrosos estados de los electrones en el interior del átomo y sus extraños saltos cuánticos entre órbitas, los "quarks" y la estructura dual, onda-corpúsculo, de la luz.
Ante este panorama que ofrece la física moderna, físicos eminentes del siglo XX -Heisenberg, Eddington, Bohr, James Jeans entre otros- sostienen que la física no nos conduce a la realidad de las cosas sino a un mundo de símbolos y sombras. Jeans (1877-1946) fue claro en esta cuestión: "Nunca podemos comprender lo que sucede, sino que debemos limitarnos a describir las pautas de comportamiento en términos matemáticos". Eddington (1882-1944) dice: "En el mundo de la física contemplamos una representación de la vida cotidiana en sombras chinescas". Y luego agrega : "El franco reconocimiento de que la ciencia física se desenvuelve en un mundo de sombras es uno de los avances recientes más significativos".
Estas citas tienen semejanza con cierta fantasía simbólica de la filosofía de Platón. En ella el mundo sensible habitado por el hombre es solo un mundo de apariencias, similar a una caverna iluminada por el fuego de una hoguera. Los hombres encadenados, inmóviles, ubicados en la caverna, dando la espalda a la luz de la hoguera, ven sobre el fondo de la caverna las sombras que proyectan todas las cosas que pasan por detrás de ellos. Quienes no ven más que sombras las consideran realidades y aprenden a distinguirlas, reconocerlas y prever sus movimientos, elaborando una ciencia de sombras.
En la ciencia física moderna las imágenes que se manejan del espacio y el tiempo curvos, la estructura inimaginablemente pequeña y extraña de la materia o la naturaleza dual de las ondas electromagnéticas son las sombras de una realidad inaccesible, aunque el simbolismo matemático que se utiliza permite prever su evolución.
Platón creó un modelo similar a la física actual; el comportamiento de las partículas elementales no puede ser descripto sin ambigüedad en el lenguaje ordinario. Es el lenguaje matemático el que describe en forma adecuada y con mucha precisión sus movimientos y evoluciones. Es decir: la física exhibe, con acierto y precisión, un mundo de sombras y símbolos, pero desconoce la realidad última del universo.
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