Para mi amiga Cecilia Berdichevsky, en su cumpleaños número
80
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Querida
Cecilia, queridos amigos. No sé si todos aquí me conocen. Me llamo Hernán
Huergo y trabajo junto con nuestra amiga en el proyecto ICDL Argentina, que
estamos haciendo entre SADIO y USUARIA. Yo soy uno de los de USUARIA. Como
sorpresa para ella he preparado esto que les voy a leer ahora. Es un regalo
especial que quiero hacerle a una amiga muy especial, la inigualable Cecilia
Berdichevsky.
En realidad
la conozco desde hace unos pocos años. Por suerte existen esos bichos
informáticos que además de ser parte de nuestra profesión a veces nos sacan de
apuros cuando nuestra memoria empieza a fallar. Mi agenda Palm dice que la
primera reunión ICDL a la que asistí fue el 12 de Febrero de 2002. Por esos días
yo estaba a punto de retirarme de Price, cosa que hice el 30 de Junio de ese
año. Yo era miembro de la Comisión Directiva de USUARIA desde siempre, pero iba
muy de vez en cuando a las reuniones. Las obligaciones y los viajes me dejaban poco
tiempo. Pero no me acuerdo cómo ni porqué me acerqué al grupo ICDL y, desde
entonces, quedé pegado a él y por lo tanto a Cecilia. Era demasiado divertida
como para no seguirla.
Ya desde la
primera reunión quedé impresionado por ella, por la pasión al defender sus puntos
de vista. Éramos en esa reunión 3 personas de SADIO y 4 de USUARIA. Yo era el
recién llegado y simplemente escuchaba. Cada dos frases aparecía un desacuerdo
de fondo, una batalla campal. Cecilia opinaba blanco, otras dos personas que
llamaré SADIO 2 y SADIO 3 opinaban negro. Era difícil imaginar cómo un tema
como ICDL podía generar tamaños encontronazos y bataholas, pero así era.
El empuje
de Cecilia era contagioso y me hice habitué de esas reuniones. Me hice amigo de
ella, algo así como un adicto. SADIO 2 y SADIO 3 ya no están más en nuestras
reuniones semanales. Ahora vienen por SADIO personas como Tito Suter, Juan
Carlos Fränkel y Arnoldo Palma. También vienen amigos personales de ella
convocados y obedientes, como Betty Burzomi y Ian Hunter. Ella parece tener
millones de amigos desparramados por el mundo. Aunque extraño un poco las
bataholas fenomenales de antaño, lo cierto es que hemos formado un equipo
excelente y armónico. De aquellos siete personajes que estaban el 12 de Febrero
de 2002, Cecilia y yo somos los únicos que estamos hoy entre los 8 o 9 que nos
reunimos todas las semanas.
O sea que
de golpe me vi yendo todas las semanas a Rincón 326, porque era allí donde se
reunía nuestro grupo ICDL. Creo que en pocos meses fui más veces a USUARIA que
lo que había ido en los 20 años anteriores. Se acostumbraron tanto a verme que
cuando Norberto Torrera terminó su mandato como presidente, en Octubre de 2003,
pensaron que yo era el candidato para sucederlo. Así fue como, por culpa de o
gracias a Cecilia, un día me convertí en Presidente de USUARIA, algo bastante
lejos de mi imaginación antes de subirme al barco ICDL.
La historia
que voy a contar empieza en Vidzy, hace 80 años. Allí fue donde nació ella. En
Agosto de 2003 ella estaba en un congreso en Vilna, muy cerca, y se hizo una
corrida hasta sus pagos natales. Encontró su casa, casi un palacio de dos
pisos, que fue una de las cosas que sobrevivieron el paso de los años en una
ciudad castigada por tantas desgracias y matanzas. Siguiendo uno de mis vicios
me puse a investigar Vidzy, por Internet, por supuesto. Y cosa curiosa,
encontré un artículo de un tal Gershon Winer, que hoy tiene 84 años, que habla de
cómo era esta ciudad en 1930, justamente el año en que la familia de Cecilia Tuwjasz
dejó el lugar para emigrar a tierras lejanas. Ella tenía cinco años entonces. Vidzy,
dice Gershon, que también vivía allí y se fue por la misma época, estaba
ubicada en una zona preciosa, rodeada de lagos, bosques y termas naturales, muy
visitadas por gentes de todos lados por sus poderes curativos. La población de Vidzy
incluía rusos, lituanos, polacos, tártaros y una gran cantidad de judíos. “De
la mejor estirpe”, me contó un día Cecilia. Había entonces una iglesia
católica, una ortodoxa, una mezquita y tres sinagogas.
Vidzy
sufrió las consecuencias de innumerables guerras: rusos contra suecos, lituanos
contra polacos, alemanes contra rusos. Hace 500 años, Vidzy era parte de
Lituania. Antes de la Primera Guerra Mundial pasó a ser parte de Rusia. Después
de esta guerra se convirtió en parte de Polonia. O sea que Cecilia, que nació
en 1925, es polaca. En Septiembre de 1939,
después del pacto Stalin- Hitler, fue tomada por las tropas rusas. En Junio de 1941
las tropas alemanas la tomaron por asalto y los rusos salieron disparando. Finalmente,
terminada la guerra, Vidzy se convirtió en parte de Bielorrusia hasta nuestros
días.
En 1930,
dice este señor Gershon Winer, las políticas del gobierno polaco eran cada vez
más hostiles con los judíos, tenían mil obstáculos para poder trabajar, aunque
eran la mayoría de la población. Muchos se vieron obligados a emigrar a otras
tierras. A la luz de lo que pasó luego, el antisemitismo del gobierno polaco
resultó una bendición para los que se vieron forzados a irse. Se salvaron de un
destino horrible. El 5 de Abril de 1943 todos los judíos que vivían en el
guetto de Vidzy fueron transportados al campo de concentración de Vilna para
encontrarse con la muerte.
Pero los
Tuwjasz, por suerte, ya estaban en la Argentina, instalados en Avellaneda. El
padre de Cecilia murió a los pocos años y la madre se volvió a casar. Cecilia
era única hija. En el colegio secundario, una compañera de colegio de Cecilia,
Rebeca Cherep, le marcaría el destino. La que luego se convertiría en Rebeca
Guber, tenía una personalidad tan luminosa y poderosa como la de Cecilia
Berdichevsky. Sus destinos se encontraron muchas veces y, a partir de la década
del 50 hubo una personalidad común en la vida de las dos que las mantuvo unidas
para siempre, Manuel Sadosky.
Cecilia se
casó con Mario Berdichevsky. Fue en el año 1951. Ruti, su sobrina de 5 años,
muy orgullosa en su vestido de terciopelo azul, le llevaba la cola del vestido
de novia. Parece que la plata se junta con la plata. Porque la familia de
Cecilia, les cuento, tenía un excelente pasar económico. Pero los Berdichevsky
no se quedaban atrás, eran una de las familias más poderosas de Avellaneda. “Mi
suegro tenía 3 millones, mi padrastro nada más que 2 millones”, me contó ella
un día. No sé si ya se los dije, pero Cecilia es una mujer incurablemente extrovertida.
Aunque Manuel Sadosky me sorprendió cuando me dijo: “Cecilia Berdichevsky era
una joven muy tímida”. Estábamos con Juan Carlos Fränkel, tomando el té con el
maestro en su casa de Paraguay. ¿Cecilia muy tímida? Con Juan Carlos nos
miramos. No estábamos seguros si estaba hablando de la misma persona que
conocemos. Pero volviendo a lo que les estaba contando, estuve calculando que
los 5 millones que sumaba Cecilia entre padrastro y suegro allá por el año 51 equivaldrían
a unos 50 millones de hoy en día. Aunque ella dice que hoy no tiene tanto. En
realidad dice que no le quedó casi nada.
Dicen que
detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Y supongo que detrás de toda
gran mujer hay un gran hombre. Seguramente las dos cosas son ciertas en el caso
de Cecilia y de Mario Berdichevsky, el médico, querido por todos. ¡Cómo lo
querían en el Fiorito! Todo el hospital se unió a centenares de avellanedenses
para llorar a gritos el día que murió, hace 14 años, un 1° de Julio. Manuel
Sadosky recuerda la imagen de todas las enfermeras y médicos formados en las
escalinatas del hospital, una ceremonia inolvidable. La Avenida Belgrano quedó
bloqueada por la gente que vino a dar su último saludo al gran médico de
barrio, sin importarles el frío ni la lluvia. Juan Carlos Fränkel me cuenta que
hasta los enfermos se levantaron para ir a unirse a la multitud en la despedida
final. Cuenta Daniel Arias que Mario fue un gastroenterólogo de primer nivel,
el que trajo el endoscopio a la Argentina.
Cecilia
había elegido seguir la carrera de contadora. Su amiga Rebeca Guber, la de
Matemáticas. Pero nuestra amiga no estaba demasiado contenta de la profesión,
que estuvo ejerciendo por unos diez años. Rebeca, por su lado, estaba fascinada
con haber elegido la carrera de Matemáticas. No era para menos, lo tenía cerca
al gran maestro, a Manuel Sadosky, responsable como pocos de la época de oro de
la Universidad de Buenos Aires, de 1956 a 1966.
En 1955
Cecilia lo acompañó a Mario a una asignación por un año en Francia. Mientras
tanto ella se dedicó a hacer estudios en el Centro Atómico SECLAY. El francés
no fue problema para ella, llegó a dominarlo a la perfección. Rebeca y José
Guber llegaron a Europa al final de ese año para recorrer un montón de lugares
juntos. Me imagino que fue por esos días que Rebeca le dijo a Cecilia: “Vos
tenés que venir a estudiar Matemáticas a Exactas, Cecilia, esa es tu carrera,
te va a encantar”. Así que de vuelta en la Argentina, Cecilia, decidió hacer el
gran cambio de su vida y se puso a estudiar Matemáticas. Era el año 1956, ella
tenía 31 años. Sadosky era el profesor de Matemáticas para los ingenieros y
para los matemáticos. “Le enseñaba más a fondo a los que seguían Matemáticas”,
me confesó Manuel. Me sentí un poco discriminado cuando me dijo eso. “Cecilia
estudió junto con mi hija Corita”, me contó. La hija de Manuel tenía entonces 16
años. Otra estudiante de ese mismo año, 1956, era Pilar Suter, que terminaba la
carrera. Le pregunté a Sadosky cómo era Cecilia como alumna. “Una traga total.
Por eso siempre estuvo entre los mejores promedios. Corita también era otra
traga”.
Todo el
mundo dice que la década de 1956 a 1966 fue la década de oro de la Universidad
de Buenos Aires. Y muchos coinciden en que la figura principal de esos años fue
justamente Manuel Sadosky. El logro principal de Manuel fue, seguramente, la
creación del Instituto de Cálculo. La idea que él tenía era que para
desarrollar la matemática aplicada se necesitaba una computadora poderosa. En
1957 inició el proceso para seleccionar una. Finalmente quedó elegida una
computadora inglesa, la Mercury de la empresa Ferranti. El único problemita era
cuánto costaba: 300.000 dólares. “Cuando se lo planteé a Bernardo Houssay, que
era por entonces el director del CONICET, casi le da un síncope”, me dijo. Pero
por suerte estaban Eduardo Braun Menéndez y Rolando García, simpatizaban con
Manuel y con su idea, los dos vinculados con el CONICET. Rolando García era
además el Decano de Exactas. Ellos sí estaban convencidos de la importancia del
proyecto. Así que al primer día que faltó Houssay a su trabajo en el CONICET entre
los dos se las arreglaron para aprobar la inversión. Houssay se quedó
sorprendido, pero no enojado. Los ingleses se sorprendieron mucho más todavía,
no lo podían creer.
La
computadora, la famosa Clementina, que tenía 18 metros de largo, finalmente se
instaló en 1961, inaugurando el Pabellón I de la flamante Ciudad Universitaria
en Núñez. Cecilia recibió los primeros cursos de programación de Cicely Popplewell -famosa por haber trabajado con Alan Turing- y del español Ernesto García Camarero. Así se convirtió en la primera programadora de la primera gran computadora que tuvo la Argentina. En ese mismo año se seleccionaron dos personas para
profundizar los estudios de programación en Inglaterra. Se buscaba gente muy
confiable y con excelente promedio. Cecilia fue una de las seleccionadas. Así
partió ella a Manchester a continuar sus estudios con Cicely Popplewell. Cuando volvió, en 1963, era una programadora super experta en Clementina.
Además de
ser programadora y algo así como la guardiana de la máquina, Cecilia también
era Jefa de Trabajos Prácticos de Cálculo Numérico I, donde el profesor titular
era Sadosky. “Manuel daba las clases teóricas”, cuenta Betty Burzomi, “pero un
día que no pudo ir apareció Cecilia para reemplazarlo”. “¿Y cómo anduvo?”, pregunté yo. “Renerviosa al
principio, hasta que se le pasó. Después resultó que era muy clara. Ella era todo
empuje, un cohete”.
Juan Carlos
Fränkel, Marcelo Larramendy, Néstor Sameguini eran alumnos de la carrera de
Matemáticas por esa época. Cecilia, además de docente, trabajaba con Clementina
en el Instituto de Cálculo. Con el tiempo los tres alumnos también se
incorporaron al Instituto de Cálculo, y se convirtieron en colegas y amigos de
nuestra amiga. Las jornadas eran largas. Al fin del día se iban los tres y
Cecilia a alguna cervecería elegida por Juan Carlos, el experto en el tema. También
venían algunos cónyuges de los casados, Olga, Betty y, de vez en cuando, Mario
el médico. Pero había veces en que el trabajo seguía hasta altas horas de la
noche y se cancelaba lo de la cervecería, para desesperación de Juan Carlos. A
veces la “hormiguita laboriosa”, como la llama Betty, se pasaba un poco de
revoluciones. Como aquel Censo que se procesó una vez en el Instituto,
interminable. Ese día Cecilia no volvió a su casa. Hasta que apareció intempestivamente
el marido médico. Se la llevo poco menos que de los pelos. “Mírenla bien”, les
dijo a todos, que nunca lo habían visto tan enojado, “porque hoy es el último
día de Cecilia en el Instituto. Se acabó, nunca más la verán por acá”. Al día
siguiente Cecilia reapareció puntualmente, como todos los días, para seguir
trabajando con todo con el tema Censo.
Cecilia
recorrió mucho mundo y muchos trabajos. Fue consultora de la primera hora en
ACT, la empresa de Sadosky, Guber y Chamero. Trabajó en IBIZA, donde no se
olvidó de sus amigos del Instituto de Cálculo. En 1984 se convirtió en Subgerente
General de la Caja de Ahorro, a cargo del Centro de Cómputos.
Y, por
supuesto, Cecilia trabajó y sufrió muchos años en SADIO. Fue vicepresidenta de
Oliveros. Fue la representante en la IFIP por lustros y lustros, amada por
todos. Pero quizás lo más importante de todo lo que hizo Cecilia en SADIO fue
cuando organizó las 18 JAIIO en el Bauen, donde el "Cuero" Aráoz era el
presidente del Comité Académico y ella la presidenta del Comité Ejecutivo. No
sé qué estrella invitada tenían anunciada, que finalmente falló. Por suerte
estaba por aquí Ramón Puigjaner, que fue convocado de urgencia por Cecilia.
Como pueden imaginar Ramón no tuvo ninguna posibilidad de negarse. Era una
orden. Se presentó y fue un conferencista de lujo de esas JAIIO, quizás lo
mejor de una de las jornadas más memorables que se hayan organizado nunca.
Cecilia, eternamente agradecida a Ramón.
“Cecilia es vital, incansable”, dice Juan
Carlos. “Cecilia es muy emprendedora”, dice Marcelo, “una vez que se le pone
algo en la cabeza no para más. Estando en la Caja se convenció de las bondades
de la Tarjeta Chip. Fue una pionera del tema en la Argentina”. Para Marcelo
Larramendy, la tarjeta chip era algo así como una solución a la espera de un
problema, pero el problema ideal nunca apareció. Para Ruti, Cecilia era una
adelantada a su época. Vio el tema diez años demasiado temprano.
“Cecilia es
mi tía”, dice Julieta Burzomi, como si esa frase lo dijera todo. “Ella es
divertida, emprendedora, alegre. En realidad es mucho más que una tía”. Yo me
quedo esperando la explicación de porqué es la tía. Ella parece querer darme
una pista cuando agrega: “Julia Oshiro, que también estaba en ACT, fue otra tía
mía”.
Yo la
conozco cómo trabaja en el grupo ICDL, es la presidenta. Les puedo decir que
sigue siendo la misma hormiguita laboriosa. En cada reunión trae impreso todos
los antecedentes de cada tema que quiere discutir. Usa un cuaderno donde anota
todo con letra infinitesimal. Los deberes propios y ajenos quedan registrados
en forma minuciosa. En cada reunión nos recita en forma implacable las cosas
que no hicimos y las nuevas cosas que tenemos que hacer.
Sé de muy
buena fuente que Cecilia fue muy linda toda su vida, sé por esa misma fuente que
tiene amigos devotos en multitudes de lugares de este mundo. Sé de algunos
pretendientes frustrados que la han perseguido sin descanso. Supongo que ya
imaginan quién me ha contado todas estas cosas. Sí, es ella la que me cuenta de
sus éxitos, por supuesto, ¡quién más! ¡Y pensar que Sadosky me dijo que ella
era una joven tímida! Ella no sufre esa enfermedad llamada falsa modestia. Esta
misma mañana me dijo con los ojitos sonrientes y coquetos que le conocemos:
“Sí, soy octogenaria pero no parezco, no se me nota nada”. Y la verdad que
tiene razón.
Nuestra
amiga es una seductora empedernida, con éxito en todo el mundo. Porque he
comprobado que cada vez que viaja la reciben y la agasajen en todos lados.
Puede ser Inglaterra, puede ser España, o puede ser Francia, o mismo Estados
Unidos. En cualquier punto de la tierra siempre tiene amigos íntimos que le
abren sus puertas, la invitan a sus casas y la agasajan.
Ella es
generosa como nadie. Y no lo digo sólo porque se pague los viajes que hace por
SADIO o por ICDL, que deberían ser pagados por estas asociaciones. Lo digo
también en lo personal. Como ese señor que le debía 25.000 dólares y un día,
con mucha vergüenza, le confesó que no podía devolvérselos. “No importa”, dijo
ella, "devolvémelos cuando puedas algún día". Nunca más se los reclamó. Fue él
mismo, cuando la fortuna le volvió a sonreír, el que se acercó con el dinero y
le dijo: “¿Te acordás que te debía esto?”.
Hablé
también con Olga, su empleada de toda la vida. “Hace 43 años que trabajo con
ella. Estoy muy orgullosa”. Ella también dice que Cecilia es muy alegre. Le
pregunté por los viajes a Europa. “Ah, sí. Nunca me voy a olvidar de ese primer
viaje, fue un regalo para mí, me enloquecí. Primero fuimos a París, 11 días
allí. Después Londres, 4 días, Manchester 3 días. Después España, 10 días en
Barcelona, 4 en Madrid. De allí a Italia, Roma, Venecia, Milán. Fueron 45 días.
Visitamos los museos, las iglesias, hicimos todas las excursiones. Cuando volví
me quedé pensando todo un año en los días que había vivido con ella. Después
fuimos otras veces, pero ese primer viaje fue algo increíble. ¡Ella es así de
generosa!”.
Cecilia a veces
se enamora rápido de la gente. A veces se desenamora más rápido todavía. Estar
en su lista de favoritos no es suficiente garantía para pasar de pronto a su
lista negra. Volver de su lista negra a su lista de favoritos es un milagro que
pocos puede contar. Los que están en su lista de amigos lo sienten como un
honor y un orgullo personal, como me pasa a mí.
Para
algunos la fama le dura 15 minutos. Para Cecilia, parece que no se extinguirá
nunca. ¡Feliz Cumpleaños, querida Cecilia!
Hernán Huergo
31 de Marzo de 2005
Gracias a
los colaboradores: Juan Carlos Fränkel, Marcelo Larramendy, Betty Burzomi,
Manuel Sadosky, Pilar Suter, Ruti, Julieta Burzomi, Rebeca Guber, Olga, Daniel
Arias, Gershon Winer.
Hola! estoy haciendo un trabajo sobre la noche de los bastones largos para la facultad y quería saber si me podrías decir qué pasó con Cecilia Berdichevsky. Si siguió trabajando ahí o si tuvo que exiliarse. Muchas Gracias!!
ResponderEliminarHernán,
ResponderEliminarAún no lo puedo creer, los amigos de mis amigos son mis amigos
Tantos encuentros y nunca supe de tu amistad con Cecilia. Fue nuestra primera profesora en la carrera de Computación Científica que empezamos en 1963 con Noemí García y trabajando en otro grupo (el de Economía y Sociología) con Oscar Varsavsky. Siempre estuvimos cerca de ella y de Rebeca, quien la acompañó en sus últimos días. Qué lindo que fue leer esta crónica. Te prometo completarla algún día próximo y hasta la próxima reunión de Bit 40 con cariño
Liana Lew