Al comienzo, como en todos los centros de cómputo en la primera época, yo tenía un ejército de
perfoverificadoras.
Esto traía algunos problemas nuevos
para un ingeniero acostumbrado a tener sólo varones a su cargo.
Uno trivial pero peliagudo era el aire
acondicionado. Por exigencias del equipo había que mantenerlo en un ambiente por debajo de los 24ºC.
Esto era bienvenido por los operadores
que trabajaban en la sala de máquina, que tenían que llevar y traer cajas de
fichas, listados kilométricos y los packs de discos “removibles” que pesaban
sus buenos kilos.
Perfoverificadora con uniforme diferente al que utilizaban las de Alpargatas |
Pero como no era así, yo ocupaba un
buena porción de mi tiempo en recibir las quejas femeninas y tratar de modificar las condiciones.
Alpargatas era el pionero en estudio de
métodos y tiempos del trabajo manual, que se aplicaban también a las perfoverificadoras. Una vez establecido un
tiempo estándar para esa tarea, se fijó también una producción normalizada para
las 7 horas de trabajo. Y tal como lo indica la teoría del estudio de métodos,
al cabo de algún tiempo de establecerse estos valores, todos las operadoras lo
superaban, haciendo la tarea fijada en menos de siete horas.
También como en la fábrica, donde había
que evitar el desbalance de la producción, una vez hecha la tarea normal, el
personal –las perfoverificadoras– podía retirarse.
También como en la fábrica, si había
alguna tarea extra para realizar se les ofrecía hacerla con una retribución
adicional.
En este contexto sucedía que muchas terminaban su tarea y se
iban antes de las siete horas (horario de 7 a 14 y 14 a 21, según la ley para el personal femenino)
y unas pocas se quedaban a hacer los trabajos extra (que eran un porcentaje
mayor que en la fábrica, porque había más imprevistos).
Pasaba algo extraño: las dos más
veloces del turno tarde eran siempre las mismas, antes de las 19 ya habían terminado, pero ninguna de ellas se
quedaba para hacer horas extra.
Las dos tenían el mismo nombre de pila
y además eran amigas, las llamaré la "atrevida" y la "modosita".
Cumpliendo los deberes de un buen
jefe llamé a la "atrevida", que además era la más simpática e inteligente:
– ¿Por qué ustedes dos nunca se quedan a
ganarse algunos pesitos al terminar la tarea normal?
Silencio estridente... atronador...
suspenso...
– ¡Ejem! ... ¡ejem!.. Usted
no comprende... Mi amiga y yo somos putas. Si
salimos temprano tenemos tiempo para bañarnos, perfumarnos y salir a buscar los
mejores clientes, que son los jefes que dicen en su casa: “me tuve que quedar
en la oficina porque había mucho trabajo”, y que tienen más plata, son más
viejitos y menos exigentes.
Y siguió
diciendo:
– Nosotras paramos frente al Teatro San Martín. Si
llegamos más tarde perdemos esos clientes, nos ocupan el lugar y caemos en
manos de los más jóvenes que nos exigen más, muchas veces no nos pagan, y hasta
nos pegan....
Yo
entonces tenía 37 años, no sé si me contarían entre sus potenciales clientes viejitos.
Después
de este incidente las dos chicas siguieron trabajando más que bien, quiero
decir, eran excelentes perfoverificadoras, lo otro nunca lo averigüé.
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Ricardo Forno dijo...
El 13/09/2015 a las 20:26, Roberto Iglesias escribió:
Ese si que fue un proyecto formidable para la época, todos hablábamos de el.
Seguramente por eso, porque desde siempre ha sido difícil sostener las cosas buenas en nuestro querido país, lentamente fue abandonado.
Yo tuve la dicha de ser parte del CUPED que desde el Estado Argentino exportaba software de aplicación gratuitamente en la década del ´70 a Chile y México y hace 40 años que lo pulverizaron en aras de una supuesta “modernidad”. aunque aún hoy sus ex integrantes seguimos reuniéndonos y festejándolo como se corresponde con esa maravillosa escuela.
Felicitaciones a quienes conformaron ese equipo fantástico que imaginó y avanzó hasta donde lo dejaron con el proyecto FATE como lo identificábamos por aquellas épocas.
Estaremos seguramente todos atentos aunque ese 7 de octubre no estaré en el país y me pierdo la presentación.
Roberto –Pipi- Iglesias
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Ricardo Forno dijo...
¡Bravo, Rodolfo! ¿Viste que se podía contar historias picantes?
El 12/09/2015 a las 20:52, Hugo Studnitz escribió:
Hola a todos, muchos años sin vernos con los que nos conocemos, que no son todos! quiero comentarles que finalmente se ha terminado el libro que cuenta la historia del proyecto Serie 1000 de Fate (la computadora nacional); coordinado por Roberto Zubieta se compilaron recuerdos y comentarios de muchos de los protagonistas (entre ellos me cuento!).
El libro se presenta en la SADE el día miércoles 7 de octubre.
Por temas laborales no sé si estaré en Buenos Aires, pero sí estará Zubieta y varios de los colaboradores.
No sé como será el tema de la distribución en librerías, pero si a alguno le interesa agregar un ejemplar a la biblioteca basta con avisarme y coordinamos el envío.
Hola a todos, muchos años sin vernos con los que nos conocemos, que no son todos! quiero comentarles que finalmente se ha terminado el libro que cuenta la historia del proyecto Serie 1000 de Fate (la computadora nacional); coordinado por Roberto Zubieta se compilaron recuerdos y comentarios de muchos de los protagonistas (entre ellos me cuento!).
El libro se presenta en la SADE el día miércoles 7 de octubre.
Por temas laborales no sé si estaré en Buenos Aires, pero sí estará Zubieta y varios de los colaboradores.
No sé como será el tema de la distribución en librerías, pero si a alguno le interesa agregar un ejemplar a la biblioteca basta con avisarme y coordinamos el envío.
Ese si que fue un proyecto formidable para la época, todos hablábamos de el.
Seguramente por eso, porque desde siempre ha sido difícil sostener las cosas buenas en nuestro querido país, lentamente fue abandonado.
Yo tuve la dicha de ser parte del CUPED que desde el Estado Argentino exportaba software de aplicación gratuitamente en la década del ´70 a Chile y México y hace 40 años que lo pulverizaron en aras de una supuesta “modernidad”. aunque aún hoy sus ex integrantes seguimos reuniéndonos y festejándolo como se corresponde con esa maravillosa escuela.
Felicitaciones a quienes conformaron ese equipo fantástico que imaginó y avanzó hasta donde lo dejaron con el proyecto FATE como lo identificábamos por aquellas épocas.
Estaremos seguramente todos atentos aunque ese 7 de octubre no estaré en el país y me pierdo la presentación.
Roberto –Pipi- Iglesias
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