Autor del Blog: HERNÁN HUERGO

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2015.09.25: Carlos Tomassino: CASSINO-TOMASSINO (Parte 1 de 3)

Aún me sorprendo cuando - cada vez que me presento con alguien del ambiente - algunos todavía me miran, fruncen el ceño y preguntan...."de Cassino Tomassino...?"

Esa cacofonía de nuestras últimas seis letras iguales se convirtió (supongo que para Jorge también) en una constante a lo largo de estos últimos 35 años....

Carlos Tomassino y Jorge Cassino
Foto 2014
Pero qué fue realmente Cassino-Tomassino?

Con los años creo que fue una sinergia de circunstancias propias, avances de la tecnología y momentos del país confluyentes, que permitieron que se interrelacionaran con un objetivo común que ambos profesábamos: demostrarnos que se podía generar algo de la nada, divertirnos, y por supuesto, ganar dinero.

Nos conocíamos desde antes, y en 1977 ambos éramos gerentes de sistemas, Jorge de Mercedes Benz, yo de Siemens, y como ya contase, nos reencontramos en un curso de Metodología de Sistemas que dictaba Alberto Lardent en la UB.

A fines de ese año, en un almuerzo en un ignoto restaurante de Defensa y Belgrano, planeamos juntos armar una consultora en Sistemas cuando ambos nos convertiéramos en ex. No sé si ya vislumbrábamos el futuro...ello ocurrió antes del mundial 78.

Allí decidimos alquilar dos oficinas de 3x5 en Suipacha y Cangallo (hoy Perón) y con gran parte de las indemnizaciones recibidas de nuestras salidas empresarias, compramos cuatro originales escritorios, ocho sillas y una mesa de reuniones, a un incipiente y transitorio mueblero, hoy el Ing. Joaquín Fargas, quien con los años se  convirtió en un reconocido y referente inventor de tecnologías.

Así arrancamos: dos jefes en uno de las oficinas, y una secretaria en la otra, una máquina Olivetti  de escribir, una línea telefónica con dos teléfonos conectados a esa misma línea (una en cada habitación), una cafetera eléctrica con seis pocillos y seis copas de vidrio con una jarra. No teníamos cortinas ni ventilador. Era un desastre. Increíble pero nada más.

Armamos una lista de conocidos (teníamos los escritorios pegados cerca de la ventana) y empezamos a llamar, secretaria mediante ("Le pasaré con el Licenciado..." decía y salía corriendo para que al lado levantáramos el tubo y volvía para decir "El licenciado está en línea...", y cortar.
Ahí nos empezamos a dar cuenta que nada sería sencillo. Hacia fuera, ambos aprendimos a sonreír cuando espaciadamente conseguíamos una entrevista con algún gerente de sistemas con posibilidades de realizar externamente algún sistema, pero en nuestro bunker nos mirábamos como diciendo "qué estamos haciendo mal...?".

Porque nadie llamaba...

Tardamos casi cinco meses en conseguir nuestro primer cliente y para subsistir dábamos clases: Jorge había sentado basa en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA en la cátedra de Sistemas de José Seoane, mientras yo progresaba lentamente, también como docente en la Regional Buenos Aires de la UTN, y en donde pude conseguirle a Jorge una cátedra de Auditoría de Sistemas.
Un amigo, Roberto García Tuñón, nos llevó, al promediar agosto; a dictar los cursos de sistemas en el Consejo Federal de Inversiones, gracias a los que sobrevivimos con alguna hidalguía.  El hecho de recorrer un poco el país, y en esas provincias hablar de que en el Estado se "venía la informática", y ver la cara de nuestros alumnos, hacía que nos sintiésemos un poco más seguros a la hora de volver a la realidad en la capital.

Ese primer cliente, frigorífico Santa Tecla, nos trajo suerte ya que en los cuatro meses subsiguientes conseguimos un par más, incluido Aeroperú que nos convirtió en su desarrollador para el sistema de  facturación local de pasajes. En ese entonces sólo existía el software a medida y el tiempo de implantación era excesivamente largo, lo que nos daba aportes mensuales que nos garantizaban continuidad. Ya pensamos en cortinas y un ventilador. Una garantía. ..

Gracias a todo ello, en marzo de 1979 decidimos armar una SA con nuestros apellidos. Era el arranque.


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