Aún me sorprendo cuando - cada vez que me presento con
alguien del ambiente - algunos todavía me miran, fruncen el
ceño y preguntan...."de Cassino Tomassino...?"
Esa cacofonía de nuestras últimas seis letras iguales se
convirtió (supongo que para Jorge también) en una constante a lo largo
de estos últimos 35 años....
Con los
años creo que fue una sinergia de circunstancias propias, avances de la
tecnología y momentos del país confluyentes, que permitieron que se
interrelacionaran con un objetivo común que ambos profesábamos:
demostrarnos que se podía generar algo de la nada, divertirnos, y por
supuesto, ganar dinero.
Nos conocíamos desde antes, y en 1977 ambos éramos gerentes de
sistemas, Jorge de Mercedes Benz, yo de Siemens, y como ya contase, nos
reencontramos en un curso de Metodología de Sistemas que dictaba Alberto
Lardent en la UB.
A fines de ese año, en un almuerzo en un ignoto restaurante de Defensa y Belgrano, planeamos juntos armar una consultora en Sistemas cuando ambos nos convertiéramos en ex. No sé si ya vislumbrábamos el futuro...ello ocurrió antes del mundial 78.
A fines de ese año, en un almuerzo en un ignoto restaurante de Defensa y Belgrano, planeamos juntos armar una consultora en Sistemas cuando ambos nos convertiéramos en ex. No sé si ya vislumbrábamos el futuro...ello ocurrió antes del mundial 78.
Allí decidimos alquilar dos oficinas de 3x5 en Suipacha y Cangallo (hoy Perón) y con gran parte de las indemnizaciones recibidas de nuestras salidas empresarias, compramos cuatro originales escritorios, ocho sillas y una mesa de reuniones, a un incipiente y transitorio mueblero, hoy el Ing. Joaquín Fargas, quien con los años se convirtió en un reconocido y referente inventor de tecnologías.
Así arrancamos: dos jefes en uno de las oficinas, y una secretaria en la otra, una máquina Olivetti de escribir, una línea telefónica con dos teléfonos conectados a esa misma línea (una en cada habitación), una cafetera eléctrica con seis pocillos y seis copas de vidrio con una jarra. No teníamos cortinas ni ventilador. Era un desastre. Increíble pero nada más.
Armamos una lista de conocidos (teníamos los escritorios
pegados cerca de la ventana) y empezamos a llamar, secretaria
mediante ("Le pasaré con el Licenciado..." decía y salía corriendo
para que al lado levantáramos el tubo y volvía para decir "El licenciado
está en línea...", y cortar.
Ahí nos empezamos a dar cuenta que nada sería sencillo. Hacia fuera, ambos aprendimos a sonreír cuando espaciadamente conseguíamos una entrevista con algún gerente de sistemas con posibilidades de realizar externamente algún sistema, pero en nuestro bunker nos mirábamos como diciendo "qué estamos haciendo mal...?".
Ahí nos empezamos a dar cuenta que nada sería sencillo. Hacia fuera, ambos aprendimos a sonreír cuando espaciadamente conseguíamos una entrevista con algún gerente de sistemas con posibilidades de realizar externamente algún sistema, pero en nuestro bunker nos mirábamos como diciendo "qué estamos haciendo mal...?".
Porque nadie llamaba...
Tardamos casi cinco meses en conseguir nuestro primer
cliente y para subsistir dábamos clases: Jorge había sentado basa en la
Facultad de Ciencias Económicas de la UBA en la cátedra de Sistemas de
José Seoane, mientras yo progresaba lentamente, también como docente en
la Regional Buenos Aires de la UTN, y en donde pude conseguirle a Jorge
una cátedra de Auditoría de Sistemas.
Un amigo, Roberto García Tuñón, nos llevó, al promediar agosto; a dictar
los cursos de sistemas en el Consejo Federal de Inversiones, gracias a
los que sobrevivimos con alguna hidalguía. El hecho de recorrer un poco
el país, y en esas provincias hablar de que en el Estado se "venía la
informática", y ver la cara de nuestros alumnos, hacía que nos
sintiésemos un poco más seguros a la hora de volver a la realidad en la
capital.
Ese primer cliente, frigorífico Santa Tecla, nos trajo
suerte ya que en los cuatro meses subsiguientes conseguimos un par más,
incluido Aeroperú que nos convirtió en su desarrollador para el sistema
de facturación local de pasajes. En ese entonces sólo existía el
software a medida y el tiempo de implantación era excesivamente largo,
lo que nos daba aportes mensuales que nos garantizaban continuidad. Ya
pensamos en cortinas y un ventilador. Una garantía. ..
Gracias a todo ello, en marzo de 1979 decidimos armar una SA con nuestros apellidos. Era el arranque.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMENTARIOS SON MÁS QUE BIENVENIDOS. POR FAVOR CON NOMBRE Y APELLIDO. LOS COMENTARIOS AJENOS A LA TEMÁTICA DE ESTE BLOG SERÁN ELIMINADOS.