Con mi nieta, Mili |
Era el año 1980, yo tenía 37 años.
Los que han pasado por IBM saben que cada 1° de enero se producían en la
Big Blue cambios en los destinos de la gente, promociones gerenciales, nuevas
asignaciones internacionales, cambio de clientes atendidos por Representantes de Ventas, reasignaciones de Ingenieros de Sistemas. En fin, era como si se tiraran los dados para todos y
cada uno, y a empezar de nuevo, o a continuar con lo mismo; a veces alegrarse,
a veces preocuparse, a veces no saber si alegrarse o preocuparse.
Pero en mi caso las noticias eran excelentes. Luego de tres años maravillosos
(1977-1979) de haber sido Gerente de Ingeniería de Sistemas de la Sucursal
Manufactura y Procesos –cargo por el que había pasado Juan Carlos Masjoan, como
saben los que leyeron 1967-1970 Años de Magia–, me tocaba como nueva posición la de Gerente de
Ingeniería de Sistemas de la Sucursal Gobierno y Servicios Públicos, donde
estaban los clientes que tenían los equipos más importantes del país, con el
CUPED a la cabeza. Un desafío que me fascinaba.
Quiero aclarar, por las dudas, que en 1980 la Sucursal Gobierno de IBM
no tenía sombras que yo conociera, eran todas luces. Era un símbolo sin manchas
de una excelente empresa, que yo amaba.
1980 trajo otro acontecimiento muy importante para mí, la promoción al
nivel gerencial 58. Los Dinos que pasaron por IBM saben de lo que estoy hablando. Una persona llamada Ricardo me diría más tarde, ese mismo
año: “Cuando yo llegué al nivel 58 pensé que había llegado al cielo: una gran
empresa, un excelente sueldo, y, como si fuera poco, ¡auto! Supe entonces que
era la empresa en la que me quedaría toda mi vida”.
Eran años de plata dulce, los sueldos de IBM Argentina eran tan altos en
dólares que los aumentos para los niveles superiores requerían la aprobación
del CEO mundial de IBM.
¿Había llegado al cielo?
Sin embargo, sin embargo...
A mediados de año me llamó un colega, un ingeniero a quien había
conocido en la facultad, José María Larocca, socio con otro ingeniero, Pedro
Antonini, de la más exitosa consultora de Ingeniería del momento, ATEC
Ingenieros Consultores.
-Hernán, queremos que seas nuestro socio, queremos invertir en una consultora dedicada a Informática.
Arranqué las conversaciones convencido de que no abandonaría el cielo. Que ganaba demasiado. “No hay problema, te garantizamos eso y mucho más”. Que se necesitaba invertir en esto y en aquello. “Ningún problema, lo
invertimos nosotros, lo que vos digas”.
Uno tras otro derribaban a mazazos mis argumentos, mientras yo sentía que comenzaba a enamorarme de la idea. ¿Ser socio? ¿Ser dueño?
Hablando del tema con un amigo de toda la vida, compañero de colegio, abogado brillante que tenía un estudio, me dijo la siguiente frase: “Hernán,
desde siempre te envidio. Estás en relación de dependencia, tenés un sueldo
seguro, encima bien alto. Es todo lo que quisiera yo tener, que nunca puedo saber del todo qué ingreso voy a tener cada mes, ni cuándo podré tomarme vacaciones
sin sufrir”.
Frases llenas de verdades, pero a esa altura mi decisión ya estaba
tomada.
Cuando se lo comuniqué a
quien era mi jefe, Ricardo Martorana, casi se desmaya de la sorpresa. Fue
cuando me dijo la frase ya citada. Evidentemente, sin imaginarse entonces que
también él abandonaría lo que llamaba cielo, aunque por otras razones.
En el cóctel de despedida que me organizaron, tan cariñoso y lleno de gente,
pude recordar mis palabras de despedida. Pero no pude evitar que en un momento se
quebraran, tal era la inmensa emoción que sentía. Tanto por abandonar el cielo como
por embarcarme en una aventura para la que apostaba el alma y la vida.
12/08/1981: Nacimiento de la IBM PC |
(Continuará Capítulo II: SDI,
Sistemas de Información)
Te fuiste de IBM en 1981 y ya no regresaste? Claro en esos años yo estaba por TTI y no te veia, espero el siguiente capitulo, este es muy emocionante y compartirlo vale la pena!°!!!!!
Un abrazo
Aunque te cuento que me fui de IBM en agosto de 1980.
Abrazo.
Hernán