Dando una conferencia en Italia, en la década del 90 |
El primer año todo anduvo sobre rieles, y al año siguiente
hubo una asistencia récord de 54 alumnos. Todo prometía bien: los más
interesados llegaban temprano, se sentaban en las primeras filas y participaban
animadamente. Cuando tomé el examen final, casi todos se sacaron excelentes
notas ... salvo tres que se sacaron un 2, porque no quise ponerles el cero que
merecían. Los cité juntos e inmediatamente se disculparon: no habían podido
estudiar y se habían tirado un lance. Aprobaron en Marzo del año siguiente.
Poco después, poco antes de iniciarse el nuevo año lectivo,
se me informó escuetamente que no me renovaban el contrato. Cuando el economista que me había recomendado pidió explicaciones, el Secretario Académico le dijo textualmente: "¡No sé qué le pasó a Di Véroli! ¡Se rayó! ¡En el examen final sonó a tres!". Evidentemente este señor tenía toda la razón. Poco importa que se dicte, bien o mal, un tema bueno o malo, lo que importa es que el docente acate una norma poco publicitada pero fundamental en esa alta casa de estudios: "¡Se Prohibe Bochar!".
Tengo experiencias similares...
ResponderEliminar