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2017.03.31: Claudio Di Véroli: Anécdota X - Últimos trabajos en la Argentina y un nuevo comienzo en Irlanda

Para mediados de la década del 90 trabajaba yo como Gerente de Proyectos para una consultora argentina de sistemas; hicimos trabajos interesantes, como ser un diseño de base de datos relacional con un centener de tablas, un sistema de asignación de profesores y aulas para una universidad privada (NO la que mencioné en la Anécdota IX) y un algoritmo de carga de cisternas de camiones-tanque. Lamentablemente la consultora, que tenía unos 40 analistas-programadores cuando me uní a ellos, para 2000 se había reducido a solamente cuatro. Mi mujer y yo estábamos ambos pasados la cincuentena, y en los últimos dos años yo había trabajado solamente tres meses; la cosa pintaba muy mal y no nos quedó sino emigrar a inicios de 2001. Como le decía un personaje de Quino al taxista que lo llevaba a una consulado, "¡No me voy, me echan!".

Los primeros tiempos en Irlanda fueron muy duros. Trabajar en Argentina ocasionalmente en inglés es una cosa; otra muy distinta es mudarte a un país de habla inglesa, buscar allí trabajo y luego desempeñarte en un ambiente empresario donde (a) sos de los poquísimos extranjeros, (b) le llevás más de 20 años a casi todo el mundo, (c) no tienen empacho en comentar tu "curioso acento", y (d) que tengas que adaptarte a todo eso ya pasados los 55 años de edad.

Claudio con seis de las "Claudio's girls", 2004
De un modo u otro, al tiempo me hallaba yo en una importante empresa de servicios dirigiendo el desarrollo de sistemas. Además de coordinar una veintena de Analistas-Programadores proporcionados por una conocida empresa informática internacional, supervisaba yo a cuatro Business Analysts y cuatro System Testers. A estas ocho irlandesitas las había hábilmente reclutado mi astuto predecesor: las había altas y bajas, gordas y flacas, rubias, pelirrojas y morochas, pero todas eran muy simpáticas y sumamente eficientes. Yo les llevaba como 30 años y para mí eran niñas, pero los muchachos de otros sectores las veían con otros ojos, y me causaba mucha gracia 
Claudio frente al edificio donde trabajaba en Dublin, 2003
cuando alguno de ellos se aparecía por nuestra oficina “rondando la presa”. Eso sí, el grupo pronto adquirió merecido prestigio: en alguna reunión algún gerente mencionaba algún inconveniente con un sistema y otro le decía "No problem, man! Just call Claudio's girls and they will solve it!" ("¿Qué problema te hacés? ¡Llamá a las chicas de Claudio y te lo resuelven!”). Yo escuchaba cómo las "Claudio's girls" se habían vuelto legendarias, y me enorgullecía como si fueran hijas ...


Y todo esto sirve como introducción para la Anécdota XI. ("¡Continuará!")

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