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15/03/2018: Eduardo Vila Echagüe: ¡Recesión!


[Capítulo 23 de La Informática y yo]

¡Recesión!


El gobierno chileno había tenido un considerable éxito en la lucha contra la inflación. De más del 500% anual en 1973, el último año de la Unidad Popular, había logrado bajarla a menos del 10% en 1981, el año de mi segunda llegada a Chile. Una de las medidas que contribuyeron a ello fue el establecer un tipo de cambio fijo, de $39 por dólar, habiéndose comprometido a mantenerlo por 10 años. Medidas similares se habían tomado en Argentina bajo el ministro Martínez de Hoz, con las que yo me había beneficiado espectacularmente, tal como conté en un capítulo anterior.

Cambios en el panorama internacional hicieron que estas medidas fueran insostenibles a largo plazo. En Argentina la situación reventó en 1981, apenas yo me fui, en tanto que Chile aguantó hasta mediados el 82, cuando se produjo un primera devaluación. Esta no fue suficiente y ya a fines del 84 el dólar estaba en $115, con una inflación anual de poco más del 20%.

Como se pueden imaginar todos los que habían contraído deudas en dólares baratos estaban reventados. Lo mismo me pasó a mí cuando en 1983 me pasaron a la Sucursal Finanzas y me dieron como territorio algunos de los grandes bancos privados de Chile. Estos habían hecho agresivos planes de crecimiento en los años de bonanza y no sólo habían contratado equipos IBM para sus futuras expansiones sino que también los habían 'instalado' en la modalidad de arriendo. Digo 'instalado' porque los equipos estaban aún en las bodegas de los bancos. Si ustedes se preguntan para qué un banco pagaría arriendo por equipos que no está usando, la explicación probable es que influyó la presión de IBM para poder cumplir con sus objetivos del año 82. En efecto, IBM Chile tuvo en ese año resultados espectaculares y se llevó todos los premios en la Convención de Ventas respectiva.

¿Y qué pasó conmigo entretanto? Por lo pronto no asistí a dicha Convención, porque no había cumplido mi cuota. Pero lo peor fue cuando me puse a revisar la situación de mis nuevos clientes. Recuerdo en particular el Banco de Santiago, uno de los mayores de Chile. Tenía órdenes por cientos de terminales financieros IBM 3600, para colocar en las nuevas oficinas que pensaban abrir. Muchos ya estaban en su poder, listos para ser puestos en operación. Seguramente también tenían órdenes para incrementar la potencia de sus procesadores IBM 4341 de manera de soportar el aumento de sucursales. Todo se derrumbó como un castillo de naipes. Cartas cancelando las órdenes, cartas devolviendo los equipos en arriendo. Para fines del primer trimestre mi porcentaje de cumplimiento de la cuota estaba en rojo profundo, negativo por donde se mirara. Ninguna posibilidad de terminar bien el año. Además, tenía que escuchar los maravillosos relatos de mis colegas que volvían de la Convención. ¡Ufa! Mejor cambiamos de tema.

¿Cómo era la configuración típica de un banco importante en aquellos años? Normalmente tenían dos procesadores, uno para producción con sistema operativo DOS/VSE y CICS/VS y el otro para desarrollo, generalmente con VM/370. Los más grandes tenían dos IBM 4341 y los intermedios dos IBM 4331. Se suponía que el de desarrollo serviría de respaldo en caso de falla del de producción, ya que ambos sistemas compartían los mismos discos. La verdad es que el proceso para pasar la producción de un sistema al otro solía ser bastante engorroso, por lo que los clientes preferían esperar todo lo posible a que se solucionara el problema antes de hacer el cambio. Las fallas solían ser de software o errores de operación. El hardware de los IBM 4341 no fallaba nunca. Los IBM 4331 eran un poco más frágiles y recuerdo un cliente cuyo procesador presentaba una falla esporádica, el terror de todo gerente de informática. Para peor nuestro gerente del departamento técnico era de los que pensaban que la culpa siempre era del cliente. Tuve que hacer alardes de diplomacia para que la cosa no llegara a mayores. El cliente me despertaba en medio de la noche para reclamarme por una nueva falla, y yo qué podía hacer, salvo insistir con el departamento técnico. A esta altura mi mujer ya odiaba mi cargo de vendedor.

Sistema IBM 4381
En septiembre de 1983 IBM anunció dos nuevas familias de procesadores, los IBM 4381 y los IBM 4361, para reemplazar a los mencionados en el párrafo anterior. Sin saberlo yo, el IBM 4361 terminaría siendo mi salvación, pero eso es tema para el próximo capítulo. En lo inmediato significó que se esperaba que nosotros pudiéramos vender los nuevos modelos en reemplazo de los anteriores. Se pueden imaginar que esto no era tan fácil en un ambiente de profunda recesión con las instituciones financieras intervenidas por el gobierno para evitar su quiebra. Por otra parte, se había empezado a difundir entre los clientes la nefasta doctrina del downsizing, es decir, reemplazar el sistema central por varios procesadores individuales más chicos, cada uno con su propia aplicación. La argumentación que daban era el creciente costo de los especialistas que se requerían para administrar y operar un mainframe IBM, verdaderos gurús que el mercado se disputaba como si fueran Messi, Neymar o Alexis. Esto se agravaba por las limitaciones del DOS/VSE, y las dificultades 
de pasar al sistema operativos superior, el OS/VSE, porque exigía tamaños de máquina que excedían sus posibilidades. Demás está decir que los vendedores de DEC eran los principales apóstoles de la nueva doctrina.

Camino Santiago Viña, según Enciclopedia Salvat 
Al menos en la vida privada la cosa no me iba tan mal. Debido a que mis suegros vivían en Viña del Mar teníamos que hacer frecuentes viajes
para allá. El camino es bastante bonito, con cerros por todos lados y
atravesando un par de túneles, pero nunca pensé que lo fuera a nivel mundial. Por eso me sorprendió que hojeando mi enciclopedia Salvat,
española, que mencioné en uno de los primeros capítulos, ilustrando la
palabra carretera apareciera una foto de ese mismo camino que recorrí tantas
veces. ¡Se ve que habrá un chileno trabajando en la editorial Salvat!

Es un viaje de sólo dos horas, pero hacerlo de ida y vuelta en el día con 3 niños pequeños atrás podía resultar bastante agotador, por lo que decidimos que teníamos que tener un lugar para pernoctar cerca de Viña. Finalmente
El Aconcagua visto desde Valparaíso
compramos un pequeño sitio en un lugar llamado Costa Brava, cerca del balneario de Concón, con el mar por un lado y una imponente duna atrás que se dice que tiene una antigüedad de varios millones de años. Desde su cima se tiene una visión de casi 180°, destacándose la bahía de Valparaíso hacia el sur y en los días muy claros la Cordillera de los Andes hacia el oriente, sobresaliendo el monte Aconcagua que está íntegramente en Argentina. Seguramente también desde la punta del Aconcagua se ha de ver el Océano Pacífico. ¡Chile, siendo uno de los países más largos del mundo, es tan delgado que se puede ver a través de él! 
                
Este año al igual que el anterior no cumplí mi cuota de ventas. Mi única satisfacción fue a fin de año haber logrado una orden por un IBM 4361 en un banco mediano. Lo conseguí mediante un mecanismo poco convencional. Como el Gerente de Informática cumplía años el 28 de diciembre, le envié una carta en versos de estilo gauchesco, donde lo felicitaba y medio en broma le pedía que firmara el contrato ese mismo día, total quién le podría cuestionar algo firmado el día de los Santos Inocentes. La carta era totalmente formal, tipeada por la secretaria y guardada en la carpeta del cliente. Aún no llegaba el correo electrónico, tema de un próximo capítulo.



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