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19/11/2018: Conversando con Eduardo Vila Echagüe


Mi amigo Eduardo Vila Echagüe me avisó que estaba en Buenos Aires por unos días así que arreglamos tomar un café allí en La Rambla, Posadas y Ayacucho, que resultó un placer para mí. La foto la sacó el mozo.
-¿Dónde están tus canas? -fue mi primera pregunta. 
-No lo sé. Soy caso raro. En Chile toda la gente de mi edad tiene el pelo totalmente blanco. Los que no, caen bajo sospecha. Algunos han confesado que se tiñen.
Estarías bajo mi sospecha pero no, estoy acostumbrado a que digas cosas ciertas. ¿Dónde diablos están tus canas? ¿Me las regalaste todas?

Eduardo, como yo, un año menos, es ingeniero. Como yo, una vez recibido, comenzó en una empresa del rubro, él en Ford, yo en Techint. Como yo, no demasiados meses después de su "exitosa" y algo rutinaria vida como joven ingeniero, se enteró de una oportunidad para postularse en una empresa no del rubro, se llamaba IBM, que buscaba ingenieros. Como yo, él en 1968, yo en 1967, aprobamos nuestros tests y comenzamos una nueva vida, fascinante, la Informática. Como yo, entrar a IBM significó un aumento sustancial en nuestras remuneraciones. 50% de aumento para comenzar haciendo cursos. Eduardo, como yo, es además aficionado a la escritura. No hablo sólo del libro que se va publicando en este Blog, La informática y yo, que va por el capítulo 35, sino de su libro El Universo Improbable o El Dios Probable, súper interesante. Encuentran capítulos del mismo en Clemente.

Lo conocí mucho en la Big Blue. Sus últimos destinos en IBM Argentina fueron en el Centro de Sistemas, año 1975, que por entonces yo gerenciaba. Puedo asegurarles que Eduardo era un "distinto" entre todos los Ingenieros de Sistemas -denominación inventada por IBM que por cierto era trucha pero que nosotros y el mercado endosábamos. 

Tengo que elegir algunas cosas para transmitir por qué era "distinto", imposible decirlas todas. 

Por cierto tenía una inteligencia "especial". Había muchos inteligentes en aquellas nuestras huestes pero la inteligencia de Eduardo le permitía abordar con total solvencia proyectos que para el resto de los colegas eran entre raros y chinos. Una de las cosas que me recordó en el café de ayer fue cuando tuvo que resolver para el Hospital Escuela un proyecto vendido por Jorge Moroni relacionado con digitalizar los electrocardiogramas, pasarlos a disco para ser consultados luego como parte de la historia clínica -impresos, no existían las pantallas de IBM todavía. Lo que hoy es una estupidez era proyecto raro y chino en aquéllos años. El éxito de Vila Echagüe envalentonó al vendedor estrella para vender al Centro Atómico Bariloche una /360 44, una computadora tan "distinta" como Eduardo, primera de su especie en el país, que nuestro hombre superó sin problemas y con aventuras, diversiones y aprendizajes. Detalles de esta historia los encuentran en 2016.10.19: Eduardo Vila Echagüe: Neutrones en el Sur

Segundo punto que destaco, el hombre era un astrónomo aficionado, por no decir profesional, porque sé que es un experto de primer nivel. En su libro La Informática y yo, que ya lleva 35 capítulos publicados en este Blog, hay sobradas muestras de sus destrezas en el tema. 

Y, last but not least, Eduardo Vila Echagüe, tenía, hablo de 1975, 31 años, ¡y era soltero! Hoy ser soltero a los 31 años es más normal que ser casado, ya lo sabemos todos. Vivir en pareja es lo habitual, casarse es algo no tan habitual. Pero nuestro hombre distinto ni era casado ni vivía en pareja. Un solterón empedernido.

Eduardo era de una familia de cinco hermanos, el mayor falleció. Hoy tiene dos hermanas y un hermano. Cuando le dijo a su madre que había sido elegido para irse a IBM Chile por un tiempo, ella desesperó, o casi. 
-¡Pero, hijo, te vas soltero!
No sé cuántos "te lo dije" habrán aparecido en las siguientes admoniciones al hijo, recordando seguramente las candidatas más aprobables que le había conocido. Sí sé que ella pronunció la siguiente frase acongojada y premonitoria:
-¡Vas a terminar casándote con una chilena!
Mónica, la campeona de tetris
Era junio, estaban tomando un curso que se daba en Viña del Mar, él y otro IBMer no soltero, cuando nuestro hombre la vio. Posiblemente no hubiera pasado nada si la chica no hubiera sido tan mona, pero, más importante, si no hubiera tenido un libro de IBM en sus manos. Una señal, un puente servido para iniciar la conversación. Era Mónica, acompañada por una amiga. Dicen los que saben que en los meses de verano las chilenas suelen tener sus romances pasajeros con los argentinos que visitan esas mismas playas, las de Viña del Mar. Romances sepultados en pocas semanas pero que han generado toda clase de odios por parte de los chilenos titulares de las niñas que vacacionan de todo, novios incluidos. Son licencias casi válidas para enero o febrero, harto improbables y más bien inválidas para junio. La niña que acompañaba a Mónica advirtió de pronto que mejor no, el compañero que parecía haberle caído en gracia tenía una desgracia inocultada: ¡anillo de casado! Así que desapareció.

Eduardo y Mónica comenzaron así la conversación, el noviazgo, la visita a Buenos Aires para la bendición de la mamá premonitoria, el casamiento, los tres hijos, mujer, mujer y varón. Los cinco nietos por parte de las hijas, repartidos entre Cambridge y Seattle.
-¿Así que lo llamaste Eduardo a tu hijo menor? Ahora no es tan común elegir para los hijos el mismo nombre que tiene uno. 
-Cuando esperábamos el primer hijo ya teníamos preparado el nombre, Ramón, si es que nacía varón. Fue hija, Sofía. Lo mismo pasó con el segundo embarazo, fue Camila. Para el tercero ya estábamos preparados para que fuera mujer. Fue varón. Pero tampoco fue bautizado como Ramón. Sospecho que Mónica nunca hubiera llamado a un hijo así, rima demasiado con "huevón". Pero Ramón tenía que ser, de modo que fue Eduardo Ramón.
San Ramón Nonato
La historia de "tenía que ser Ramón" es bien extraña y divertida. La abuela Cossio de Eduardo, preocupada por la ausencia de varones en su descendencia hizo una "manda" -chilenismo por promesa- a San Ramón Nonato. Como todo el mundo no sabe el calificativo -que ha pasado ya a ser nombre- le viene a Ramón por el hecho de haber sido sacado del claustro materno, por medio de una intervención quirúrgica -hoy la llamamos cesárea-, cuando ya había muerto su madre. Es el patrón de las mujeres embarazadas y parturientas.

La "manda" surtió efecto. Pronto en la familia Cossio y descendientes de la abuela los varones comenzaron a nacer por montones y de minoría pasaron a fuerte mayoría entre los nietos de la mandante.

El Eduardo Ramón Vila Echagüe salió en algunas cosas misteriosamente parecido al padre. Su carrera terminó encaminándose hacia la Informática con grandes éxitos en la producción de software. De pronto su pareja decidió viajar a Australia para realizar estudios allá. Eduardo Ramón, que habla inglés como un inglés y que no teme los desafíos, decidió acompañarla. Cerró todo, vendió todo, y estaba listo para el viaje en algunas semanas más, el siguiente enero. De pronto, curioso, vio un aviso: Amazon buscaba un chileno para dar soporte desde Santiago. Escribió. Entonces no sabía que era uno de los 500 que escribieron. Lo llamaron para la prueba. En ese momento no supo que era uno de los 50 en ser llamados. Realizó la prueba con la solvencia propia de su sangre. Faltando muy pocos días para su vuelo a Australia, lo llamaron.
-Tenemos el agrado de informarle que usted ha sido elegido como nuestro representante en Santiago -le dijeron los de Amazon, o algo parecido, por supuesto en inglés.
Él juntó fuerzas para decirles, en su perfecto inglés:
-Lamento muchísimo informarles que tengo un compromiso por el cual debo viajar a Australia y deberé estar allí unos cuantos meses.
Los entrevistadores, una legión de cuatro, casi mueren de un infarto. El éxito ya informado a los Headquarters se transformaba en fracaso rotundo e inesperado. Se las arreglaron para buscarle la vuelta.
-Bueno, no hay problema, por un tiempo nuestro representante de Santiago realizará su trabajo en Australia.
Es divertido hablar con Eduardo. Y se pone apasionante escucharlo cuando explica lo que escribió en su libro, El Universo Improbable y el Dios Probable. Me detalla con entusiasmo la enorme improbabilidad de que el carbono haya aparecido con la capacidad única de formar moléculas de la complejidad necesaria para la vida. Por eso existimos en este universo improbable, por eso nos habla del Dios probable. Pero la historia se vuelve todavía más apasionante cuando arranca con la frase,
-¿Existen los milagros?
La endemoniada de Santiago
Como buen científico, que lo es de alma, nunca va dar una respuesta absoluta para esta pregunta, sí va a dar elementos para la duda. Y el más impresionante para el caso que me explica es el de La endemoniada de Santiago. Es el relato de una joven de 19 años, aparentemente poseída por el demonio o lo que fuera (año 1859), víctima de todo tipo de ataques y de histerias, las que sólo se calmaban al escuchar recitar un párrafo específico del Evangelio según San Juan... pronunciado en cualquier idioma, español, latín, griego o lo que fuera... leído por cualquier persona, enfermero, médico, cura, cardenal o lo que fuera.

La historia la encuentran en ClementeMilagros y demonios, (capítulo 29 de El Universo Improbable o El Dios Probable).

Son relatos que enuncia sin conclusión que los explique, sólo para erizar nuestras dudas y cuestionar nuestras certezas, sean cuales sean.

Gracias Eduardo, amigo, ingeniero, astrónomo, cuasi científico. Ex solterón empedernido, hoy feliz marido, padre y abuelo. Escritor y responsable de una tarde muy entretenida para mí en un bar allí en La Rambla, en Posadas y Ayacucho. Un placer para mí.

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