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16/09/2017: Conversando con Hugo Strachan - 1. Treinta y seis años hasta llegar a Hewlett Packard


Hugo Strachan en Facebook

Cuando le propuse a Hugo Strachan hacer un Conversando con… aceptó encantado. Andaba por esos días, fin de agosto, con una agenda completa, así que quedamos para septiembre.

En un mail me dijo:
-Descuento tu habilidad para hacerla medianamente interesante.

A lo cual contesté:
–Podés contar con ella. A piece of cake con el protagonista del caso.

Yo tenía sobrada confianza en que valía la pena conocer mucho mejor a un personaje que es una combinación poco usual de simpatía arrolladora, modestia seductora y saberes técnicos profundos, por decir algunos atributos que se me atropellan en la pluma. Pero estaba lejos de imaginar tantas cosas que descubrí que me fueron dando pinceladas para el retrato. Para decirlo rápido, el personaje me resultó extraordinariamente interesante. Espero que mi relato sea al menos medianamente interesante para los lectores. Si no lo logro, sepan que es mi culpa.

Hugo me pasó algo muy útil: un Timetable de su trayectoria laboral.

Hugo me pasó un Timetable de su trayectoria laboral

Fueron dos charlas por Skype, dos viernes de septiembre por la mañana. Me divertí mucho en las dos horas y media que conversamos. Ojalá pueda medianamente entretener a mis lectores.

Empecemos por el principio. Hugo Strachan nació en 1941, un 5 de octubre, “el día del camino”, me aclara.

Strachan es un lugar en Escocia
(clic para ampliar)
–Mi padre, Kenneth, era escocés. Había estudiado en Chile, en una escuela inglesa. Los padres lo mandaron durante la primera guerra. Con lo cual hablaba castellano perfectamente bien. Strachan es un lugar en Escocia.

Kenneth vuelve a su país, estudia Ingeniería, se recibe de ingeniero civil. Pero en 1936, cuando las cosas no andaban muy bien en sus pagos, recibe una oferta para trabajar de Argentina, en Ferrocarriles.

–En la Argentina lo mandan a algunos distritos,  como Casilda, Venado Tuerto, Gálvez. En Gálvez conoce a la que fue mi mamá. Mi mamá era de Buenos aires, tenía una hermana con un esposo ferroviario a la que visitaba cada tanto y ahí se conocieron. Se casan y ahí decide quedarse en Argentina. Se instalan en Venado Tuerto, donde nací.

No estuvo muchos años allí, a los seis años cambiaron el destino de su padre, se mudaron a Gálvez.

–Toda mi primaria y mi secundaria la pasé en Gálvez. Un pueblo chico y glorificado. Los pueblos se hacían más o menos grandes de acuerdo a la autonomía de las máquinas de vapor.

Me explica con paciencia que la autonomía era de 150 km, que Gálvez está a unos 130 km al norte de Rosario. Esas estaciones, donde las máquinas de vapor debían cargar agua, nacían con un pescante, luego sumaban los galpones de reparaciones, y en los alrededores el caserío se hacía pueblo, que prosperaba más que sus vecinos.


–¿Como elegiste ser ingeniero? ¿Influyó que tu padre fuera ingeniero?

–Honestamente nunca considere otra opción, era natural. Estaba inmerso en un mundo de ferrocarril, con sus cosas y un pueblo como Gálvez que era muy fierrero, con todo tipo de autos de carrera y motos . Estaba muy metido en todos esos temas tecnológicos de la época, y a mí me apasionaba todo eso: los trenes, los camiones, los tractores, los autos de carrera.

Locomotora a vapor H0 de la colección 
Trix Express de Hugo Strachan. 
"La máquina opera sobre una vía con 
cambio eléctrico (se ven las bobinas). 
El Trix tenia un tercer riel en el centro 
que permitía manejar dos máquinas 
en el mismo tramo de vía", HS dixit.
–Los trenes en particular, ¿te han gustado siempre?

–Sí, yo vivía en Gálvez en una casa con un patio que daba a la playa de maniobras del ferrocarril. Me hacía amigo de los maquinistas y manejaba las máquinas, siendo chico. Era una época que no había televisión, sólo radio, y los
mayores divertimentos eran carreras de autos, carreras de motos. Incluso había carreras de Ford T.
En 1959 se muda a Buenos Aires. En paralelo con estudiar Ingeniería en la UBA consigue un puesto administrativo en la estación Retiro. Imagino que ser parte de la familia ferrocarrilera lo ayudó a conseguir ese trabajo. Me sorprende cuando me dice:

–El curso de Ingreso en Ingeniería lo agradezco hasta el día de hoy.

-¿Por qué?

–Porque me puso en condiciones de entender muchas cosas. En Gálvez elegías en la secundaria ser perito mercantil o industrial. Industrial tenía el inconveniente de que era mañana y tarde, y nada más que varones.

–¿El factor de que fuera mixto tu colegio era importante?

–Parecía un mejor ambiente, te daba un poco más de capacidad de intercambio.

–¿Fue una decisión que tomaron tus padres?

–No, la tomé yo. Pero como como perito mercantil no sabía nada de Química y el curso de Ingreso me ayudó a ponerme al día en ese y en otros temas.

-Estabas en Buenos Aires, trabajabas y estudiabas, ¿cómo fue que llegaste a hacer una familia?

–Esa es una anécdota interesantísima. Había rendido las condiciones de tiro, podía postergar el servicio militar hasta los 20. Pero enfermó mi padre, después falleció, yo pedía y conseguía postergaciones, recién lo hice en 1965, tenía 24 años.  En un distrito militar, San Martín. Se hacían tareas administrativas, no era un cuartel. Bastante pasable. Las guardias eran rotativas, de siete de la mañana a siete del día siguiente. A veces más de una vez por semana. Un sábado me toca la guardia. Entro a las siete de la mañana y me tocaba hasta las siete de la mañana del domingo. Fue la noche que conocí a mi señora. Había más soldados de guardia que los necesarios y me dejaron salir. Tipo siete de la tarde. Un amigo me llama, “Venite, vamos a un baile”. Fui al baile y esa noche conocí a mi señora, estando de guardia. Estuvimos cuatro años de novios. Mi señora era maestra, recibida en psicología, trabajaba. Lo que hice fue recibirme antes de casarme.

Hugo Strachan y Naty Merand se casaron en 1969.

Naty y Hugo

–Te recibiste en el 69, 28 años, bastante grande.

–Sí, tardé unos 9 años. Venía con algunas materias colgadas, por el servicio militar, había materias que me costaban. Estudiaba Electrónica y hacíamos prácticas y me daba cuenta que no sabía mucho del tema. Por suerte conseguí entrar en la misma facultad en el Laboratorio de Instrumental, que se ocupaba  del mantenimiento de instrumental para las cátedras y de realizar algunos prototipos para ensayos y ese tipo de cosas.

Qué curioso, pienso para mis adentros, el otro Hugo que entrevisté, el matemático, me contó que en la carrera sintió que “no sabía nada de Matemática”. Ahora, conversando con el Hugo electrónico me dice de Electrónica que se “daba cuenta que no sabía mucho del tema”. Me sorprende, me impacta, me encanta, que mis entrevistados sean tan abiertos.

-En ese Laboratorio de Instrumental me imagino que aprendiste mucho más que lo que aprendías en los cursos.

–Totalmente, ahí aprendí muchísimo. Tenia posibilidad de utilizar instrumentos que de otra manera nunca hubiera visto, y más que nada tenía la ventaja de trabajar en la misma facultad.  Era un trabajo rentado, sólo para alumnos. Empecé en el 68. Ocho materias rendí ese año y al año siguiente las materias que me faltaban y me recibí. Cuando me recibo me caso, año 69.

–¿Y qué pasó con tu trabajo, sólo para alumnos?

–Me tuve que ir del laboratorio. Te recibías de desocupado, porque no se requerían electrónicos. Entré en una empresa más que nada dedicada a la venta pero como yo tenía la vocación de la parte electrónica, estuve muy feliz de poder entrar casi inmediatamente en FAPESA.

–Ni idea de FAPESA.

–FAPESA, Fábrica Argentina de Productos Electrónicos S.A., era parte del grupo Philips, aunque nadie la relacionaba con la empresa madre. Era época de televisores  blanco y negro que vendía Philips y a los competidores FAPESA les vendía sus componentes. O sea que ganaba aunque perdiera, el tubo era de Philips, los componentes eran de Philips. Para hacer eso tenía un laboratorio de desarrollo, que era fantástico, con los mejores equipos e instrumentos.

–¿Cómo fue tu experiencia en FAPESA?

–Me encantó, porque yo tenía esa necesidad de entender y desarrollar equipos. Tenía una vocación creativa de desarrollar un producto nuevo, algo generado por uno.

–Tenías una vocación técnica muy especial.

–Te diría que sí, por lo menos en esa primera etapa, muy ingeniero, muy de desarrollo, muy de diseño. El aspecto comercial no me interesaba para nada. Era una persona de laboratorio y de  desarrollo.

–Justamente es la imagen que yo tenía de vos, de súper técnico.

–FAPESA resultó una empresa muy buena para mí en ese sentido.

–Mientras tanto, ¿qué pasaba con tu familia, empezaste e tener hijos?

–En el 71 nace mi primer hijo, Alejandro. En el 73 nace el segundo, Ezequiel, y en el 77 mi hija, Constance.

–En el Timetable que pasaste dice que estuviste en FAPESA hasta el 73. ¿Cómo fue que pasaste a SEGBA ese año?

–A FAPESA se la llamaba en el mercado la “escuelita”. Terminabas de aprender electrónica. Hacían que sus empleados fuesen objeto de interés para otras empresas del rubro. Te pagaban bien de entrada y luego no te aumentaban demasiado, con lo que te hacías atractivo para esas otras empresas. Terminaban ofreciéndote el doble de sueldo.

–¿Elegiste SEGBA o te eligieron?

–A mi me hablaban muchos de diferentes empresas. Pero en SEGBA conocí a un ingeniero fantástico, Kramer. Manejaba un área que era Turbinas de Gas. Eran 22 turbinas que debían encenderse cuando la tensión caía. Se trataba de maquinas muy automáticas, con mucho contenido electrónico. Yo era el candidato ideal.

–Así que te fuiste a SEGBA por el doble de plata y un trabajo interesante, una empresa entonces fantástica.

–Ahí estuve muy bien. Armamos todo un equipo y aparece entonces un proyecto de avanzada para la época, el Centro de Movimiento de Energía. Hasta ese momento yo no había tenido ningún contacto con Computación, lo mío era todo electrónica, instrumentos. El Centro de Movimiento de Energía (CME) era un sistema de computación en real time, que era capaz de tener todos los parámetros de la red e indicar la mejor manera de manejar la red.

–¿Era un software?

–Era un recontra súper software con algoritmos que una de las cosas que hacían era programar el despacho unificado de carga. Programaba las máquinas, activaba las turbinas de gas cuando se precisaban. El CME reemplazaría un sistema de guardias que atendían por teléfono las órdenes de activar las turbinas. Pero la tecnología fue avanzando de tal manera que dejaron de ser claves las turbinas de gas.

–¿Te sirvió para aprender software?

–Me sirvió para aprender hardware. SEGBA se hacía cargo de la instalación y mantenimiento de estos grandes sistemas, de estas computadoras, que tenían estaciones remotas en cada una de las subestaciones de la empresa. Yo fui el encargado de mantenimiento e instalación del hardware. Brutas computadoras, cada vez que fallaban había que analizarlas a nivel de componentes. Hicimos un curso en Houston y aprendí bastante bien el hardware.

–¿Te acordás del nombre del equipo?

–Modular Computer TRW, desarrollado en Houston. 

–Me estabas contando del curso en Houston.

El curso lo tomé en el 76, viajé en febrero y estuve hasta fin de año. Terminé de completar lo que sabía de Electrónica con estos temas de Computación, de Lógica. Teníamos los manuales completos y llegué a entender el 100% de funcionamiento. Ingresábamos programas en absoluto, usábamos un tablero hexadecimal para ingresar los programas. Aprendí muy en profundidad lo que era una computadora. 

–Eso explica por qué pudiste asumir funciones como las que te tocaron asumir en Hewlett Packard.

Pero cuando volví a la Argentina la gerencia había cambiado. El nuevo gerente decidió que lo mejor era contratar el servicio en vez de hacerlo con recursos propios.

–¿Un outsourcing?

–Sí, un outsourcing de muchas cosas, entre ellas ese tema. Nosotros podíamos quedar allí más que nada como veedores, una frustración total. Estuve un tiempo sin hacer nada. 

–1977, tu Timetable dice que cambiás de trabajo. 

–Justamente, por esa época SEGBA estaba interesada en reducir la estructura, y para hacerlo empezó a no aumentar los sueldos. Entonces la gente se empezó a ir. A mí me aparece la posibilidad de Hewlett Packard. Me volvió a pasar lo mismo que me había sucedido en FAPESA, me ofrecieron doble de sueldo y además auto.

–¿Hewlett Packard te encontró a vos?

–No es que me buscó sino que pude hacer contacto a través de gente conocida. Entré en Hewlett Packard a mitad de año. 1977.

–A punto de cumplir 36 años.

A punto de cumplir 36 años se cambiaba de camiseta por la más importante de su vida 

Continúa en Parte 2

6 comentarios:

  1. Muy linda historia con la que me crucé varias veces. TRW (creo que originalmente era Thompson Ramo Woolridge), se llevó a uno o dos ingenieros de Computación Técnica de SEGBA.
    Me acuerdo de Hugo en SEGBA en la Calle Balcarce.
    Fue una época de muchas innovaciones y creatividad. Qué lindos recuerdos y qué lindo es saber de la vida de los que hoy, tantos años después, compartimos una mesa llena de historias profesionales y de vida.
    Gracias por los lindos recuerdos.

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  2. Muy buena la entrevista a Hugo.
    Me trae muchos recuerdos.
    Uno, y gran error, fue no haber hecho el curso de ingeniería en UBA.
    Fue una decisión casi familiar. Mí padre me decía "para que vas a perder un año, si sobre la marcha podés aprender lo que te falte".
    Aproveché la prerrogativa que teníamos los egresados del CNBA y entré a FIUBA. Ingeniería Mecánica orientación Electrónica, sin pasar por el Curso de Ingreso.
    Y me costó muchísimo ubicarme, entender que pretendía la facultad de mí, antes de poder entender que quería yo de la facultad.
    Luego me tocó la colimba.
    Y al salir, me pasé a ingeniería electrónica en UTN BsAs.
    Trabajé un tiempo en Motorola/BGH. Allí conocí el nombre Fapesa.
    Poco después entre en ORT/IBM 1130....
    Al comienzo de 5° año, antes de terminar Electronica, me pasé a sistemas. Con la idea de "luego" terminar Electronica.
    Y Sistemas "es un viaje de ida".
    ¡Qué interesante como un recuerdo reacciona a otros!
    Disfruto Estocolmo, sí, pero esta vez lamento más que otras veces no llegar a BsAs para la reunión Dinica....

    Saludos

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  3. Muy cautivante la vida del DINO Hugo Strachan, espero curiosa la segunda parte.
    Y al primer comentario del entrevistado "Descuento tu habilidad, Hernán, para hacerla medianamente interesante", felicito a Hernán por haberla hecho sumamente interesante.
    Cariños

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    1. Gracias Adriana,
      El personaje hace irremediablemente interesante la entrevista. Felicitaciones para él.
      Soy optimista en contrariar el principio de "segundas partes nunca fueron buenas", y terceras, o las que falten.
      Abrazo.

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  4. Muy buen y entretenido reportaje que me permitió conocer facetas del amigo Hugo totalmente desconocidas para mí ya que comencé a frecuentarlo estando él ya en HP como CEO, donde hizo un gran trabajo. Un abrazo, Carlos

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    1. Gracias Carlos. Tengo un enorme respeto por tu capacidad que te permitía considerar la opción HP, asumiendo ciertos riesgos con la convicción de quien domina el tema.
      Hugo

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