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06/12/2018: Conversando con Liana Lew: I. De mesetas a bastones


Me llegó el momento de entrevistar a otra de las pioneras de la Informática de nuestro país. Nada menos que Liana Lew, a quien conozco desde hace 48 años, cuando ambos compartíamos proyectos en el Hospital Escuela, en 1970. Yo del lado de IBM, ella liderando Desarrollo de Sistemas del lado del Hospital. Somos amigos de muchos años, nos hemos seguido encontrando aquí y allá en el mundo de la Informática. Compartimos aventuras también cuando ella estuvo por años en Techint. Nos hemos cruzado tantas veces que ni me acuerdo. Y nos vemos regularmente en nuestros almuerzos de Dinas y Dinos en Club Palermo. Me recibió en su casa.
-Empecemos por el principio, ¿cuándo y dónde naciste? 
Colonias Judías en Entre Ríos
-Nací en la Capital Federal, en el barrio de Once, en el sanatorio De Cusatis, el día de Halloween, el 31 de octubre de 1942. Gracias a una tía, porque mis padres no vivían acá. Mis padres se mudaron de las Cuchillas Entrerrianas a las Mesetas Patagónicas. Una historia un tanto fuerte, que importa mucho en mi vida. Mis bisabuelos provenían de Besarabia (Rusia) y llegaron con la colonización judía financiada por el Barón Hirsch y pensada por Teodoro Herzl, en la que llegaron más de 300.000 judíos, que no sabían trabajar la tierra  y escapaban de los progroms.
En el mapa se pueden ver las ciudades y pueblos de dicha colonización. Hoy se realizan excursiones para conocer esa parte de nuestra historia.
-¿En qué año vino tu bisabuelo?
-Esto empezó en  1894 pero mis bisabuelos deben haber llegado  entre  1902 y 1904. A mi padre, Julio Lew (1918), le tocó Villa Clara, y a mi madre, Rebeca (Rique) Graschinsky (1919), le tocó La Capilla. 
Me habla de sus padres.
Rique y Julio, los padres.
En las cuchillas entrerrianas.
-Mi mamá, Rique Graschinsky, era la menor de once hermanos. Mi abuelo materno tenía mucha tierra, un tipo aventajado, pero tuvo que repartir eso entre los once. Se lo repartían a los varones. A las mujeres, dote. Tenían que enganchar a la hija con algún tipo para que se casara. Y tenía que ser judío, además, para guardar y preservar la identidad judía. Algo que no era muy comprensible para mí cuando era adolescente, pero que llegué a entender con el tiempo.
Julio Lew, además de Maestro, fue escritor:
De cuchillas a mesetas (2001) y Retratos de
Pioneros de la Patagonia Argentina (2007).
Hacer clic en imagen para leer la contratapa.
 Cuando habla del padre el orgullo y la emoción crecen en ella.
-Mi padre, Julio Lew, a los catorce años, fue el único que quiso estudiar, en una familia de cuatro hermanos. Ayudaba mucho en el campo a su papá. Lo mandaron a la primera Escuela Rural argentina, que se llama Juan Bautista Alberdi y está en Paraná. En ella mi padre aprendió todo sobre la tierra, gracias a un ingeniero que se llamaba Dorfman, que lo ayudó mucho. Él quería que estudiara Agronomía en La Plata. Pero a los diecinueve años conoció a mi madre, ella de dieciocho. Fue a Dorfman y le dijo: “Yo me voy a casar, así que, ingeniero, olvídese, seguiré siendo Maestro.” Mi madre también era Maestra. Para esa época ser Maestro era muy importante.
Liana me explica que en 1940 los padres se mudaron a Sarmiento, donde los sueldos de los Maestros eran mejores. La tía Benita, la mayor de las hermanas de la madre, la ayudó en todo. Fue la que en 1942 financiaría el viaje de la madre a Buenos Aires para el nacimiento de Liana. El hermano, Jorge, nacería en 1948 en Villa Clara, lugar al que viajaron todos para esperar su nacimiento. 

Parque paleontológico de Sarmiento
-¿Viviste en Sarmiento tu infancia y tu adolescencia?
-Hasta los doce años, porque en 1954 papá dijo: “En esta casa
Liana, la de trencitas, a los 11 años
mujeres y hombres solamente pueden estudiar. A mí no me interesa nada que no sea que estudies”. E
n Sarmiento no había secundaria, yo primero y segundo año los hice libres. Así que me embarcó en un tren a Comodoro, me consiguió una buena casa, y a terminar mi secundaria. Yo no tenía el menor interés, sólo quería ser Maestra, y casarme con un tipo de ahí. Extrañaba muchísimo. Años que me faltaron papá y mamá, fue durísimo para mí. Cada año me mudaba con una familia diferente. Era la más chica en mi clase. Una locura, mis compañeras eran mucho más grandes, bonitas, llenas de novios. 
Y me cuenta la historia de cómo casi se volvió a Sarmiento.
En el colegio Perito Moreno 
de Comodoro, 4° año.

-Un día, estando en Comodoro, fui a ver a los profesores y les dije: “No estudio más. Quiero volver a casa con mi papá, mi mamá y mi hermano”. Ni bien llegué a Sarmiento, en un tren de trocha angosta que tardaba cuatro horas en recorrer los 150 km, me mandaron de vuelta en ese mismo tren.
-¿Terminaste la secundaria en Comodoro?
-Sí, me quedé y me recibí de Maestra. Fue cuando me regalaron mi primer par de zapatos de taco alto. Yo tenía dieciséis años recién cumplidos. Imaginate que cuando yo me recibí de Maestra me regalaron, porque yo lo pedí, una muñeca que caminaba.
-Y además los zapatos.
-Claro, porque había que ir a la fiesta. 
-Fue muy importante para mí recibirme de Maestra. Pero mucho no me sirvió. A fines de 1958 caí en Buenos Aires para ir a Exactas. Fui a la casa de una tía, hermana de mi padre. Vivía con mi abuelo José, que entonces conocí. Ella era rejudía, nada que ver con la educación que yo había recibido. Cuando entré en Exactas simpaticé con los reformistas, que eran la mayoría en la facultad. La alternativa era el movimiento humanista, más religioso. Yo no creía en Dios. En el reformismo había gente de izquierda, pero había un movimiento más a la izquierda aun, seguidores de Mao, o sea que los Reformistas éramos como de Centro.
-¿Pero cómo fue que decidiste ir a Exactas?
-Yo tenía un profesor de Matemáticas en el secundario que era el ingeniero Ferrando, a quien le gustaban mucho las Matemáticas. A mí me encantaban, aprendí mucho con él. “Vos tenés que estudiar Matemáticas”, me dijo. “Matemáticas o Física”. Me anoté en las dos.
 Y me muestra la libreta de trabajos prácticos.
-Pronto me di cuenta que Física no era mi carrera. Reprobé Física I. Los profesores decían: “Ésta, de Física, nada”. Me quedé con Matemáticas. Hice Álgebra con Cora Ratto de Sadosky. En 1960, Análisis I fue una materia muy importante para mí. Fue cuando conocí a Mimí García y a Norma Lijtmaer. El profesor era Boris Spivacow, Manuel venía, la hija era ayudante, era un clima maravilloso. Empecé a seguir actividades reformistas con Mimí García y Norma Lijtmaer.
Revista Vea y Lea, año 1962. "En esos terrenos, en 
esas condiciones, íbamos a estudiar", cuenta Liana.
-¿La conociste a Mimí como reformista?
Mimí García y Liana Lew (2016)
-No, como estudiante. Las dos teníamos dudas de la carrera que seguíamos. ¿De qué íbamos a trabajar? ¿De profesoras? Norma Lijtmaer nos hablaba siempre de la computadora de IBM en la que trabajaba. Las dos no podíamos creer lo que escuchábamos. Fue por ella que nos decidimos a pasar a la carrera de Computador Científico.
-Vos decís que tu historia comienza en la Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966. Explicame eso. 
-Ese mismo día, esa misma noche, nos recibimos, Mimí y yo. Ahí logré el ansiado título de Computadora Científica.
-¿El mismo día de los Bastones Largos?
La cinta azul
-El mismo día. ¿Sabés por qué? Nosotros hicimos la rutina del COMIC, cuya cinta aquí tengo.
-Sí, la cinta azul -y me la muestra.
Le comento que Wilfred Durán escribió una autobiografía de esos años que está en Internet y que transcribo abajo. Que por eso sabía que se trataba de una cinta azul. Que Wilfred hizo tres copias que entregó a la Biblioteca de la facultad.
-Sí, Wilfred escribía todo lo que vivía -me dice-. Hizo una copia para mí, por suerte. Yo creía que era la única. No sé dónde están las otras. 

-Volvamos a tu carrera y a tu decisión de pasarte a Computación Científica, ¿cuál fue el factor decisivo?
Con Norma Lijtmaer y Cristina Zoltan

-Norma. Ella era muy amiga de Sadosky, proclamaba que había que estudiar Computación, que era el futuro. Competía Ingeniería con Exactas para el tema. Personas como Angió y como Durán provinieron de Ingeniería, se cambiaron a Exactas. Porque Manuel con Rolando García consiguieron hacer la carrera y comprar la computadora, que son las dos cosas que vas a encontrar explicadas en este libro que te presto, de Nicolás Babini.
Los lectores lo encuentran inmediatamente abajo, las páginas que hablan de la historia del Instituto de Cálculo, donde Liana es mencionada como una de las protagonistas.
 
-¿En qué año empezaste Computación Científica?
Lo busca en la libreta de trabajos prácticos y lo encuentra: Seminario Elemental
de Cálculo Numérico.
La primer materia de Computación

 

-Julio de 1964. El profesor era Juan Vella, ¡brillante! Pero el examen  lo firmó  Manuel Sadosky, ésta es su firma. Norma también se anotó en el Seminario. Gracias a ella y a Vella me convencí de cambiar de carrera. También a alguien que apareció en mi vida en esa época que también fue alumno, Manuel Imaz. Y en especial a Mimí, tomamos juntas la misma decisión. ¿Qué estudiábamos con Vella? ¡Algol!, ¿podes creerlo?
Me comenta quiénes fueron sus profesores.
Con Mimí, Adriana Burgos, hija 
de Mimí, y Clarisa Cortés
-Aprendí con Vella, Pollitzer, Forno, Chamero. IBM todos ellos, que tenían mucho lugar en Exactas. Y Norma, sobre todo. Poco tiempo después empezamos a trabajar en el Instituto de Cálculo.
-¿Cómo fue eso?
-Manuel buscaba gente para los proyectos que él iba trayendo para el Instituto. Mimí y yo comenzamos a trabajar para Oscar Varsavsky, un matemático ilustre, en modelos matemáticos. Yo participaba del MEIC 0, o sea el Modelo Económico del Instituto de Cálculo Nivel 0, que dirigía el mismo Oscar. A Mimi le tocó el MSIC 0, el Modelo Sociológico, que dirigía Jorge Sábato, el padre del escritor actual y el hijo del escritor bien famoso. El resto eran Violna Eandi, Jonas Paiuk, Julián Araoz, Cristina Zoltan, Vicky Bajar y sus traducciones automáticas, Juan Carlos Fränkel, Cecilia Berdichevsky, Gustavo Galimberti, Jonas Paiuk, y tantos otros.
-Pero luego Mimí y vos pasaron a trabajar con Wilfred en el proyecto COMIC. ¿Cómo fue eso?
Wilfred Durán (6/10/1932-29/1/2017)
Foto 2011
-Clarisa Cortés y Cristina Zoltan ya trabajaban para él en el COMIC, pero Wilfred necesitaba más recursos para desarrollar cosas que Varsavsky precisaba así que Oscar decidió cederle medio tiempo nuestro. Además, ese trabajo nos serviría para recibirnos. Le metimos con todo con Mimí e hicimos la rutina de variables reales.
-¿Cómo fue trabajar con Durán?
-Wilfred era un autodidacta. Empezó Ingeniería, la dejó por el Profesorado de Matemáticas, carrera en la que se graduó, luego se vino a Exactas, aunque no terminó esta carrera. Para mí era un genio. Aunque hay gente que no lo quiere. Pero las que trabajábamos con él en COMIC lo queríamos mucho. Lo seguimos viendo y hablando por teléfono, a veces las charlas  eran interminables. La que más lo acompañó hasta su muerte fue Cristina, quien lo ayudó en todo sentido y le corrigió el texto que está publicado, que nunca llegó a ser un libro, como era su deseo. Cristina programó la rutina para hacer dibujar al primer plotter que llegó al Instituto de Cálculo.
El reconocimiento es mutuo. Agradecimiento de Wilfred Durán
a Liana Lew, en De cómo amé la computadora... (pag. 21)
-¿Llegaron a terminar el proyecto? 
-Lo que te puedo decir es que, cercano al 29 de julio, nuestra rutina andaba bastante bien, Wilfred la aprobó y dijo: “Para este grado, la rutina está aprobada. Las cosas que faltan las veremos más adelante”. En ese momento, Manuel le dijo: “Apurá el examen de estas chicas, porque si no se reciben ahora, no se reciben más”. Con Mimí fuimos a verlo y a aclarar: “Pero Manuel, todavía no está terminada, hay cosas que faltan”. Él dijo: “Ahora o nunca”.
-¿Cuándo fue eso?
-Una semana antes del 29 de julio.
-O sea que tu examen fue el mismo día de la Noche de los Bastones Largos. 
-Sí, era la última fecha de examen. Nos tomó Zadunaisky.
-Un astrónomo.
La última materia: Seminario Superior
de Computación
-Hacía Geometría 2, Astronomía, un genio en sus materias. Pero no tenía nada que ver con lo nuestro. Miró un poco lo que presentamos y nos aprobó. Estábamos en Núñez aprobando nuestro último examen cuando nos avisaron de que la policía estaba entrando en Perú 222.
Así Liana Silvia Lew y Mimí García se transformaron en la quinta/ sexta persona en recibirse de Computadoras Científicas, luego de Victoria Bajar y Juan Carlos Angió -los primeros, ambos recibidos el mismo día-, Julián Aráoz -tercero- y Cristina Zoltan -cuarta. Clarisa Cortés no llegó a recibirse antes de aquella Noche, se graduó tiempo después.
-Ese día, me comentaste, fue el principio o el fin de todo, explícame las razones.
-Porque ese día a Manuel Sadoky lo golpearon, a Rolando García lo
29/7/1966: Noche de los Bastones Largos
hirieron más aun. Al día siguiente nos juntaron a todos los que trabajábamos en el Instituto y firmamos la renuncia ahí, en el acto. Todos empezaron a irse de la Argentina. Yo no me podía ir.  No tenia dónde. Además, estaba 
Se casó con Alberto Tiferes
en enero de 1966
casada entonces con Alberto Tiferes -desde enero de ese mismo año, 1966-, y buscando el nacimiento de mi primer hijo, Damián, que nacería en 
1967. Mimí partió con su esposo Alfredo Burgos a Nashville (Tennessee). Muchos se fueron a Venezuela, como Rebeca, Manuel, Cristina, Julián Aráoz y matemáticos como Concepción Ballester. Norma Lijtmaer, que en 1966 habia comenzado un trabajo en IBM, partió con la ayuda de Manuel a Pisa, donde se radicó con otro matemático, Ugo Montanari. -¿Y qué hiciste, después de renunciar?
-Después de la reunión me fui llorando a mi casa. ‘Me recibí ayer y hoy me quedé sin trabajo’, pensaba, sin consuelo. Pero dos personas especiales nos ayudarían: Manuel y Rebeca.
Hernán Huergo

(Continuará...)

Más fotos, clic en cualquiera para ampliar:



Riqui Graschinsky, la madre


Con disfraz de hada madrina

Con Jorge en Mar del Plata, a los 15 años

Ugo Montanari, Manuel Imaz y 
Manuel Sadosky, en casa de Liana

Julio Lew e hijos, Liana y Jorge

Con Norma Lijtmaer y Mimí García

Continúa en Parte II

2 comentarios:

  1. Muy buena y extensa nota. Tendré que releerla.
    Una duda: en la nota, a Vella se lo llama Juan. El Vella de IBM que conocí, recuerdo que se llamaba Cayetano. (¿sería Cayetano Juan o Juan Cayetano?).

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  2. Muy buena y extensa nota. Tengo que releerla.
    Tengo una duda: en la nota, a Vella se lo llama Juan. Para mí, el Vella que conocí se llamaba Cayetano.

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