Autor del Blog: HERNÁN HUERGO

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2015.08.29: Victoria Bajar: Mis comienzos en los comienzos... (Parte 2 de 2)

Vienen a mi mente algunos recuerdos jocosos: cuando Luis Marzulli y yo nos dimos cuenta de que el procesador  del lenguaje ensamblador de la Mercury sólo consideraba el primer carácter de las directivas, empezamos a escribir programas en los cuales, en lugar de poner Sector, poníamos Sadosky, en vez de Routine escribíamos Rebeca; y les decíamos: “Dr. Sadosky, Dra. Guber: vean lo que hemos hecho, ¡modificamos el software en honor a ustedes!”. Obviamente era broma.Y así, el Dr. Sadosky, el siempre inquieto visionario que buscaba cómo solucionar problemas reales que sirvieran invariablemente para aprender, porque si no, no servían, es decir era “no” a lo rutinario; y la Dra. Guber, sagaz conocedora del quehacer del IC, que más de una vez nos llamaba a la realidad, nos miraban preguntándose qué hacíamos.

Lo que hacíamos era que nos interesaba conocer las entrañas de la Mercury desde el punto de vista funcional y su software de base, que no conocíamos con ese nombre en aquel entonces; pero así comenzó mi aproximación a esta área de conocimiento y desarrollo que habría de ocuparme muchas décadas en mi vida.

Aunque las herramientas de expresión a nuestra disposición eran limitadas, empezamos a vislumbrar la importancia de la Algorítmica y la vastedad de los caminos que empezaban a abrirse ante nosotros, gracias a que contábamos con elementos para estudiar y avanzar; por ejemplo, las publicaciones periódicas de la ACM (Association for Computing Machinery) y del IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers) que se recibían en la Biblioteca de Matemáticas, Física y Meteorología. Tuvimos además una iniciación a las bases formales de la Computación con la llegada del Prof. Bernard Vauquois de la Université de Grenoble, Francia al IC, visitante por unas semanas. Sus clases nos dieron una visión panorámica formal importante; ¡conocimos así la Máquina de Turing!, entre otras cosas. Haber vislumbrado “la importancia de la Algorítmica”, constituye un hecho fundamental que a lo largo de transformaciones, evolución y bajo diferentes pautas, nos ha acompañado a lo largo del tiempo, constituyéndose en pilar de procesos amplios de enseñanza-aprendizaje.

Para realizar los trabajos de tratamiento lingüístico (análisis morfológico, búsqueda de prefijos,  búsqueda de sufijos, análisis de terminaciones verbales y algo de análisis sintáctico) con el objetivo que llegamos a alcanzar de traducir frases sencillas del ruso al castellano,  había que programar algoritmos relativamente complejos en lenguaje Convencional, naturalmente, y además de los programas correspondientes a los algoritmos, que eran de tamaño considerable, había que almacenar en memoria mucha información. Y también teníamos los problemas de transliteración del alfabeto cirílico al latino, y la codificación de los caracteres ¡en las cintas perforadas de cinco bits de la Mercury!

La Mercury tenía   ¡4KH (1 H: palabra de 10 bits) de memoria interna y 64 KH entre ambos  tambores magnéticos de memoria externa!, por lo que había que esmerarse para que programas y datos cupieran y había que hacer procesamientos parciales. Estudio, ingenio y creatividad eran necesarios para poder resolver los problemas. Las dificultades de localización de información implicaban problemas delicados de direccionamiento en la Mercury, que había que resolver por software para ampliar los alcances del hardware. Por eso, en la novel carrera de Computador Científico, al impartir -conjuntamente con Julián Aráoz- la materia de Programación, formulábamos ejercicios de cierta envergadura en cuanto a direccionamiento, lo cual era importante en aquel entonces.

Conjugábamos trucos y artimañas (un ejemplo: el programa que se traía del sector un segmento para continuar, superponiéndolo físicamente sobre sí mismo), y aunque nos resultaba divertido y desafiante, recuerdo que en el transcurso de 1965 empezamos a valorar la importancia de la expresión por medio de primitivas que permitieran mayor claridad, consistencia y completitud, para centrar la atención en la complejidad del algoritmo y en la pureza del mismo, más que en el ahorro de lugar, por ejemplo.  Luis Marzulli y yo, desarrollando y experimentando, llegamos a “sentir” la necesidad de segmentar, de programar con estilo, de evitar saltos, de trabajar con rutinas, y a demostrar que más valía aumentar el código que generábamos, aún con las consiguientes dificultades para que éste cupiera en memoria, superponiendo segmentos con autollamados, con el fin de hacer una programación más clara. Para esas fechas ya había reflexiones y pronunciamientos formales en este sentido de Donald Knuth, NiklausWirth, Edgard Dijkstra,  hacedores de la Computación, que marcaron derroteros señeros.

El conocimiento y el dominio de la arquitectura de la Mercuy, me permitieron trasladar la experiencia a la Universidad del Sur y ser parte del grupo que dirigía el Ing. Jorge Santos, para la construcción dela computadora CEUNS (Computadora Electrónica de la Universidad Nacional del Sur) cuyo software de base elaboré. CEUNS fue un proyecto de gran valía.
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Lo que hicimos en esa época fue importante, fue gratificante y fue lindo. El IC significó una punta de lanza generadora de cambios y avances, que en su corta vida fue modelo de llevar a buen puerto la triple misión de investigación y desarrollo, contribución a la educación superior  y servicio a la comunidad por medio de la resolución de problemas de interés nacional. Con razón dijo el Dr. Sadosky años después, en 1992: “la traumática intervención de 1966  terminó con ‘el milagro’  del  que era parte el Instituto de Cálculo”.  Para mí, haber estado en ese “milagro” fue un privilegio de formación y aprendizaje.

Raíces que se originaron en esa época, se desarrollaron y crecieron hasta dar frutos importantes en diferentes  lugares. Más allá de la evolución y los cambios en los que todos hemos estado y estamos, ha habido líneas directrices gestadas y nacidas en aquella época que se constituyeron en sólidos paradigmas que norman el andar por los caminos académicos y profesionales de todos los que estuvimos en el Instituto de Cálculo.
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Visto a la distancia, a través del tiempo, al terminar estas notas, me entero de algo que celebro grandemente:El Consejo Federal de Educación declaró de importancia estratégica a la enseñanza y el aprendizaje de la Programación en todas las escuelas durante la escolaridad obligatoria”, Resolución CFE Nº 263/15, Buenos Aires, 12 de agosto de 2015. ¡Enhorabuena!
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