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23/09/2015: Hugo Studnitz: Las 1620 de Ingeniería

Alrededor de 1966 en Ingeniería UBA había una 1620 de 20k, sin disco ni impresora, solamente a tarjetas que imprimía en una máquina de escribir eléctrica de tipos a una increíble velocidad (para los novatos, claro). El retorno de carro hacía temblar toda la estructura…

IBM 1620
El técnico de IBM era Commercie (no sé si se escribe así) que para nuestra sorpresa venía vestido de traje y solamente en contadas ocasiones y cuando era imprescindible, se quitaba el saco y se arremangaba la camisa. Normalmente una presentación que sorprendía, más aún si uno miraba a los operadores y a los responsables del Centro de Cómputos, que dirigía en esa época Jáuregui.

Commercie despertaba nuestra envidia cuando nos contaba que en La Plata la universidad tenía la 1620 con 40K, disco e impresora!

Cuando comienza la materia “17.01 Elementos de Computación Automática” como obligatoria para toda ingeniería se logra disponer de una segunda 1620 ya que con solamente una no se podía dar abasto para los trabajos prácticos. Para esta segunda se obtuvo una ampliación de memoria de 20k…

Como el equipo no tenía disco ni nada similar, la tarea interna era armar un trabajo con las tarjetas del “sistema operativo”, luego las del compilador Fortran I y finalmente las del trabajo práctico del alumno escrito en Fortran o del proceso interno que se debiera realizar.

Al comenzar, el compilador perforaba un lote de tarjetas relativamente pequeño y por la falta de memoria iba perforando tarjetas con el programa compilado. Cuando aparecía un error de sintaxis, todo ese lote había que tirarlo, con el correspondiente sufrimiento presupuestario!El compilador suspendía la perforación cuando encontraba el primer error de sintaxis, pero seguía analizando el resto del programa.

Para reducir el gasto de tarjetas se había armado un procedimiento llamado “precompilación” o “pirulo”. Como las variables del Fortran I eran de hasta 5 caracteres, la primera sentencia de la precompilación era una tarjeta con PIRULO=1. Esto daba error de sintaxis, se perforaban solamente tres tarjetas y continuaba el análisis sintáctico del resto del programa, sin que ese primer error provocado arrastrara más errores.

Si todo iba bien, se armaba un nuevo trabajo con las tarjetas salidas del primer paso y los datos del programa. Y ahí venía la ejecución que habitualmente producía una hoja de resultados pobremente editada…

Se juntaban nuevamente las tarjetas separando lo que debía quedar en el Centro de Cómputos, doblar las hojas de salida (listado del programa fuente y resultados), banda elástica y al casillero de devolución. En una época, la modernidad fue usar unas bolsas de polietileno transparente, ya que si se rompía una banda elástica era un desastre… y sucedía!

Este proceso manual podía ser soportado para un grupo de 10 o 20 alumnos, pero cuando había que darle servicio a cientos todo colapsaba. Por eso el grupo profesional que estaba en el Centro encaró con la máquina “grande” de 40k usar un compilador Fortran II que tenía grandes ventajas en el lenguaje, pero que fundamentalmente incorporaba en las tarjetas perforadas al intérprete y así facilitaba el simular el lote de tarjetas en memoria, sin perforarlas y luego ejecutarlas desde la memoria. Casi como si fuera un sistema operativo. Esta modernidad no fue automática y hubo que modificar todo partiendo del sistema ya compilado. La gran ventaja fue que se podía cargar el Fortran II y a continuación los lotes de programas más datos de los alumnos, en batch.

Cuando un programa no respetaba las convenciones (o un trabajo estaba mal armado), se “comía” las tarjetas del trabajo que le seguía como si fueran datos…

Cuando un programa generaba un error no previsto en el compilador, el equipo se colgaba, se encendía una luz roja de Check Stop, y a recomenzar!

Muchos meses llevó al equipo interno lograr esta automatización. Si no olvido a nadie, estaban Guido Vassallo, Juan Lanús, Jorge Frattini, Luis Trabb y Esteban di Tada.

Yo logré comenzar a estar en el Centro porque mi programa cada vez que se corría daba un error diferente y la profesora no podía determinar que pasaba, con lo cual iba a golpearles la puerta a ese grupo. Creo que fue Juan Lanús el que amablemente me mandó al diablo cuando encontró el error: yo hacía un GOTO a un formato, el compilador no se daba cuenta del error y ejecutaba lo que hubiera en la memoria en el área de edición…

Luego de esto, comencé a operar los equipos ad honorem, armando los trabajos y poniendo las banditas elásticas, que eran también un escaso elemento!

 BloggerBlogger Jaime Nul dijo...

además recordar la época (1969) en que cursé "Elementos de Computación Automática".

en la que a través de un buzón de entrada ingresábamos los lotes de tarjetas con el programa que fuente del trabajo práctico, para primero pasar por el proceso de pre-compilación. Cuando nos animábamos los submitíamos para la compilación junto a los datos a procesar y una tarjeta como vale. Nos daban 3 tarjetas vale si el programa no conseguía funcionar, se vencía el práctico Los resultados se retiraban de otro buzón. Cada alumno debía perforar las tarjetas en una sala donde habían algunas (siempre pocas perforadoras IBM 029)donde debíamos competir entre nosotros por la disponibilidad de las mismas, muchas veces a los empujones. Mi profesor era Pedro Baranowski, citado en una nota anterior como IBMer. Muchos años después me tocó a mi como Ing de Sistemas de IBM atenderlo como cliente, trabajaba en ese entonces en La Oxigena. ¡Agradables recuerdos!. Saludos
23 de septiembre de 2015, 16:25
Blogger Hernán Huergo dijo...
Hola Jaime:
En 1969 hubo un concurso en FIBA UBA para cubrir 6 posiciones de Profesor Asociado de la materia Computación. Pedro Baranowski y yo fuimos dos de los seis seleccionados. No recuerdo si había otros IBMers. Sí estaba entre los seis la mujer de Andrés Cabral, pero no estoy seguro del nombre así que mejor no lo digo. No recuerdo quién era el profesor o profesores anteriores de la materia, que creo que había comenzado como tal en 1968, como opina Horacio Croxatto.
En la materia arrancábamos con la Máquina ALPHA, un invento que ya estaba hecho, muy ingenioso, para explicar conceptos de programación. Hugo Studnitz me escribió lo siguiente, que comparto en este blog, fuente de descubrimientos y sorpresas: Yo era uno de los que hicieron "Alpha I", que se usaba junto con el Fortran en la materia que dictabas vos como profesor.
23 de septiembre de 2015, 18:54

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