Alrededor de 1966 en Ingeniería UBA había
una 1620 de 20k, sin disco ni impresora, solamente a tarjetas que imprimía en
una máquina de escribir eléctrica de tipos a una increíble velocidad (para los
novatos, claro). El retorno de carro hacía temblar toda la estructura…
IBM 1620 |
El técnico de IBM era Commercie (no sé si
se escribe así) que para nuestra sorpresa venía vestido de traje y solamente en
contadas ocasiones y cuando era imprescindible, se quitaba el saco y se
arremangaba la camisa. Normalmente una presentación que sorprendía, más aún si
uno miraba a los operadores y a los responsables del Centro de Cómputos, que
dirigía en esa época Jáuregui.
Commercie despertaba nuestra envidia cuando
nos contaba que en La Plata la universidad tenía la 1620 con 40K, disco e
impresora!
Cuando comienza la materia “17.01 Elementos
de Computación Automática” como obligatoria para toda ingeniería se logra
disponer de una segunda 1620 ya que con solamente una no se podía dar abasto
para los trabajos prácticos. Para esta segunda se obtuvo una ampliación de
memoria de 20k…
Como el equipo no tenía disco ni nada
similar, la tarea interna era armar un trabajo con las tarjetas del “sistema
operativo”, luego las del compilador Fortran I y finalmente las del trabajo
práctico del alumno escrito en Fortran o del proceso interno que se debiera
realizar.
Al comenzar, el compilador perforaba un
lote de tarjetas relativamente pequeño y por la falta de memoria iba perforando
tarjetas con el programa compilado. Cuando aparecía un error de sintaxis, todo
ese lote había que tirarlo, con el correspondiente sufrimiento
presupuestario!El compilador suspendía la perforación cuando encontraba el
primer error de sintaxis, pero seguía analizando el resto del programa.
Para reducir el gasto de tarjetas se había
armado un procedimiento llamado “precompilación” o “pirulo”. Como las variables
del Fortran I eran de hasta 5 caracteres, la primera sentencia de la
precompilación era una tarjeta con PIRULO=1. Esto daba error de sintaxis, se perforaban
solamente tres tarjetas y continuaba el análisis sintáctico del resto del
programa, sin que ese primer error provocado arrastrara más errores.
Si todo iba bien, se armaba un nuevo
trabajo con las tarjetas salidas del primer paso y los datos del programa. Y
ahí venía la ejecución que habitualmente producía una hoja de resultados
pobremente editada…
Se juntaban nuevamente las tarjetas
separando lo que debía quedar en el Centro de Cómputos, doblar las hojas de
salida (listado del programa fuente y resultados), banda elástica y al
casillero de devolución. En una época, la modernidad fue usar unas bolsas de
polietileno transparente, ya que si se rompía una banda elástica era un
desastre… y sucedía!
Este proceso manual podía ser soportado
para un grupo de 10 o 20 alumnos, pero cuando había que darle servicio a
cientos todo colapsaba. Por eso el grupo profesional que estaba en el Centro
encaró con la máquina “grande” de 40k usar un compilador Fortran II que tenía
grandes ventajas en el lenguaje, pero que fundamentalmente incorporaba en las
tarjetas perforadas al intérprete y así facilitaba el simular el lote de
tarjetas en memoria, sin perforarlas y luego ejecutarlas desde la memoria. Casi
como si fuera un sistema operativo. Esta modernidad no fue automática y hubo
que modificar todo partiendo del sistema ya compilado. La gran ventaja fue que
se podía cargar el Fortran II y a continuación los lotes de programas más datos
de los alumnos, en batch.
Cuando un programa no respetaba las
convenciones (o un trabajo estaba mal armado), se “comía” las tarjetas del
trabajo que le seguía como si fueran datos…
Cuando un programa generaba un error no
previsto en el compilador, el equipo se colgaba, se encendía una luz roja de
Check Stop, y a recomenzar!
Muchos meses llevó al equipo interno lograr
esta automatización. Si no olvido a nadie, estaban Guido Vassallo, Juan Lanús,
Jorge Frattini, Luis Trabb y Esteban di Tada.
Yo logré comenzar a estar en el Centro
porque mi programa cada vez que se corría daba un error diferente y la
profesora no podía determinar que pasaba, con lo cual iba a golpearles la
puerta a ese grupo. Creo que fue Juan Lanús el que amablemente me mandó al
diablo cuando encontró el error: yo hacía un GOTO a un formato, el compilador
no se daba cuenta del error y ejecutaba lo que hubiera en la memoria en el área
de edición…
Luego de esto, comencé a operar los equipos
ad honorem, armando los trabajos y poniendo las banditas elásticas, que eran
también un escaso elemento!
Jaime Nul dijo...
además recordar la época (1969) en que cursé "Elementos de Computación Automática".
Hernán Huergo dijo...
Jaime Nul dijo...
además recordar la época (1969) en que cursé "Elementos de Computación Automática".
en la que a través de un buzón de entrada ingresábamos los lotes de tarjetas con el programa que fuente del trabajo práctico, para primero pasar por el proceso de pre-compilación. Cuando nos animábamos los submitíamos para la compilación junto a los datos a procesar y una tarjeta como vale. Nos daban 3 tarjetas vale si el programa no conseguía funcionar, se vencía el práctico Los resultados se retiraban de otro buzón. Cada alumno debía perforar las tarjetas en una sala donde habían algunas (siempre pocas perforadoras IBM 029)donde debíamos competir entre nosotros por la disponibilidad de las mismas, muchas veces a los empujones. Mi profesor era Pedro Baranowski, citado en una nota anterior como IBMer. Muchos años después me tocó a mi como Ing de Sistemas de IBM atenderlo como cliente, trabajaba en ese entonces en La Oxigena. ¡Agradables recuerdos!. Saludos
Hola Jaime:
En 1969 hubo un concurso en FIBA UBA para cubrir 6 posiciones de Profesor Asociado de la materia Computación. Pedro Baranowski y yo fuimos dos de los seis seleccionados. No recuerdo si había otros IBMers. Sí estaba entre los seis la mujer de Andrés Cabral, pero no estoy seguro del nombre así que mejor no lo digo. No recuerdo quién era el profesor o profesores anteriores de la materia, que creo que había comenzado como tal en 1968, como opina Horacio Croxatto.
En la materia arrancábamos con la Máquina ALPHA, un invento que ya estaba hecho, muy ingenioso, para explicar conceptos de programación. Hugo Studnitz me escribió lo siguiente, que comparto en este blog, fuente de descubrimientos y sorpresas: Yo era uno de los que hicieron "Alpha I", que se usaba junto con el Fortran en la materia que dictabas vos como profesor.
En 1969 hubo un concurso en FIBA UBA para cubrir 6 posiciones de Profesor Asociado de la materia Computación. Pedro Baranowski y yo fuimos dos de los seis seleccionados. No recuerdo si había otros IBMers. Sí estaba entre los seis la mujer de Andrés Cabral, pero no estoy seguro del nombre así que mejor no lo digo. No recuerdo quién era el profesor o profesores anteriores de la materia, que creo que había comenzado como tal en 1968, como opina Horacio Croxatto.
En la materia arrancábamos con la Máquina ALPHA, un invento que ya estaba hecho, muy ingenioso, para explicar conceptos de programación. Hugo Studnitz me escribió lo siguiente, que comparto en este blog, fuente de descubrimientos y sorpresas: Yo era uno de los que hicieron "Alpha I", que se usaba junto con el Fortran en la materia que dictabas vos como profesor.