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2015.10.12: Ricardo Forno: Mendy y el portugués y otros casos

Mendy y el portugués

Ésta me la contó el propio Mendivelzúa. Lo habían enviado a trabajar por un tiempo a Río. Hoy día cada uno teclea sus cartas u otros documentos, pero entonces lo habitual era garrapatear algo en un papel y dárselo a la secretaria. Mendy le extendió una hoja manuscrita a una secretaria, y le pidió si se la podía pasar a máquina.
Mendy y la secretaria carioca
--Pois não! – le contestó ella.
--Pero… es sencillo, no te llevará mucho tiempo. ¿Podría ser?
--Pois não!
Le costó un poco a Mendy descubrir que la secretaria quería decir: “¡Cómo no!”



El caso del gerente de no-sé-qué

Lo anterior me recordó que una vez hablé con un uruguayo, a quien habían nombrado gerente de no-sé-qué en IBM Brasil. Observé que hablaba con todos en castellano, y le contestaban en portugués. La secretaria oficiaba de traductora para los escritos.
Le pregunté cuándo lo habían transferido a Brasil. “Hace tres años, y me voy a quedar por lo menos cinco más”, me contestó. “¿Y no hablas nada de portugués?” “No”. “¿Y cómo te las arreglas en la calle?” “Todos me entienden” “¿Pensás seguir así?” “Por supuesto”. En fin…

Con un cable de plancha

Un Ingeniero de Sistemas (de cuyo nombre me olvidaré) le estaba presentando equipos a personal de un ¿posible o futuro? cliente. Era la época de las máquinas de Registro Unitario. En determinado momento, mientras señalaba dos de los equipos, dijo: “Éstos pueden trabajar juntos. Se los puede conectar fácil, hasta con un cable de plancha…” y recibió un puntapié en el tobillo por parte de su compañero.

San Martín y Cabral

En una oficina de IBM trabajaban Juan Pedro San Martín y Jorge Cabral. Llama un cliente, atiende Cabral, y se produce el siguiente diálogo:
--Por favor, ¿podría hablar con el ingeniero San Martín?
--En este momento no se encuentra.
--¿Quién habla?
--Cabral.
--¡Andate a la p... m... q... t... p...!

¡No, Carajo!

El Gerente de Ventas, Nicolás Azpiazu, era conocido por su mal genio. En una oportunidad, mientras estaba en una reunión, recibió una llamada urgente desde Tucumán. Aunque no lo puedan creer, en esa época hablar con el interior del país era un garrón: se necesitaba telefonista, había esperas de hasta dos horas, las líneas tenían horrísonos ruidos, etc. Azpiazu atiende y era Cervetti, entonces Gerente de la Sucursal Tucumán (luego pasó, creo, al Departamento Técnico). Cervetti le explica por un largo rato la situación con un cliente. Azpiazu apenas habla. Al fin, Cervetti le pregunta:
--¿Qué hago?
Azpiazu dice:
--¡No! –y corta.
Tras ímprobos esfuerzos, Cervetti logra que lo conecten de vuelta, y le dice:
--Señor Azpiazu, yo le expliqué un montón de cosas, y usted me contesta sólo “no”. “No”, ¿qué?
--¡No, carajo! –dice Azpiazu, y vuelve a cortar.

Lo que no dije sobre el APL en Argentina 

En 1965 y 1969 asistí a cursos en el Systems Research Institute de IBM en Nueva York. Una de las materias se refería a “A Programming Language”, modesto título que Kenneth Iverson le puso al libro origen del APL. El Profesor era Herbert Hellerman, quien simpatizó conmigo, y cuando regresé a Argentina lo hice con un lote de tarjetas (para la IBM 1620) que contenía una versión primitiva del APL. Esa versión se usó muy poco, pero la IBM 360 del SRI tenía instalada una versión más avanzada.
Ken Iverson
Se decidió arreglar una conexión de ese equipo con una terminal en Buenos Aires. Para la terminal, que era una máquina de escribir, habíamos conseguido una bolita con los caracteres del APL. Pero quedaba el problema de la conexión. No sé de dónde, apareció un aparatejo, muy rústico, que formaba una cuna para el tubo telefónico, y contenía un dino-modem. Por supuesto, como la transmisión del sonido era por aire, había toda clase de interferencias desde el ambiente. Con Badenazzo y Catorrey (como cariñosamente llamábamos a Catenazzo y Badorrey, porque siempre se los veía juntos, aunque se trataban de “usted” entre ellos) logramos ajustar el engendro interponiendo papel higiénico entre el tubo del teléfono y la cuna. Hubo cantidad de errores, pero al fin logramos ver algo así como un programita y su resultado. La operadora telefónica estadounidense insistía en que “The lines are out of order!”, pero Josefina, nuestra telefonista, había sido aleccionada y reconocía el “pitito” del modem. Varias veces dijo: “Ingeniero Forno, ¿sintió el pitito?”…
Creo que ésta fue una de las primeras conexiones digitales entre Argentina y EEUU.


R M Forno
Are you going to attend the lecture by R M Forno?

Volviendo a Herbert Hellerman, recuerdo esta curiosa confusión. Un capo (R. M. Fano, https://en.wikipedia.org/wiki/Robert_Fano) iba a dar una charla en el SRI. Lo encontré en un pasillo a Hellerman, quien me preguntó: “Are you going to attend the lecture by R M Forno?” “Sorry, Herb, but I am R M Forno…”

Alfredo Perez dijo...
Estados Unidos de Brasil y el español
Durante la década de los 60 viajé varias veces a Brasil por cursos, recibí colegas brasileros en BUE y nos cruzamos en otras partes.
Para un brasilero en esos años, el segundo idioma en la secundaria era el español/castellano, por obvias razones de geopolítica, al estar rodeados de hispanoparlantes.
Más aún, recuerdo haber visitado librerías en Río y en San Pablo con la sorpresa de que la mayoría (si no todos) los libros técnicos estaban en castellano. No tan curioso si recuerdan la pujante industria editorial argentina y el prestigio de nuestras universidades en esa época.

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