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Juan Vella (13/1/1933-4/9/2024) |
Hace pocos días falleció Juan Vella, poco antes de cumplir sus 91 años, a quien considero una persona excepcional, tanto por sus cualidades humanas como por su brillantes dotes profesionales. Compartí con él varios años en IBM Argentina y esas fueron mis impresiones al conocerlo.
Ya escribí en este blog un artículo sobre Juan. Lo encuentran en 10/02/2022: Hernán Huergo: Reencontrando a Juan Vella
https://bit40-dinos.blogspot.com/2022/02/10022022-hernan-huergo-reencontrando.html
Pero gracias a un intercambio de mails con su hijo Julián hoy puedo compartir en este Blog mucha información más sobre Juan.
Juan Vella era Licenciado en Matemáticas egresado de Exactas como Licenciado en Matemáticas Aplicadas en 1960. En 1959, invitado por IBM por sugerencia de Sadosky, hizo el que fue el primer curso dictado en Argentina sobre la computadora IBM 650, la primera en Sudamérica. Gladys Rizzo y Alfredo Pérez fueron dos de sus compañeros en ese curso.
Vella participó poco en el trabajo en Ciencias Exactas relacionado al proyecto Clementina. Gustavo Pollitzer y Juan Chamero fueron los dos IBM que más se ligaron al proyecto. Pero Juan mantuvo estrecho contacto con el proyecto por estar ligado a Manuel Sadosky y a las actividades iniciales de la Asociación de Cálculo y la de Investigación Operativa.
Juan Vella ingresó a IBM en 1960, junto con Víctor Savanti y Julio Viau, en lo que fue el primer grupo de universitarios, sólo precedidos por Javier Panich y Gustavo Politzer. Eran 20 en el curso, fue compañero en el mismo de Conrado Estol y de Gladys Rizzo. Al terminarlo fue designado Especialista en Ciencias Aplicadas para trabajar con Gustavo Politizar.
Dictó cursos en varias universidades del país para hacer conocer los principios y el potencial uso de las computadoras y el lenguaje FORTRAN. Fue docente en Exactas en cátedras de Sadosky y de la doctora Guber.
Mantuvo relación con muchos compañeros de Exactas y participó en el análisis varias de las sugerencias que Gustavo llevaba a Exactas y a pedidos especiales de Sadosky y Reggini.
Durante este período junto con Sadosky, el ingeniero Reggini y Polltzer crearon la Sociedad Argentina de Cálculo y la Sociedad Argentina de Investigación Operativa.
En 1962 fue nombrado en IBM Gerente de Planeamiento y Control, en el 64 lo designaron en ese puesto para toda Sudamérica con sede en Uruguay, para posteriormente ocupar ese cargo para América y el Far East, con sede en Nueva York.
Al volver a Argentina ocupó cargos gerenciales en áreas afines a las anteriores. Se retiró de IBM en 1988 y comenzó a dar servicios de asesoramiento a empresas. En 1997 emigró a Costa Rica donde continuó con esta actividad. Regresó a Buenos Aires en el 2019.
Dios te tenga en su gloria, querido Juan Vella.
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Juan tuvo dos hijos, Renata, con dos hijas, y Julián, con un hijo y una hija.
Julián es quien ha colaborado para preparar esta entrada, muchas gracias. Es padre de Mauro , estudiante de Ciencias Informáticas en ITBA, y de Maia.
Gracias Julián por las fotos que me enviaste:
Además Julián me mandó una parte de la autobiografía escrita por el mismo Juan, allí va:
Después de la mitad de la carrera me ofrecieron un puesto de ayudante de cátedra, luego de Jefe de Trabajos Prácticos y de Encargado de los Cursos de Ingreso a la Facultad, estas nuevas responsabilidades comenzaron a ser rentadas y significaban un ingreso que me ayudaba mucho a cubrir mis necesidades básicas. Me presenté a concurso y gané en varias oportunidades el puesto de Encargado de Matemáticas en los cursos de ingreso de las facultades de Farmacia y de Medicina.
Las autoridades de la Facultad me recomendaron a la Dirección de Estadística del Ejército y firmé un contrato de trabajo, corría el año 1958 yo estaba de novio con Eugenia, queríamos casarnos pero la vida juntos implicaba gastos que no estábamos seguros de poder solventar con los ingresos de ambos, finalmente a mediados del 59 nos largamos, alquilamos una casita en un barrio de Flores, vendí mi bicicleta para poder comprar una cama, y nos fuimos de luna de miel a Córdoba. Algunos pocos regalos y créditos nos permitieron reunir lo imprescindible para la casa.
Inmediatamente después me llamaron de IBM y fui invitado a asistir, junto con otros tres compañeros de la facultad, a un curso sobre una computadora que acababa de ser instalada en una empresa petrolera de Venezuela, el curso estaba dedicado a los vendedores y técnicos de IBM y era dictado por un empleado argentino que había participado de aquella instalación. Nosotros cuatro con todo el entrenamiento de nuestro estudio en la universidad y sin los preconceptos de tecnologías anteriores sobresalimos en forma evidente; cuando el curso terminó, nos dijeron que en cuanto IBM comenzase con el plan de introducir las computadoras en el país nos iban a ofrecer ingresar.
Cuando a fines de 1959 nos citaron a los cuatro se produjo una situación especial, otras compañías competidoras de IBM también decidieron tomar personal y nosotros cuatro nos convertimos en el principal objetivo para ellas. Yo me entrevisté con tres de ellas y jugando a obtener mejoras en la oferta conseguí el salario más alto de todos los acordados. En IBM entramos dos de los cuatro originales y otros veinte universitarios de matemáticas, física, economía y contabilidad. Esto significaba un cambio generacional en la empresa, varios de este grupo alcanzamos puestos fundamentales de la empresa. Cuando dos años después me nombraron gerente pasé a ser el gerente más joven.
Mi ingreso a IBM se produjo en enero de 1960, tenía un sueldo que era increíble, pasé a ganar más que el Decano de la Facultad. La situación económica cambió de la noche a la mañana, pudimos comprar un auto, un Renault, y empezar a hacer planes más ambiciosos: tener un hijo, cambiar de vivienda. Pero mis compañeros de la facultad y muchos profesores nos criticaron por haber ingresado a la empresa, nos consideraban vendidos al imperialismo yanqui.
El primer año en IBM fue dedicado a participar en cursos internos y estudiar mucho, terminado el período de entrenamiento me asignaron la tarea de promover el uso de computadoras en las Universidades, di cursos para profesores y alumnos en Ciencias Exactas, Ingeniería, Económicas, en la Católica de BS. AS., en la Universidad de La Plata, de Córdoba, de Tucumán y Mendoza. Generaba asombro e incredibilidad, hablaba de algo que costaba aceptar. Mi trabajo satisfacía los objetivos de la empresa y como reconocimiento me nombraron Gerente de Planeamiento e Investigación de Mercados.
En 1964 me ofrecieron promoverme a un puesto internacional, Gerente de Planeamiento y Control para Sud América, con sede en Montevideo. Esto significaba un paso importantísimo, el inicio de una carrera internacional, un extraordinario sueldo en dólares y un montón de ventajas adicionales, pero al mismo tiempo generaba un conflicto entre el trabajo de Eugenia, que en ese momento estaba becada para continuar con su investigación en Buenos Aires y mi necesidad de trasladarme a Montevideo. Finalmente acordamos que yo acepte la oferta y que por unos meses y hasta que terminase el período de su beca yo viviese en Montevideo mientras que Renata y ella permanecerían en Buenos Aires, todos los fines de semana nos reuniríamos en Montevideo o Buenos Aires.
Alquilamos una hermosa casa en Punta Gorda de Montevideo, a dos cuadras de la playa, cuando nos radicamos definitivamente en la casa, Renata comenzó a ir a un jardín de infantes muy bueno en Pocitos, Eugenia comenzó a asistir a cursos de historia en la Universidad de Montevideo y pronto hicimos muy buenos amigos gracias, inicialmente con Pola y Enrique con quienes teníamos amigos comunes en Buenos Aires, Yessy Braum nos los presentó, y ellos nos introdujeron a su grupo de Montevideo.
Todos mis compañeros de trabajo tenían autos importantes, yo había decidido comprar uno apenas mejor que el que tenía en Buenos Aires, un Renault Gordini, era un auto pequeño pero con un motor deportivo. La mucama de casa no podía aceptar tener un patrón con un auto tan poco importante, entonces optó por crearme fama de playboy dada mi preferencia por un “auto deportivo”. Poco después me di cuenta que un solo auto no era suficiente para llevar a Renata al kínder, a Eugenia a la Facultad y a mí al trabajo, la solución fue tomar un chofer para manejar el Renault. La idea de tener dos autos o uno más grande todavía era incompatible con mis ideas, tener un chofer me permitía generar trabajo para alguien que lo necesitaba.
Un abrazo a todos y quien quiera mandarme comentarios sobre Juan, bienvenidos sean, los incluiré en esta entrada.
Hernán