Cristina Zoltan |
Era el año …., Oscar Varsavsky repartía su
tiempo entre Caracas y Buenos Aires. En el Instituto de Cálculo, se quejaba
reiteradamente que su trabajo en Caracas era más simple pues disponía de un lenguaje más amistoso que
el que disponía en Buenos Aires. En ese trabajo colaboraba Carlos Domingo que
ya estaba en Caracas.
Wilfred Durán, que había estudiado
detenidamente el compilador del Autocode, recogió el guante y dijo que podía
proveerle de un lenguaje de programación para Clementina muy superior al que añoraba Varsasky en las máquinas
IBM disponibles en Caracas. Por cierto,
Varsavsky hablaba de FORTRAN.
La existencia del Comic hizo que Varsavky reevaluara su intención de radicarse
definitivamente en Caracas y continuara trabajando con el Instituto de Cálculo.
Luego otros sucesos nacionales le hicieron cambiar nuevamente la decisión.
Las facilidades de FORTRAN de aquella época, que Varsavsky valoraba
positivamente, era la sintaxis de los identificadores y las matrices. Los identificadores de variables
podían tener hasta 6 caracteres, si bien debían empezar con una familia de
letras específicas según el tipo de la variable y se podían tener arreglos de
más de una dimensión.
Pero quiero centrar mi relato en como Wilfred
Durán había adquirido un conocimiento profundo del compilador Autocode.
En el Instituto de Cálculo se disponía de
manuales de programación de Autocode, pero del compilador solo se disponía del
código en absoluto-imagen de memoria.
Como en aquella época no se había dividido la memoria entre código
ejecutable, variables y constantes, cualquier sector del compilador podía tener
una mezcla de elementos.
La capacidad de impresión (vía la cinta
perforada y ulterior impresión en el
teletipo) era en uno de tres
formatos: interpretar todas las posiciones de memoria como instrucciones, como enteros o las posiciones pares como
punto flotante. El mecanismo ideado por Wilfred fue hacer una impresión de cada
sector del compilador en cada uno de los tres formatos. Leyendo el código,
discernir realmente cual era la interpretación correcta de cada posición de
memoria y haciendo un collage (real “cut& paste”), armar una página
donde cada posición estaba representada
por su correcta interpretación indicando en que página de la memoria se
ejecutaría. Es lo que hoy se llamaría
reingeniería. En realidad reingeniería
“home made”.
Junto con el collage, hacía una serie de marcas en diferentes colores
indicando las rupturas de control tanto en la misma página o a páginas diferentes y los tipos de las
variables y constantes. Todo eso estaba
cuidadosamente almacenado en una carpeta negra de anillos.
La construcción de la carpeta le llevó a un conocimiento profundo de la
arquitectura del compilador Autocode y a poder identificar donde realizar los
cambios requeridos para admitir las facilidades que le había prometido a Oscar.
Comic superó ampliamente las aspiraciones de Oscar, pues Wilfred decidió que
además de matrices, le incluiría las operaciones de manera que las expresiones
involucrando expresiones no difirieran visualmente demasiado de expresiones de
otros tipos.
Como durante las discusiones referentes al
desarrollo del Comic, el siempre usaba como fuente la famosa carpeta negra,
decidí invertir un verano (1965-1966) en reproducir la carpeta lo cual me enseñó
a leer código y me permitió hacer las facilidades para la utilización del
graficador recientemente adquirido por el Instituto. Estas facilidades fueron
parte del Comic y constituyeron mi trabajo de grado de Computadora Científica
(la cuarta).
Esa lectura de código (montones de líneas
escritas en PIG), y la forma de trabajo
de Wilfred, marcaron mi carrera en el área de lenguajes, tanto que aún sigo
trabajando en eso pese a haberme jubilado mil veces.
Adelaide,
Autralia 2015
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