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19/09/2019: Conversando con Héctor Monteverde, Parte 1: El jardín de senderos que se bifurcan


Hacía tiempo que teníamos pendiente este Conversando con Héctor Monteverde. Intercambiamos algunos mails y documentación entre nosotros antes de concretar nuestra reunión en el mejor lugar posible para un hombre de sus pergaminos. O sea que elegimos la histórica oficina de SADIO, allí en Uruguay 252. 
-Bueno, empecemos por el principio, contame sobre tu familia de origen.
-Nací como segundo hijo en 1940 en el barrio de Palermo. La casa de mis padres estaba construida sobre la de mis abuelos en lo que había sido la quinta Bollini y ahora es Palermo Hollywood. Mi padre tenía un taller mecánico de reparación de equipos cinematográficos con bastante maquinaria y mi madre era maestra especializada en sordomudos.  
Cursé mis escuelas primarias (fueron dos, porque una no llegaba a 6to y además, se cerró) en el barrio y la secundaria en el Colegio Nacional Nicolás Avellaneda que quedaba en la misma manzana de mi casa, donde me recibí de bachiller especializado en físico-matemáticas. 
A fines de la primaria y principios de la secundaria aprendí a nadar y a jugar al sóftbol en el Club Obras Sanitarias y luego jugué al básquet en la categoría cadetes en el Círculo Trovador, situado frente a la estación Vicente López, al cual concurrí desde los cuatro hasta los 24 años.    
-¿Sóftbol en OSN y básquet en el Círculo Trovador? ¿Cuál fue el deporte y el club de tus amores?  
Círculo Trovador, frente a la estación Vicente López
-Como argentino uno no puede escapar a tener un club de fútbol de sus amores y yo siempre fui de Boca. Sin embargo, no jugué al fútbol, salvo algún raro partido de compañeros de estudio. Cuando tenía 4 años mis padres se asociaron al Círculo Trovador, que sigue quedando frente a la estación Vicente López y en esa época sus fondos daban al río.  (Ahora esta el Paseo de la Costa.) Fue el lugar de mis travesuras infantiles, de la barrita de pibes y, aunque ensayé varios deportes, me dedique algo más al básquet, federándome y jugando para el club hasta que comencé la Facu.    
En el Circulo Trovador, cuando tenía quizás 18 años y después de una inundación que habia cambiado el fondo del río, cuando estaba éste alto, me zambullí y me clavé de cabeza en el fondo produciéndome un aplastamiento entre la 4ta y 5ta vértebra cervical. Así, durante el curso de ingreso utilizé un cuello cervical durante 5 meses y cuando me convocaron para el servicio militar fui declarado como DAP (disminuído en aptitudes físicas).  
A Obras Sanitarias me asociaron al terminar la primaria o al comenzar la secundaria, en principio para aprender a nadar en la pileta cubierta de Paraguay y Junín. En los veranos iba al campo de deportes, nadaba y comencé a jugar sóftbol, pero no hice muchos amigos. 
Estudié piano y tocaba en conciertos que organizaba mi profesora de piano. En realidad, estudié piano casi por obligación de mi madre, pero a pesar de mi falta de oído (musical), el gusto por la música me llevo a asociarme al Mozarteum y concurrir regularmente a sus conciertos. 
-En tu colegio te eligieron presidente del centro de estudiantes. Te voy a preguntar por qué.
-Hacia el fin de la secundaria se generó un centro de estudiantes en el colegio y, al no asistir a una de sus asambleas, fui elegido presidente del mismo como solución de compromiso a una disputa entre humanistas e izquierdistas.  
En esa época (1957/58) los jóvenes, como siempre ha ocurrido, tendían a tomar posiciones firmes, los que se acercaban al humanismo, más conservadores y contemplativos de planteos del catolicismo; los que se acercaban a las izquierdas (siempre hubo muchas) mas drásticos en sus intentos de cambiar al mundo para hacerlo más "justo" (según sus criterios), aunque había una clara disputa entre comunistas (en esa época todavía estaba la Unión Soviética) y los más abiertos, a quienes los primeros calificaban de trotskistas. 
Siempre tuve una actitud contemporizadora, no combativa. Entre otras cosas, eso me llevó a que me entusiasmase en su momento con programación lineal por la cual uno busca un óptimo (máximo o mínimo) no absoluto sino sujeto a una serie de restricciones. 
Yo siempre oscilé entre el liberalismo y un socialismo muy moderado y quedaba fuera de ambos grupos. En alguna asamblea (creo que mientras cursaba el 4to  año, no estoy seguro) ninguno de los grupos mayores pudo imponer a su candidato y, aparentemente, mi nombre surgió como solución de compromiso. 
-Sigamos con tu historia. 
-Durante la secundaria, a veces o en las vacaciones, ayudaba con mandados y tareas en el taller de mi padre, pero en realidad yo era bastante torpe en mecánica. Cuando falleció mi padre decidimos liquidar el taller y dedicarme a otra cosa, con lo cual al final de la secundaria intenté unos trabajos de corretaje de ventas con escaso éxito. 
Más adelante me ofrecieron un trabajo en la oficina de Reservas de la Cía. Aérea PLUNA (1962-63) que en esa época presidía un político uruguayo pariente mío y allí trabajé un par de años con mucho entusiasmo, utilizando un sistema de comunicaciones que me enseñó mucho, que permitía enviar y retransmitir mensajes con diversas prioridades entre oficinas (reservas, operaciones, etc) de aerolineas y también tenía una vinculación con otro sistema de comunicaciones aeronáuticas que permitia enviar comunicaciones a aeronaves en vuelo. Todo lo que aprendí me llevó a mantener para siempre como hobby la información del transporte aerocomercial. 
-Hablame de tu vocación, la que te llevó a Exactas. 
-Mi vocación era ser ingeniero naval y así concurrí en 1958 mientras cursaba el 5to año a la Facultad de Ingeniería para anotarme en el Curso de Ingreso. Como éste no tenía fecha cierta de comienzo, con un compañero decidimos anotarnos también en el de la Facultad de Ciencias Exactas como una forma de entrenamiento previo y allí lo hice en la carrera de Matemáticas. Terminé ingresando en ambos lados y cursé algo así como medio año en simultáneo hasta darme cuenta que era una locura, después de lo cual decidí quedarme en Matemáticas, donde encontré un ambiente que me agradaba más.  
-El ambiente agradable en Exactas, ¿lo asociás a alguna persona en particular? 
-No lo asocio con una persona sino con la motivación de los estudiantes. Ingeniería me defraudó un poco al ver durante el primer año lo que yo consideraba grandulones (de unos 20 años) que se llevaban machetes para un trabajo práctico o un parcial. Observé más un interés en el título que en la profesión y eso me chocó. En Exactas el título no parecía importarle a nadie (en realidad, sirve de poco) y percibí un gran interés en aprender la materia de la cual se tratase. 
-¿Qué me podés contar de los docentes que tuviste en Exactas? 
Gustavo Pollitzer (1928-1990)
-Si pienso en docentes, tuve buena relación con varios y solía anotarme como ayudante ad-honorem en materias que quería aprender mejor. No hay cosa mas difícil que tratar de responder a preguntas de los alumnos. Sin embargo, quizás del que podría considerarme discípulo fue Gustavo Pollitzer, que daba Sistemas de Procesamiento de Datos (con mi Sra y otros compañeros fuimos ayudantes ad-honorem de su cátedra) y nos tutoreó en el Seminario Superior de Computación. Realmente aprendí. 
Isidoro Marín (1921-2018)
Cierta inclinación remanente a la resolución de problemas prácticos propios de la ingeniería me llevó a inclinarme hacia la Investigación Operativa, cursando varias materias vinculadas a la misma con el Ing. Isidoro Marín. Sin embargo pronto llegué a la conclusión que sin ayuda de computadoras era muy difícil poder resolver problemas de la dimensión que tenían las aplicaciones reales, con lo cual al instalarse la Clementina (Ferranti Mercury) en el Instituto del Cálculo de la FCEN hice un cursito de programación y decidí pasarme a la nueva carrera de Computador Científico que se acababa de crear. 
-¿Y qué pasó con tu trabajo? Estuviste en Pluna hasta el 63. 
-Sí, de ahí pasé a Hijos de Ybarra, que era una aceitera, embutidos y productos e almacén. Trabajaba en Costos y en Estadísticas y se incorporó el primer computador, un Bull Gama 10 (RCA 10) de 1k de memoria con E/S por tarjetas en el cual hice el programa de facturación. Estuve unos dos años, hasta 1966. De allí me fui a Acindar. 
-¿Cómo fue que entraste en Acindar?

-Yo estaba en buena relación con Gustavo Pollitzer, quien era muy amigo de Osvaldo Molina, que en esa época era consultor externo de Acindar. 
Con Molina terminé teniendo una relación de amistad de años, lo veía después en Brasil, en San Pablo. Cada vez que venía a Buenos Aires nos juntábamos a desayunar juntos. 
Yo estaba en la facultad y empezábamos a hacer con Pollitzer la tesina del proyecto de seminario superior sobre simulación. Gustavo nos dio un librito de IBM que hablaba de una simulación para optimizar la producción de acero en siderúrgicas. Nos dio el contacto de Molina para que nos explicara un poco más del tema en Acindar. Nuestro proyecto de tesis era hacer un compilador-intérprete del GPSS (General Purpose System Simulator) creado por Gordon para que anduviese en una maquina en BUE (que fue la IBM 1460 que estaba en Secretaria de Hacienda). Para ello no sólo aprendimos simulación, sino bastante de modularización, establecimos qué se requería en común y definimos rutinas que representasen los bloques de un diagrama de flujo de la simulación, y creamos herramientas de prueba para poder testear lo que programábamos (años 1966-68).
-Recuerdo que Hugo Castro era un experto en GPSS. 
-Bueno, él era uno de los cuatro de nuestro grupo de trabajo para la tesina: Hugo Castro, mi mujer, Martha Cotik, Herberto Panzeri y yo. 
-¿Interpretar el GPSS? Un proyecto muy ambicioso.

-Vos sabés que después entendí la utilidad que significó para mí. Aunque aprendí mucho de simulación y del GPSS, que después aplicaría por ejemplo en Shell, lo interesante es que aprendimos conceptos de Ingeniería de Software en una época en que ni existía el término, que recién aparecería en 1969, en una conferencia de la NATO, cuando había salido el lenguaje ADA. Allí nació la preocupación por el mantenimiento de los sistemas. Como había mucho de artesanal en la programación, no había reusabilidad, y cuando envejecían los sistemas y había que adaptarlos a nuevas circunstancias tenía un costo espeluznante. En esa conferencia de la NATO se empezó a acuñar el término de Ingeniería de Software. Yo más bien me incliné hacia la Ingeniería de Software.  
-Naciste con una vocación de Ingeniería Naval, después te decidiste por las Matemáticas, dentro de las Matemáticas te gustó la Investigación Operativa, de allí elegiste pasar a Computación Científica sin la cual la Investigación Operativa no sirve y terminaste eligiendo de nuevo la Ingeniería, de Software. 
-Yo me acuerdo que haciendo un Seminario Elemental de Cálculo Numérico con Marín, todavía en la sede del Departamento de Matemáticas, Avda de Mayo 660, 2° piso, resolvíamos sistemas de ecuaciones lineales de 5x5, de 4x4, con calculadoras Facit, Marshall y demás. Nos llevaba 40 minutos o cosa por el estilo. Para resolver un programa lineal, que uno de juguete básicamente tiene 30, 40, 50 ecuaciones, es prácticamente imposible resolverlos sin Computación. 
-Volviendo a tus inicios en Acindar y ese contacto inicial con Molina a raíz de tu trabajo de tesis con Pollitzer, sigamos con esa historia.

-Me llegó la propuesta de Molina, muy apoyado por Pollitzer y acepté la invitación. Tres de los cuatro que trabajábamos en Ybarra entramos en el Grupo de Estudio de Modelos de Acindar (1966-69), donde realicé trabajos de pronósticos de venta, cálculo de stocks de seguridad y simulación, utilizando un computador IBM 1401 ubicado en las oficinas de Rosario. Esto último nos obligó no sólo a viajar casi semanalmente allí, sino a agudizar el ingenio para armar mecanismos que nos permitiesen hacer pruebas remotas sin transmisión de datos. 
-Creo que Carlos Antonini trabajaba con vos, ¿cierto?

-Sí, era parte del grupo de Estudio de Modelos. Era teletipista pero tenía estudios de Matemáticas. Con él íbamos a Rosario a probar programas en la computadora. Si bien en el grupo eramos varios, solía trabajar junto con Antonini, que quedó en Acindar por muchos años más. Viajábamos en tren o en avión para probar nuestros programas. También utilizábamos el correo para mandar cajas con lotes de tarjetas. Fue una época muy divertida y más de 10 años después todavía a veces me llamaba Carlos para preguntar si se podía hacer determinada cosa con un sistemita de distribución de costos entre secciones productivas y de servicios del cual se habían perdido las carpetas y los simbólicos y lo seguían ejecutando en /360 con compatibilidad 1401. 
Otra cosa que hicimos con Antonini en Acindar fue organizarnos para realizar las pruebas en forma remota con cajas de tarjetas que contenían los simbólicos de programas, los ejecutables de programas que cargaban los datos de prueba, los datos de prueba, tarjetas que mandamos a imprimir con la imagen de la consola de la IBM 1401 para que el operador indicase en ellas un código de error que incluíamos en una instrucción expresa y aparecía en la consola, y programas ad-hoc para imprimir el vuelco de la memoria y los datos generados por el o los programas en pruebas. Esto estaba motivado porque la 1401 no disponía de sistema operativo, sino de una simple tecla LOAD que leía una tarjeta y transfería el control a la primer posición de memoria que almacenaba esa tarjeta. Sólo tenía un monitor de ejecución que permitía fraccionar programas, almacenar sus ejecutables en cinta magnética y pasar de la ejecución de uno a otro, así como la opción de vuelco de memoria interpretado el Fortran de 1401, que era realmente una maravilla para su época. Nos divertíamos con eso y aprendimos mucho. 
-¿En qué año te recibiste? ¿Cómo se llama tu señora? ¿Cómo fue que la conociste? ¿Cuándo te casaste? 
Con Martha y con Ruana
-Son varias preguntas. Mi señora es Martha Cotik, hicimos el ingreso 
en la FCEN el mismo año (1958, junto con el 5to del secundario) pero las vueltas de la vida hicieron que comenzáramos a estudiar juntos varios años después, cuando ambos (también Hugo Castro) habíamos cambiado a computación. Creo que nuestro metejón fue mas un complot de nuestros compañeros, pero funcionó. Nos casamos en 1966, lo cual hizo que junto con el trabajo full time (incluyendo viajes) demorase mis estudios y me recibiese recién en 1969, teniendo ya un hijo. 
-En Acindar estuviste hasta justamente ese año, hasta el 30/11/1969. Contame cómo fue que de allí pasaste a Shell.
-De Acindar me mandó llamar Lara, que había hecho una Maestría en el MIT y estaba en Propulsora Siderúrgica, que se estaba formando. Era una época en que todos los que estaba en Acindar se querían pasar a Propulsora.

-¿Por qué?

-Era la posibilidad de crecer en una nueva empresa. Fui y me pidió el CV. Un día me encuentro en Retiro con Antonini para viajar a Acindar Rosario. Él me dice "fijate este aviso de Propulsora: 28 a 32 años, yo tenía 31; Computador Científico o equivalente, me faltaba rendir la ultima materia; con conocimientos de GPSS". 
Parece que entré, fue lo que pensé. Me fue bien en la entrevista. Tenía que empezar a trabajar el 15 de noviembre era un viernes, pero no llegaba a dejar todo ordenado en Acindar. 
Arreglé con Lara y comencé el lunes, pero el martes 19 por la mañana nació mi primer hijo y no fui. Como sabía que al día siguiente, el miércoles a las 18, había una reunión con el gerente general, ese día a las seis de la tarde fui a la oficina.  
Todos saludaban a un señor mayor respetuosamente. Era Sergio Inaudi, el Director Financiero. Lo saludé a  él y al Gerente General. Mi primer trabajo era incorporar gente para el área de Sistemas. 
Fue en esos días cuando me llamaron de Shell. Yo había intentado antes entrar en Shell, habían pedido gente al Instituto de Cálculo pero mandé tarde mi currículum. De alguna manera se ve que quedé en alguna lista y Lechner me llamó. 
Enrique Lechner era el gerente de Investigación Operativa en Shell. Así que fui a disculparme, a decirle que no podría entrar, ya tenía un nuevo trabajo. Pero cuando me presenté, antes de que yo empezara a decir nada, Lechner me empezó a exponer todo el plan de trabajo, como si yo ya estuviera adentro. Puede que Molina le hubiera comentado sobre mis antecedentes. Cuando terminó de exponer todo eso, que para mí era fabuloso, yo le dije "la verdad que empecé a trabajar en Propulsora hace quince días". "Cuánto pide por venir". "No, si vengo no es por dinero, el plan de trabajo me parece fabuloso". El dinero que podía ofrecer era prácticamente lo mismo. "Déjeme pensarlo". Lo hablé con Gustavo y decidí agarrar viaje. A Lara lo invité a almorzar y lo entendió, “Por favor buscá tu sucesor”.

"¿Cuándo se puede incorporar?". "Preferiría a partir de enero para rendir la última materia". "¿Cómo, no es egresado? Este puesto y este sueldo es sólo para profesionales universitarios". Entré el 2 de enero del 69, la última materia la rendí a fin de diciembre.

-¿Cómo fue el trabajo en Shell? 
-Fue un lindo trabajo. Realicé operé modelos de producción y de transporte, desarrollé sistemas de regresión lineal para analizar rendimiento de plantas de la refinería, y modelos de simulación para planificar las operaciones de alijo en el Río de la Plata. 
Un detalle de cosas que hicimos con un becario en Shell es que utilizando una serie de programitas en Fortran con el método Stepwise para procesar correlación múltiple conseguí desarrollar un sistemita que permitía que el usuario que quería analizar la relación entre un juego de datos de mediciones de varias variables pudiese hacerlo definiendo la forma en que podían intervenir los mismos y sacar como resultado una posible fórmula que sirviese para predecir comportamientos y dar instrucciones al operador de la planta. Lo gracioso es que el manual del usuario tenia unas 80 páginas y alguien protestó por la cantidad de fotocopias que mandamos hacer.  
Un segundo detalle es que el modelo integrado de producción que comenzó un compañero y terminé yo, por su dimensión (un par de miles de ecuaciones y unas 6000 variables) necesitaba de programas generadores de los coeficientes de la matriz de programación lineal y tuvo que ser procesado en un computador de Holanda porque en Argentina no había en ese momento computadores de IBM con capacidad de memoria como para hacerlo. 

-Estuviste seis años.

-Fue mi primer trabajo largo. Yo aprendía todo lo que podía y cuando no había más cosas que aprender buscaba otra cosa.

-¿Cómo entraste en FW Sibille?

-En 1974 fue la nacionalización de la comercialización de combustibles. Yo estaba en Planeamiento de Transporte. Me tocó apoyar en la negociación con YPF. Me encargaron una propuesta que todos consideraron razonable. Pero todos los trabajos de Ingeniería Industrial, de Optimización, ya dejaban de tener sentido. Justo Panzeri, que estaba trabajando en Sibille, se iba a la Fundación Bariloche y me propuso para reemplazarlo.

-Contame de Sibille. 
-FW Sibille, nació como consultora y luego pasó a ser KMG y más adelante KPMG, asesorando sobre temas operativos, de organización y de procesamiento de datos en empresas industriales, bancos y otros. 
Daba apoyo de computación a los auditores. También daba apoyo al Uruguay, hasta que incorporaron su propio profesional en Computación. Lo mismo pasó en Chile. El cliente principal era Philips. Otro cliente importante que atendí en los últimos tiempos fue ICI, Imperial Chemical Industries.
-Allí estuviste como quince años.

-Me llevaba muy bien con el único socio de Buenos Aires, un alemán llamado Carlos Langbehn, quien era el único socio y gerente de la oficina de Buenos Aires de FW Sibille, que formaba parte de Klynveld & Krayenhoff, que luego pasó a integrar KMG y finalmente KPMG.

-¿Qué pasó en 1990 que te fuiste de KPMG? 
-Yo pertenecía a la facción menor de KPMG, la de los holandeses representados por Langbehn. La empresa estaba orientada más a vender paquetes más que a resolver problemas de los clientes. Arreglé y me fui. Me asocié a alguien que había desarrollado un paquete para MRP que andaba en PC. Estuvimos tratando de instalar ese paquete, que implicaba gran trabajo de consultoría de apoyo. Ya estaba en la UB, me llamaron de Ort.

-Hizo un giro tu carrera.

-Volví a la Educación, sí.
Terminamos acá la primera parte de esta historia sobre Héctor. Al repasar su relato de vocaciones y decisiones me saltó a la cabeza el título de ese libro de Borges tan emblemático, El jardín de los senderos que se bifurcan.


Continúa en Parte 2

1 comentario:

  1. Tocayo, tu CV es impresionante.!!!
    Te felicito y admiro.
    Héctor Coppola

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