Tomado de Museo Informático/ Personalidades Informáticas
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Acaba de salir de hacer el
servicio militar (“la colimba”) y volví a mi empleo previo a mi incorporación,
a la por entonces Compañía Nobleza de Tabacos, que había sido mi primer empleo
desde un año antes de terminar la secundaria. Allí ya había pasado por
diferentes escalones del área administrativa. Del inicial puesto de cadete, ya
había incursionado por diferentes posiciones del Departamento de Costos, entre
ellos el operar una máquina de contabilidad mecánica Remington Sundstrand.
Entre los recuerdos de esa etapa, está el haber reemplazado al hoy periodista
Hugo Gambini en el confidencial sector de Fórmulas o el compañerismo existente
en el sector fomentado por su Jefe el Sr. Duclós, Al reingresar fui destinado
al sector Cuentas Corrientes y a operar una máquina de contabilidad Burrroughs
Moonhopkins, siendo mi jefe el Sr. Barcia.A todo esto, había iniciado mi carrera para Contador Público en la UBA, teniendo como socio de estudios a mi amigo el hoy Dr. José “Pepe” Brunetta. Pero, como todo joven quería crecer tanto en responsabilidad como en ingresos económicos y comenzaron mis charlas, no siempre amables, con el Subcontador Sr. Servín. Quizás para calmarme me ascendieron al puesto de subjefe del Sector Estimación Materia Prima, una tarea interesante porque analizaba el futuro de las cosechas de tabaco, las diferentes posibilidades de compra y las correlacionaba con el pronóstico de ventas. Pero, los honores me ponían contento, pero los bolsillos lloraban por su orfandad de contenido.
Es así que
inicié la búsqueda de avisos que pudieran “entrar” en mi proyección personal.
Entre las
muchas cartas que escribí, una de las que recibí contestación fue de National,
la empresa de las cajas registradoras de la calle Corrientes. ¿Cual era
mi entusiasmo para con una empresa como ésa? Que a lo mejor iba a poder aplicar
mi reciente título de profesor de inglés.
Primero me entrevistó el jefe de personal, el señor Palacios y luego los señores Massip y Barbeito, Ambos tenían funciones administrativas (Massip) y técnicas (Barbeito) en el sector AMD (Accounting Machine Division). Todos me consideraron un buen candidato para ingresar como instalador de máquinas de contabilidad National. Corría el año 1957, parecía todo como que el mundo se ponía a mi disposición para que en rauda carrera me lo llevara por delante. Pero, había un obstáculo. El sueldo ofrecido era inferior a lo que ganaba en Nobleza. Y entonces me pusieron en la oficina del gerente de AMD, el señor Juan Antonio Merayo.
Primero me entrevistó el jefe de personal, el señor Palacios y luego los señores Massip y Barbeito, Ambos tenían funciones administrativas (Massip) y técnicas (Barbeito) en el sector AMD (Accounting Machine Division). Todos me consideraron un buen candidato para ingresar como instalador de máquinas de contabilidad National. Corría el año 1957, parecía todo como que el mundo se ponía a mi disposición para que en rauda carrera me lo llevara por delante. Pero, había un obstáculo. El sueldo ofrecido era inferior a lo que ganaba en Nobleza. Y entonces me pusieron en la oficina del gerente de AMD, el señor Juan Antonio Merayo.
Fue una larga charla por lo que recuerdo, con
mucha argumentación de ambos lados. Pero Merayo era un gran vendedor y sacó el
as de la manga, haciéndome una apuesta. Si en tres años encontraba una
ocupación (se suponía que para entonces iba a estar recibido o casi) que ganara
más que lo que ganara allí, él de su bolsillo, me iba a pagar la diferencia con
un plus del 10% adicional. Y yo compré…
Así, el 3 de junio de 1957 ingresé a National
como futuro instalador de máquinas de contabilidad, por ese entonces la 3000 y
muy poco después la 32. Hice el curso que dictaba un petiso arrogante y
exigente, Despaux, y tuve no solo que aprender a operarla, sino también a
diseñar las barras que la hacían funcionar. Y lo más importante armar la
carpeta con los 28 sistemas estándar de la 3000. Un aprendizaje duro,
fatigante, exigente, pero a la distancia que bueno resultó.
Ese mismo día ingresaba Luis M. Canziani con
quien compartimos muchos años de compañeros y aún hoy solemos vernos para tomar
un café, junto con otros de aquella y de otras épocas, para recordar tiempos
idos. En el departamento de Instalaciones AMD había otros colegas con quienes
convivíamos a diario como Lasca, Lardiez, Calcagno y los inefables probadores
Palma y Robles, quienes son en sí mismos toda una historia.
Mi función como instalador era ir a la casa de
clientes que habían comprado la o las máquinas y organizar el trabajo para que
el operador, entrenado en nuestras oficinas, pudiera sacar el mayor provecho.
Incluso en muchos casos, asesorar a jefes y contadores, sobre como sacar
provecho de los resultados que se obtenían. De los sitios que recuerdo haber
estado: Massalin & Celasco, Arcadia, Atanor y también viajaba al interior
como ser a Cosecha en el Chaco.
Los instaladores éramos supervisados por el
jefe de instaladores (Barbeito) y el subjefe (Ulises Pérez) pero también por
los ayudantes de vendedor que era nuestra meta de ascenso siguiente. El
ayudante tenía como función confeccionar los proyectos para que el vendedor
presentara en la perspectiva de cliente y una vez concretado el negocio hacer
que lo prometido se cumpliera. Eliseo C. Miró todo un personaje en la historia
mundial de NCR (llegó a ser vicepresidente de operaciones en Ultramar de
National Cash Register) había establecido una regla: La venta es una promesa,
la instalación su cumplimiento. Y la instalación pasó a ser una característica
distintiva y diferenciadora de la propuesta, dado que la competencia era un
servicio que no brindaba. Y aprendí que no todo es el precio, que se puede
vender por las otras cosas que uno brinda.
En 1960 (si no me equivoco) cambia la
identidad corporativa. El entrar en computación (internamente se la llamaba
EDP, Electronic Data Processing) obligó a crear otra imagen que la alejara,
pero no la abandonara, de las cajas registradoras. Así pasamos a ser NCR. ¿Cuál
era la razón? Ya en 1957 se había comenzado a comercializar una computadora
National Elliot 803. Era una máquina orientada al cálculo que se fabricaba en
Inglaterra, se programaba casi en lenguaje de máquina, se alimentaba y producía
resultados en cintas perforadas de cinco canales (que alimentando a Teletipos
podían convertirse en resultados impresos). En 1958, vino un inglés a Buenos
Aires, que en un tropezado castellano nos dio un cursillo introductorio de
dicho equipo.
Mientras tanto, National en colaboración con
General Electric lanzan en EE.UU. la National 304. La primera computadora
fabricada con circuitos de estado sólido. Aquí en Buenos Aires, el mercado
comienza a recibir las primeras computadoras, las Univac en Ferrocarriles, la
IBM 650 en Transportes…. El Banco de la Provincia de Buenos Aires forma una
comisión para evaluar los posibles equipos para el Banco. Miembros de esta
comisión viajan a EE.UU. y evalúan las posibilidades de las por entonces
ofertadas en el mercado. Visitan IBM, Burroughs, Remington, RCA y Nacional. Y
cuando vuelven a Buenos Aires, en 1959, llaman a licitación. National se
presenta con el 315, recién salido a la contienda y tenía muchas chances de ser
la adjudicataria por la buena impresión que la comisión trajo del 304.
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