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2016.06.15: Eduardo Vila Echagüe: Mi encuentro con la informática

[Capítulo 1 de La Informática y yo]

Mi encuentro con la informática


Hace algunos años mi hija me sorprendió con la siguiente pregunta:

— ¿Papá, tú trabajas en lo mismo que estudiaste?

Es que ella estaba terminando sus estudios secundarios y tenía que decidir qué carrera universitaria iba a seguir. Mi respuesta no la ayudó mucho:

— Hija, en lo que yo trabajo no existía cuando yo estudié.

Finalmente ella tomó la decisión de estudiar Ingeniería Comercial, carrera que en este país tiene un fuerte componente de mercadotecnia. Algo que ha existido desde siempre, desde que en el jardín del Edén la serpiente convenció a Eva de comer el famoso fruto prohibido. Ella no tendrá el problema que yo tuve.

¿Y qué es lo que yo estudié? Ingeniería Industrial, en Buenos Aires, en la primera mitad de la década del 60. Una carrera interesante, con una buena base en ciencias puras, matemáticas, física y química, complementada con sus aplicaciones en electrotecnia, construcción, organización de empresas,
procesos industriales, etc.

Entré a trabajar en la Ford, justamente como ingeniero industrial, paseándome junto a la línea de montaje con un cronómetro, tomando los tiempos de cada tarea para poder distribuir de manera equitativa el trabajo entre todos los obreros de la línea. Pero casi al año de estar allí un compañero de la universidad me contó que estaban tomando gente en IBM. Me presenté y me aceptaron, en julio de 1968. Transcurrieron más de 45 años hasta que finalmente me retiré de la misma empresa. He visto pasar mucha agua bajo el puente; esa es la historia que les quiero contar. La historia de la informática vista por alguien que, si bien no la vio nacer, la acompañó en su desarrollo, partiendo desde ser algo misterioso que parecía no tener mayor relevancia en nuestras vidas, hasta llegar a esto que hoy nos rodea por todas partes.

Les aseguro que en la universidad no me habían enseñado absolutamente nada de informática. Sin embargo yo no era tan ignorante como para no saber lo que era IBM. En aquella época estas siglas se usaban prácticamente como sinónimo de computación, tal como la Gillette lo era de las hojitas de afeitar. Había gente que trabajaba en el departamento IBM de una empresa, incluso cuando en ese departamento ya no hubiera ninguna máquina IBM. Recuerdo un chiste de la tira cómica del genial dibujante argentino Quino, donde Mafalda y sus amigos le preguntan a Manolito, el hijo del almacenero gallego, por qué estaba en su almacén con sandalias. La respuesta fue que estaban haciendo el inventario y que las sandalias eran como una IBM para él.



Odio tener que explicar los chistes, pero si alguno no lo entendió, la gracia era que siendo vistos los gallegos en Buenos Aires como no particularmente brillantes, Manolito no era muy bueno para las matemáticas, por lo que las sandalias le permitían utilizar diez dedos adicionales para llevar la cuenta de los artículos del almacén.

En estos últimos 40 años la informática ha producido enormes cambios en nuestro modo de vida, pero esto no ha afectado nuestra vida cotidiana tanto como lo que vivieron nuestros bisabuelos a fines del siglo XIX. La llegada del agua corriente, el ferrocarril, el telégrafo, la electricidad y sus aplicaciones, como la luz eléctrica, los refrigeradores, los tranvías y los ascensores, para culminar a comienzos del siglo siguiente con los automóviles, los aeroplanos y la radio, todo eso en unas pocas décadas, cambió la vida cotidiana de la gente común de una manera que difícilmente se repita en la historia de la
humanidad.

Para mis abuelos, cuya vida se desarrolló en la primera mitad del XX, el mundo actual no les sería tan extraño. Si entraran a mi casa verían las mismas comodidades que ellos tuvieron. Sólo preguntarían por el uso del microondas y especialmente por esas pantallas planas que verían en muchas de las habitaciones. Si mi abuelo se subiera a mi automóvil, quizás le llamen la atención los cinturones de seguridad, pero en pocos minutos podría andar circulando por la ciudad. En la calle, además del volumen del tránsito, los semáforos serían lo más novedoso para él, aunque difícilmente echara de menos el antiguo sistema en que un policía dirigía el transito encaramado en una garita.

Si revisamos los últimos cuarenta años, ciertamente no veremos cambios tan espectaculares en nuestro entorno doméstico, sino otros más sutiles que afectan principalmente a nuestra vida cultural.

A mis abuelos no les llamaría la atención ver en mi casa varias bibliotecas atestadas de libros, pero se sorprenderían si les dijera que casi no los miro porque la mayoría de mis lecturas son hoy en una tableta. Lo mismo pasa con mi colección de la revista astronómica que conservo completa desde
1965, ocupando un considerable espacio. El año pasado recibí por una módica suma en 10 DVD las imágenes de todos los números desde 1943 hasta ahora. ¿Qué sentido tiene seguir guardando mis queridas revistas? ¡Ojalá no se entere mi señora!

Veríamos aún mejor el impacto de la informática hoy si pudiéramos hacer el experimento inverso. Llevar a nuestros hijos y nietos a la época de mi niñez, a mediados del siglo XX. Lo ejemplifica a la perfección un simpático chiste que me llegó hace poco.

Un padre y su hijo adolescente están viendo un programa médico. El hijo le dice:

— Papá, si alguna vez me vez conectado a un montón de aparatos y viviendo a base de líquidos, por favor no me dejes vivir así.

El padre asintió, fue al cuarto del hijo, le desconectó el televisor, el equipo de música, la consola de videojuegos, le quitó el celular, el iPad y le botó las latas de cerveza, el ron y todas las bebidas. ¡Y el hijo casi se murió...!

A lo largo de estos muchos años, en varias ocasiones me ha tocado recibir nuevos empleados que venían llegando directamente de la universidad. Aunque muy preparados en las tecnologías más modernas, andaban totalmente perdidos al encontrarse con otras más antiguas que aún abundan en las empresas a las que prestamos servicios. Tomé la costumbre de en un par de horas tratar de contarles la historia de la computación. Sus compañeros comentaban: — ¡Ahí ya está el jefe con sus fenicios! — Nunca supe de donde salió esa frase. Hay civilizaciones mucho más antiguas que los fenicios, como los sumerios o los egipcios. Pero en mi caso aplicaba mejor, porque no partía desde el principio, sino desde la época en que había llegado a IBM, la que coincide aproximadamente con las más antiguas tecnologías que mantienen cierta vigencia.

Esta es la misma historia que pretendo contar en este libro. No es la historia de la informática sino mi historia de la informática. Seguramente no será muy rigurosa pero espero que sea más amena que si llenara el libro de referencias y citas a los distintos gurús que ha tenido esta industria

(Continuará)

11/06/2016: Club Palermo 10/06/2016: A la fiesta no vino Messi

Anoche vi el partido de la Copa América Argentina- Panamá. "Va a ser goleada", había escuchado decir a un periodista experto. "Debería serlo", le contestó el otro, con algún dejo de duda en su tono. "Si no gana por tres goles de diferencia el resultado es un desastre", insistió el primero.

El partido comenzó como para darle la razón al optimista, Argentina a toda velocidad, De María imparable, todos enchufados y voraces y antes de los 10 minutos llegó el primer gol,  un cabezazo exacto de Otamendi. 

"Esto va a ser una fiesta", decía uno de los relatores, "Argentina es un equipo, Panamá son unos torpes". Pero resultó que los panameños, quizás más rudos que otra cosa, de allí en más no me parecieron nada torpes y Argentina la pasó de mal en peor, ante lo que imagino el asombro del periodista optimista, e imagino el no asombro del colega dubitativo. Cuando a los 30 minutos Panamá perdió uno de sus hombres rudos por manotazos consecutivos, alevosos e innecesarios, por supuesto pensé, 'Ahora sí que viene la fiesta'. Pero todo siguió igual, los torpes asediando a los nuestros, con físicos y alturas preocupantes. Entonces, a los 40 minutos, se lesionó Di María, como suele suceder en momentos importantes de copas importantes, y no pude evitar el pensamiento: 'Puede que venga la noche en lugar de la fiesta'. Pero ya en el segundo tiempo, a los 60 minutos, entró Messi, su primer gol fue antes de los 70, su segundo antes de los 80, su tercero antes de los 90. Y en tiempo de descuento Agüero cerró el 5-0. Fue fiesta y fue goleada. Fue Messi.  



Tuvimos una invitada, Marcela Baffi, que con
Lidia y Liana completaron el cupo femenino
Algunos se preguntarán qué tiene que ver todo esto con el Club Palermo de ayer. Bueno, la comparación nació en mi cabeza y la comento. Por de pronto, los que hemos ido a los últimos almuerzos hemos disfrutado de entradas, vituallas, bebidas y postres por goleada. Y la fiesta del encuentro se hace todavía más fiesta. Esta vez fuimos como cuarenta con varios debutantes, además de otros no tan debutantes pero sí reaparecidos. Incluso tuvimos a una no Dina invitada, Marcela Baffi, que trajo ad latere Lidia, que continúa su lucha con un pie convaleciente. Ya comentaré alguna cosa de la invitada. Con Liana completaron el cupo femenino de tres, algo exiguo pero que se hizo notar y adornó nuestro encuentro. 

Pero..., pero...,  lo que no tuvimos ayer en Club Palermo fue la goleada de otras veces.


Llegué a las doce y media, bien prolijo. Los saludos y abrazos para cada uno. Los reportajes con fotos para los debutantes y reaparecidos. Así que entre una cosa y otra recién me senté en mi lugar como a la una y cuarto. No, mi asiento ya no tenía copa. Con cierta urgencia miré hacia uno y otro lado sin demasiada suerte. "Allí a Scolnik le sobra una copa", señaló Naveiro, atento y misericordioso. 

Ya con copa en mano mi siguiente misión fue encontrar agua en alguna botella cercana. Estaban distribuidas tan raleadas como cactus en Jujuy, una botella cada tantos comensales. Fue la única vez que pude conseguir agua en mi barrio, la segundúltima agua conquistada fue una operación de robo en barrio ajeno. 

13:55: Después de la llovizna de fiambre; el lugar vacío
es el del cronista; las botellas eran como cactus en Jujuy.

Las botellas de vino eran algo más escasas, pero me ayudaron con la sed. Club Palermo estaba repleto de gente, como nunca, y los mozos trabajaban en ese modo "sordo" en el que son expertos. Miré hacia la panera, sería poco antes de la una y media, ya había sido arrasada. Era un momento para matar el hambre sacando fotos aquí y allá. De pronto, ya de nuevo en mi lugar, sería una y media bien pasadas, comenzó la llovizna de fuentes con fiambres. Las poderosas raciones de otras veces fueron reemplazadas por mezcla escuálida de fiambres con pequeños corazones de alcauciles que hacían de adorno. Las berenjenas con morrones, las milanesitas de muzzarella, las exquisitas rabas, todas de huelga. Comí algunas tajadas de la escuálida cuando la fuente pasó al vuelo por mi lugar, y una segunda tanda de tajadas cuando los mozos repitieron la llovizna. 



Me levanté de nuevo a conversar y sacar fotos aquí y allá. Cuando pasaba por la comarca de Jorge Basso Dastugue, mi amigo me dijo: "Hernán: ¿Sabés qué pasa con la comida? Yo me tengo que ir en veinte minutos". Eran las dos menos diez en ese instante.

Serían dos y minutos cuando comenzó el coro de los mozos: "¿Quién pidió tagliatellis?", voceaban dando vueltas con los platos humeantes. Gustavo Pontnau, uno de los debutantes, acosado por el hambre, dijo: "¿No habré sido yo?". Entonces Héctor Cóppola, organizador de alma, sacó el papel del bolsillo y recitó "Tagliatellis son Acquistapace, Florentino, Juárez y Tomassino. Vos Gustavo pediste sorrentinos". Con una rápida mirada, el organizador de alma dictaminó: "Los que pidieron tagliatellis ya los están comiendo". Fue el momento en que Alfredo Ballarino sucumbió al hambre: "Pues entonces los tagliatelli me los quedo yo, que pedí sorrentinos pero me da igual". Los rasgos de hambre en la cara de Gustavo se acentuaron un poco más. En seguida, el show de los mozos cambió de repertorio y los platos comenzaron a aparecer. 

Me alegré en especial cuando vi que depositaban
un suculento plato de sorrentinos chez Pontnau

Me alegré en especial cuando vi que depositaban un suculento plato de sorrentinos chez Pontnau. Creo que cerca de las dos y cuarto de la tarde un mozo se me acercó: "¿Usted qué pidió, señor?". Obviamente, el sistema estaba caído, como decimos en nuestra profesión. La organización del Gran Bedel, un esfuerzo impresionante, colapsó en Club Palermo, parecían haber perdido noción de lo que habíamos pedido. 


"Polenta", contesté, algo desahuciado. El mozo en cuestión me dio tratamiento como el que se le da a una autoridad de la reunión y la polenta apareció en unos pocos minutos. Cuando llegó mi mata hambre, miré de reojo a Naveiro y a Monteverde, que lucían caras igual de famélicas que la mía. Los creppes de ellos y otros que los pidieron llegaron cerca de las tres de la tarde. La ronda de postres fue milagrosamente rápida y en seguida se produjo el pago de los $260 y la estampida. "Nos racionaron porque los apreté con el precio", me comentó Carlos.


Van fotos que saqué con mi celular, disculpen algunos que salieron borrosos o torcidos.



Club Palermo 16/06/2016: La fiesta es el encuentro

Bueno, volviendo al título de esta crónica, para nosotros no vino Messi. No quiero decir con esto que no fue una fiesta. Claro que lo fue. Pero no hubo goleada. Somos equipo con el Gran Bedel en estos eventos. Así que vamos a volver a las fiestas con goleadas. Ayer, simplemente, no vino Messi.




Vamos a las entrevistas a debutantes y reaparecidos. En 45 segundos o menos debían decir a qué se dedican ahora y qué hacen en su tiempo libre.


Gustavo Pontnau, el primero de los debutantes entrevistado, es de la tribu IBM. 

Aparece en este Blog más de una vez, por ejemplo en el aporte de Ricardo Forno, El Centro de Pruebas de IBM: nueve anécdotas y un colofón


Gustavo Pontnau: Paso mis horas prácticamente
paveando, jugando al ajedrez y al golf. Tengo mis
20 nietos y 4 bisnietos que me entretienen.
A Carlos Leone lo hemos conocido en el Blog por su aporte Acindar y un trampolín llamado Fortran.


Carlos Leone: Estoy dedicado al área de Data Management
en el área petrolera y estoy siguiendo la bodega y finca
de la familia. En mi tiempo libre me dedico a los nietos.
Eduardo Granovsky fue gerente de Sistemas de Blaisten muchos años. En su Linkedin encuentro: "Cursé el MBA en Management Information Systems en la Universidad del Salvador y soy el autor del libro “Outsourcing, Factores clave de éxito”, Editorial Dunken".

Eduardo Granovsky: Ahora lo que hago es dirigir
una organización que se dedica a relevar sistemas y
procesos. En mis tiempos libres lo que hago es jugar
al tenis e ir al cine con mi esposa.

Jorge Basso Dastugue es conocido de todo el mundo, y contribuyó en este Blog con su aporte 25 terminales en el Salón de Pasos Perdidos.
Jorge Basso Dastugue: Tengo una consultora, Basso
Dastugue y Asociados, que fundó un hijo mío y nos
dedicamos a comunicación e identificación de información
biométrica. Tiempo libre mucho deporte: tres veces por
semana al gimnasio y tres veces por semana a correr.
Tengo ocho nietos.

Luis Calderón es un Dino especial. "Soy 3D", me dijo y yo no me atreví a interpretarlo como que era un ejemplar de Dino en tres dimensiones. Así que él mismo fue quien lo aclaró: "Lo dije en hexadecimal, tengo 61 años". Nuestro 'Benjamín' ostenta el ligero defecto de ser de Boca, por lo que hubo que cambiar el escenario para sacarle la foto.


Luis Calderón: Sigo trabajando en sistemas como
Gerente de Sistemas de la UCES. Mi tiempo libre
lo dedico a la familia, al jardín y a jugar al ajedrez.
Carlos Cassia, dice su Linkedin, es un Independent Information Technology and Services Professional. En el pasado trabajó en 
Ownwer, Prosegur Tecnología y SIMBIUS. Para Liana Lew, según se lee allí, es un "gran profesional y una excelente persona". Tenés mi voto, Carlos. Liana es palabra sagrada.


Carlos Cassia: Estoy colaborando con Lakaut Firma
Digital. En mi tiempo libre miro automovilismo. Me
gusta todo. Fangio fue el mejor de todos los tiempos
y de hoy le apuesto a Pechito López.
Raúl Bauer, casi un milagro para mí que viniera, hombre muy ocupado como bien saben todos, muy conocido por Usuaria y más todavía por sus años de Trend Consulting, me sorprendió con su ocupación actual.

Raúl Bauer: Estoy trabajando en el Boletín Oficial de la
República Argentina, soy Subdirector Nacional del
Registro Oficial. Cosa extraña para un ingeniero dedicado
a la Informática. Es parte de los cambios: lo que era boletín
papel se está convirtiendo en boletín digital. Me queda
tiempo libre pero sigo sinténdome muy joven, no sé
si lo podría contar en público. ¿Podemos dejarlo acá? 
Marcela Baffi, un placer tenerla como visita, también fue entrevistada. 


Marcela Baffi: Trabajo en el Ministerio de Ciencia
y Tecnología. Soy Licenciada en Administración
y Gestión Cultural, en el área de capacitación.
En mi tiempo libre bailo: salsa y bachata.
En Azúcar Belgrano, avenida Córdoba.

Azúcar Belgrano

















Creo que la foto que sigue la sacó el Benjamín:

Lidia Seratti, Horacio Voloj, Liana Lew,
Hernán Huergo y Marcela Baffi

Fue una fiesta el encuentro, gracias todos. Esperamos más historias y comentarios de ustedes.


Abrazos y besos!

Hernán