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2016.10.31: Carlos Tomassino: Ha partido Esteban Di Tada

Dinas y dinos,

Con pesar les informo que uno de nuestros dinos mayores nos ha dejado.

El fin de semana falleció Esteban, dejando tras de sí, esa estela que dejan nuestros preclaros precursores de nuestra disciplina.

La noticia breve decía "....nos dejó Esteban di Tada. El viernes trabajó perfecto, pero ayer (por el domingo) no se despertó.
El lugar es Cochería Paraná, Av. Maipú 4152, La Lucila a partir de las 11 del lunes, a la espera de la llegada de su hija desde Puerto Rico.  Después me confirmarán hasta que hora..."
No hay datos de sepelio.  Los informaré apenas lo comunique la familia.

Esteban ha sido siempre consecuente con el BIT 40  y  lo recordaremos con afecto y cariño.
Y déjenme agregar algo más. ...
Veamos (los que puedan) de reunirnos la mayor cantidad de veces posibles, y de trasmitir en el Blog aquellas cosas que merecen ser contadas por nosotros, quienes hemos sido pioneros de la informática en el país.

Abrazo a todos.
Cordialmente, CarlosTomassino, dinobedel

Para los que lo quieran acompañar...
En la cochería Paraná (Av Maipú 4152 - La Lucila) donde lo velan, indican que el cortejo sale mañana martes 1/11/2016 a las 12:45 en punto, rumbo al Cementerio Arbolada en Escobar. Prov. de Buenos Aires
Abrazo a todos.
-- 

Cordialmente, CarlosTomassino, dinobedel

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Siento mucho lo de Esteban. Entre tantas otras cosas era tío de Susana Di Tada, gran amiga mía fallecida muy joven.

Hugo Scolnik
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que pena ..... era un tipazo , tuve el privilegio de tenerlo como profesor en Exactas y con el tiempo 
compartir charlas y conciertos , un gran tipo   

Pablo Perl
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Amigos y colegas:

Y más amigos que colegas y mas discípulos que colegas.

Estamos tan afligidos que no podemos hablar ni escribir,

Rodolfo Naveiro
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Lamento mucho. 
Q.E.P.D.

Ramón Brenna
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Queridos Colegas/Amigos:

Quien ha partido de este mundo, ha sido un ejemplo de dedicación a la disciplina Informática desde que tengo recuerdo. Formó parte de aquellos que por su aporte académico y científico contribuyeron a la construcción del conocimiento que hoy forma parte de la vida de la sociedad.

Deseo que la Paz acompañe su alma y que el Dios en el que cada uno de los integrantes de su familia crea, le brinde el consuelo que produce la pérdida de un ser querido.

Un saludo para todos

Hugo Padovani
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Tuve el privilegio de trabajar con Esteban en Bull (éramos tan jóvenes ...). Y lo crucé muchas veces después en diferentes oportunidades. Siempre cálido e interesante.

Una gran pena.

Enrique Simón 
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Lo tuve como gerente y como amigo. Su papá, fue mi maestro de sexto grado.

Son muchos sentimientos que se entrecruzan y saltan de un lado al otro.

Sonrisas y lágrimas se mezclan en un montón de recuerdos me vienen a la memoria en este momento en que me siento tan triste.

Me queda el consuelo de saber que fue una persona muy querida y que siempre lo recordaremos con una sonrisa.

Yo sé que la muerte es parte de la vida. Lo aprendí lamentablemente desde muy chico, pero igual, cuando se va un amigo de tantos años, parte un pedacito de uno mismo.

Se quedó dormido plácidamente y esto es maravilloso para el que parte.

Yo quisiera irme así, si Dios me lo permite.

Abrazo a todos y rezaré por Esteban para que Dios lo cuide en su nueva vida.

Pepe López de Lagar 
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RIP ! APRECIADO Gte EN BULL, PROF DE EXACTAS, ENTRAÑABLE PERSONA.

ME UNO A LA PENA DE LA MANADA DE DINOS Y DINAS QUE NOS COBIJA.

CON SENTIDOS PÉSAMES, UN ABRAZO, LUIS TALAVERA 
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Cuando un amigo parte, me gusta en ese momento dejar un recuerdo, de Esteban lo mas maravilloso que se me ocurre contar era su empuje, su ganas su espíritu de aprender siempre y a esto contarlo, transmitirlo con la sencillez que solo pueden hacerlo los eruditos.

Marcelo Estayno 
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Esteban nos acompañó varios meses de aquellos días prehistóricos cuando teníamos en Blaisten las notables Bull '58 y luego '64 y ya por entonces y, Cobol mediante, afinábamos juntos los sistemas para que los tiempos de respuesta al cliente sean < 3 segundos...gran tipo, ejemplo de profesional y más aún de cálido ser humano.

¡Que descanses en Paz!
Un abrazo a la familia y un gran recuerdo por siempre,

Eduardo Granovsky 
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Un adiós a un amigo querido, con mucho dolor.
Me trae un batifondo de recuerdos.

Ana Piccin 
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Lamento mucho la partida de Esteban.
En el último almuerzo charlamos un montón.

Héctor Repossi 
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Se nos ha ido un amigo, un prócer de la Computación, pero por sobre todo ello, una excelente persona.

Antonio Castro Lechtaler 
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Se nos fue un muy querido amigo y excelente profesional.
Recordaré siempre nuestras charlas , interesantes y muy ingeniosos sus comentarios y observaciones.
Profundamente apenado.
Mi pésame a sus familiares.

Enrique Draier 
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Inmenso pesar!!
Se nos fue un grande, extraordinario como ingeniero, como científico, como informático!!
Por sobre todas las cosas, como persona!!

Hernán Huergo 
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Se ha ido quizá uno de los más viejos, pero sin duda uno de los más jóvenes de espíritu.

Raúl Saroka 
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Lo siento sinceramente, fue mi primer mentor cuando inicie la carrera de informatica y me supo mostrar el com no perder el rumbo enlas grandes implementaciones.Comparto lo dicho por Carlos, debmos compartir nuestras experiencias.
Un Abrazo a todos

Carlos Cassia   
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Lamento muchísimo esta pérdida de un amigo con quien en una época compartí trabajo y por quien siempre tuve un gran respeto profesional.

Conrado Estol  
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Siento mucho que Esteban nos abandone. Fue uno de los verdaderos pioneros de la computacion en Argentina, por el cual siempre senti un gran respeto y que lidero alguna de las Jornadas de SADIO.  

Héctor Monteverde   
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Hola Carlos, realmente, recibir esta noticia me ha conmocionado. Tantos momentos, tantos recuerdos, tantos esfuerzos compartidos y un día me llega esta triste noticia.
Mañana lo tendré presente en el recuerdo y en mis oraciones.
Abrazo

Jorge Basso Dastugue    
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Colegas.

Me sumo al pesar por el fallecimiento de una figura señera de la computación argentina, como Esteban. Un ejemplo y orgullo de la ciencia nacional. Marcó rumbo con sus iniciativas y puso entusiasmo y tenacidad en todos sus proyectos. Maestro y ejemplo para muchos.

Con el mayor de los respetos comparto el pesar con todos ustedes y la comunidad informática.

Ricardo Rivas 
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Una pena. No lo traté mucho a Esteban, pero es cierto: era un gran tipo.
Tuvo la suerte que poca gente tiene: morirse sin darse cuenta.
Un cálido recuerdo para él.

Ricardo Forno  
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Queridos  amigos:

Lamento mucho lo ocurrido  pero  si, es cierto, que Esteban nada ha sufrido al dejarnos.
Recordaremos todo lo que significo, como todos  los grandes profesores universitarios de la primera hora.
Aprendí mucho con él y esto me ha permitido recordar a quien fuera otro GRANDE para nosotros, Manuel Sadosky
De hecho se conocían y han departido muchas charlas ingenieriles
Que nuestro saludo los haga descansar en paz

Liana Lew   
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01/11/2016

Queridos amigos
Hoy fui a las 13 horas al cementerio en Escobar.
El GPS me guió por un camino espantoso. 2,4 kms. de barro totalmente anegado.
Vi varios autos que se habían quedado y el mío estuvo a punto de hacerlo en varias oportunidades.
Finalmente llegué y me dijeron que se había suspendido porque estaba todo inundado.
Lamenté no poder estar ahí para despedirlo, porque justamente había pensado que en un día así no iría mucha gente y quería acompañarlo.
Mañana es a las 10 en el cementerio.
Espero poder estar, aunque esta vez he visto otro camino que va por calles asfaltadas.
Si voy, lo despediré con una oración en nombre de todos.
Una gran pena y el consuelo que se fue en paz y que siempre lo recordaré con una sonrisa.
Abrazo

Pepe López de Lagar    
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Estimados Dinos y Dinas

Hoy finalmente fui al entierro de nuestro amigo Esteban.
Estaba toda su linda familia con esa mezcla extraña de dolor y alegría.
Dolor por la pérdida y alegría por saber que se fue en paz, y que fue un grande como persona, como padre, como amigo y como profesional.
Tuve la suerte de despedirlo con unas palabras a pedido de sus hijas y, al hacerlo, sentí que estábamos todos como hace pocos días charlando y riéndonos en el Club Palermo.
Pedí a Dios consuelo para la familia y paz para Esteban.
Que Dios le bendiga y que lo recordemos siempre con el afecto y cariño que se merece.
Un abrazo a todos

Pepe López de Lagar     
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Querido Pepe:

Tus palabras te representan tal como sos; el shock recibido fue grande, pero así se despide a un amigo que en vida, VALIÓ LA PENA.
Adhiero 100% a lo que decis en tu email y aunque no lo escuche, a lo que le dijeras a Esteban al despedirlo.
Un abrazo. 

Pipi Iglesias      
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Gracias Pipi

Me estoy poniendo muy sensible con los años. Si hablé, fue a pedido de las hijas de Estaban.
Ahora que pasó, estoy contento de haberlo hecho.
Además, me une el recuerdo extraordinario de Don Ismael DiTada Paz, maravilloso maestro que tuve en 6to. grado en el Colegio del Salvador, a la sazón papá de Esteban.
Increibles entrecruces de la vida, pero que muestran que no hay casualidades.
Padre e hijo grandes "tipos" de verdad.
Un abrazo grande

Pepe López de Lagar       
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2016.10.25: Eduardo Vila Echagüe: Teleprocesamiento

[Capítulo 9 de La Informática y yo]

Teleprocesamiento

Para cuando completé la instalación de mi Modelo 44, IBM ya había anunciado el Sistema /370 como reemplazo de los /360. Inicialmente sus características eran mayor velocidad y memoria. En el caso de esta última, en vez de los tradicionales núcleos de ferrita aparecieron los chips de semiconductores. A diferencia de los primeros, la memoria de chips se borraba cuando se cortaba la corriente. Inmediatamente aparecieron los tradicionalistas de siempre, alertando de que se podría perder información vital para el diagnóstico de fallas. Son los mismos que preferimos los autos con cambios mecánicos en lugar de los automáticos o los que como yo seguimos usando el OS/2 Warp para escribir estas memorias.

Les cuento que el Sistema /370 duró hasta la década del 90, en que fue reemplazado por el /390. Pero para mi consuelo, nunca volvió a haber un modelo con las especiales características de aquel Sistema /360-44. ¿Qué habrá sido de él?

En 1972 IBM anunció la memoria virtual para todos sus Sistemas /370. Ya no tendríamos que meter nuestros programas con calzador en las ínfimas memorias de las que disponíamos. Era un anticipo de la realidad virtual y todas esas cosas nuevas que a veces nos cuesta asimilar a los veteranos. La IBM también se volvió loca con el tema, porque a partir de allí todos los software tenían que tener una 'V' en su nombre. El DOS se convirtió en el DOS-VS, apareció un nuevo método de acceso a los datos llamado VSAM (Virtual Storage Access Method), ahora las telecomunicaciones se programaban con VTAM (Virtual Telecommunications Access Method), etc. Todo virtual pero con precios bien reales, porque por razones legales desde esa época nos vimos obligados a cobrar el software por separado.

En la Argentina se estaba llegando al final de un ciclo político. Las universidades tenían totalmente paradas sus inversiones, por lo que en nuestra Sucursal no se vendía nada. El ingeniero de sistemas experto del Hospital Escuela había sido promovido a gerente y lo habían asignado a una nueva unidad denominada Centro de Sistemas (¡qué nombre tan original!) cuya función era probar toda esta avalancha de software nuevo antes de instalarlo en los clientes. Y yo pasé a formar parte de su grupo.

El nuevo Centro quedaba en la Avenida Paseo Colón y Venezuela, donde estaban instalados nuestras computadoras. Tuve que reemplazar los almuerzos en casa de mis padres por esporádicas escapadas a la Ciudad Deportiva de Boca a jugar tenis con mis compañeros. ¡Es increíble todo lo que se podía hacer en la hora que nos daban para almorzar!

Pero en cuanto a pícaros, nada como lo que vimos que hacía un ingeniero de sistema recién reclutado para nuestro grupo. Con frecuencia recibía llamadas de chicas cuando él no estaba. Naturalmente que no dejaban el nombre. Al volver, siempre preguntaba en cuál de los teléfonos se había recibido la llamada. Pronto nos dimos cuenta de que cuando las respondía la decía: — ¡Hola, Fulanita; supe que me llamaste! — donde Fulanita era reemplazada por Menganita, Sutanita, etc., según el interno al que habían llamado. ¿Cuál es la moraleja 'informática' de esta historia? Que si no quieres meterte en líos, debes estar muy bien informado. ¡Imagínense si le hubiéramos dicho el interno cambiado!

Volviendo a los temas laborales, el software que me asignaron para instalar y probar se llamaba el CICS. El significado de las siglas era bien inquietante: Customer Information Control System. Pero no se asusten, no tiene nada que ver con lo que hoy usan las empresas comerciales para conocer nuestros más íntimos deseos. Era, y aún es, un espectacular sistema de gestión de aplicaciones en línea, que con el tiempo se convirtió en el baluarte de los mainframes de IBM.

Es que desde hacía algún tiempo habían aparecido nuevos tipos de uso para las computadoras que en nada se parecían al procesamiento en lotes (batch) que hemos visto en capítulos anteriores. La aparición de los dispositivos de almacenamiento de acceso directo y el aprovechamiento de las redes de telefonía para la transmisión de datos permitía que los usuarios remotos llegaran directamente a los mismos sin pasar por la burocracia del perforado de las tarjetas y posteriormente la impresión y envío de los listados a sus lugares de trabajo. Aparecieron en primer lugar los sistemas de tiempo compartido (time sharing), donde usuarios remotos, habitualmente informáticos, tendrían la ilusión de tener acceso a los recursos del sistema para ellos solos, cuando en realidad sólo se les asignaban trozos de memoria y almacenamiento junto con breves tiempos del procesador para hacer su tarea. Fueron los precursores de la computación personal que apareció en la década del 80.

Pero la nueva tecnología también permitió otro forma de utilización de los sistemas que tenía mayor importancia comercial. En ésta los procesos de negocio que antes se llevaban en papel se programaban para que los usuarios administrativo los ejecutaran directamente en la computadora, accediendo y modificando los datos de la empresa desde sus terminales remotas. Esto se llamó indistintamente procesamiento en línea, procesamiento en tiempo real y en jerga IBM comunicación de datos.

Sin embargo, pocas empresas se atrevían a desarrollar este tipo de aplicaciones, porque su programación era muy complicada. En vez de manejar unos pocos dispositivos de entrada y salida, ahora había que verse con decenas y tal vez con cientos de usuarios concurrentes los que, al igual que los famosos neutrones, pretendían ser atendidos de inmediato. Piensen en los actuales 'call center'. Muchos usuarios llamando a un mismo número telefónico, cuyas llamadas son derivadas a un grupo limitado de agentes. Si están todos ocupados, a esperar escuchando alguna odiosa musiquita o, aún peor, una sarta de avisos comerciales. Tampoco el DOS con sus pocas particiones era capaz de atender tantos requerimientos. El método de acceso que IBM para el acceso a terminales remotos, el BTAM, era sumamente básico (¡por algo se llamaba Basic Telecommunication Access Method!) y obligaba al programador a incluir en su programa muchas de las funciones que normalmente manejaría un sistema operativo. Como resultado, a principios de los 70 existían poquísimas aplicaciones con esas características. Cuando llegué a Chile en 1975, aún recordaban la primera y hasta entonces única aplicación de ese tipo en el país, que había sido programada por personal de IBM para el Campeonato Mundial de Esquí en 1968. Éste había tenido lugar en Portillo, a casi 3.000 metros de altura, al pie del Cristo de los Andes. Una máquina de escribir había podido ser conectada con un Sistema /360 en Santiago y en ella se iban registrando los resultados de las distintas pruebas. Los resultados se podían entregar casi inmediatamente a la prensa mediante la emisión de listados en la impresora de dicho sistema. ¿Les suena como algo prehistórico?

Volvamos al CICS. Lo que recibíamos era un programa fuente en Assembler, el que debía ser compilado con los parámetros del sistema donde se iba a instalar. Se recomendaba guardar el listado de la compilación por si surgía algún problema posterior. Como resultado tuvimos arrumbado en un rincón de nuestra oficina un listado de más de un metro de alto, el que juntó polvo durante varios meses y el que creo que nunca consultamos. Cuando años más tarde apareció una versión precompilada, el mensaje era: ¡use la nueva versión y salve un árbol!

Una vez instalado el CICS en nuestro Centro de Cómputos, había que hacer algo con él. Se nos pidió que construyéramos un programa de reserva de pasajes para ferrocarriles. ¡Qué locura! Ya entonces existían los programas de reserva de pasajes de las aerolíneas, enormemente complejos. Pero gracias a
nuestro entusiasmo logramos sacar adelante una demostración que funcionaba de maravilla. Era quizás el programa más eficiente del mundo. ¡Cada asiento era representado por un solo bit y cada fila de asientos ocupaba un byte! Las reservas las hacíamos usando esas esotéricas instrucciones del álgebra booleana que nos enseñaban en los cursos de lenguaje y jamás nadie aplicaba. Todo en Assembler así que el programa volaba. Pero me temo que en aquella época nuestros ferrocarriles no estaban preparados para tanta tecnología. ¿Lo estarán ahora?

No quiero aburrirlos contándoles todas las maravillosas funciones del CICS. Pero aún hoy el bisnieto de aquel CICS que instalamos entonces por primera vez en el Cono Sur, suele ser el que nos responde cuando vamos a sacar dinero del cajero automático. Recuerdo que en la década del 80 cuando en Chile competíamos duramente contra la empresa Sonda que comercializaba los equipos DEC, el gerente general de dicha empresa comentó: "El CICS es realmente lo único que envidio de IBM".

Y también gracias al CICS es que tengo tema para el próximo capítulo.

2016.10.21: Juan Carlos Cattáneo: FOTO e invitación a comentarios


La foto me la mandó Juan Carlos Cattáneo. El juego que les propongo a Dinas y Dinos es el siguiente. Los invito a mandar comentarios eligiendo a uno de los que aparecen en la foto, identificando quién es y contando, y esto es obligatorio para que sus comentarios integren esta entrada, una anécdota personal que hayan tenido con ellos.

Comienzo yo, de paso dando el ejemplo.

Hernán Huergo: El primero de la izquierda es Julio Viau, de IBM. Mi anécdota es la siguiente: En 1969 tuve que viajar a USA por trabajo, me mandaba IBM. Era mi primer viaje al país del norte. Enterado del tema, Julio me llamó a su oficina, ya era en la práctica el número dos de IBM por entonces, y me pidió, con su educación, respeto y ceremonial de siempre, si le podía traer 1 (uno) tubo de pelotas de tenis. Imagínense que incluí el encargo como top priority de mi viaje. El problema fue que cuando comencé a recorrer las casa de deporte, en una tras otra me decían, "Acá están", y me mostraban tubos con pelotas amarillas. Yo jamás había visto pelotas amarillas, en la Argentina todos usaban blancas. "¿Blancas no tienen?". Cada vendedor de turno me miraba con lástima: "De esas ya no usamos en este país". Así que haciendo de tripas corazón a la tercera casa me decidí y compré las amarillas. Vuelto a Buenos Aires, no sin miedo, me llegó la hora de hacerme presente en la oficina de Julio, con el encargo envuelto en su paquete. La sonrisa bonachona y caballeresca de Julio desapareció como por encanto cuando el tubo apareció ante sus ojos. Le fue imposible reprimir la desilusión cuando dijo, con ceño fruncido y casi trompita: "¿¡Amarillas?!".
PD1: Tanto Julio Viau como yo somos daltónicos, pero no tanto como para confundir el amarillo con el blanco.
PD2: Un año después ya era casi imposible conseguir pelotas de tenis no amarillas en Buenos Aires. 

Carlos Tomassino: Al medio, Juan Carlos Chervatín...viejo amigo que nunca pudo peinar ese jopo rebelde (hoy afectado aún por el fallecimiento de su querido hijo, al que adherimos en su duelo).
Pero historias son historias.... Resulta que estábamos con Jorge España en Sao Paulo (corría julio de 1981) viendo de resolver el lío en que nos habíamos metido: armar y lanzar en Argentina, a Usuaria, comprometidos por los amigos del Sucesu paulista que nos habían invitado a iniciar una federación latinoamericana de informática en el medio de ese su Sucesu 81. (Claro, debíamos crear Usuaria.... en ese entonces una quimera). Valerio Yacubsohn de SADIO, también había viajado con nosotros y en esos días habíamos tratado de sostener los tres que la Federación Latinoamericana de Informática, no fuera tal, sino que fuese "de Usuarios de la Informática", ya que SADIO ya era una entidad muy referente, vinculada directamente a organismos internacionales y no parecía correcto que los usuarios hablasen por toda la comunidad.
Valerio y yo teníamos cargos en la CD de Sadio y debíamos defender esa idea.
Casi habíamos resuelto eso ese jueves por la noche, en que habíamos terminado temprano porque nos habían invitado al recital que la famosa Elis Regina daría en una fabulosa sala con capacidad de más de 5.000 asientos en el Centro de Convenciones.
Claro, nos habíamos vestido para la ocasión a la usanza de la época, traje oscuro, camisa blanca y corbata oscura, porque estaríamos en la primera fila invitados de honor con varios de los invitados latinoamericanos y autoridades paulistas y nacionales.
Esa primera fila era más amplia que las restantes, porque había casi un metro entre las butacas y el escenario, cubierto de plantas y flores típicas, y estábamos en la punta de banco, pegados al pasillo central, que dividía el teatro en dos partes iguales..
Allí estábamos los tres argentinos, saludando a los que pasaban (y que habíamos conocido en las reuniones de días previos), cuando de pronto aparece un sudoroso Juan Carlos en jean, zapatillas y remera y viene a saludarnos. "Recién vengo de Ilhabella donde traje un contingente y ni me cambié, me vine a saludarlos..." nos dijo. España estaba algo azorado por su vestimenta pero contuvo muy bien la situación, y nos pusimos a hablar muy animadamente los ahora cuatro unos minutos, hasta que empezaron a apagarse las luces, entonces todos amagamos sentarnos, pero claro, Juan Carlos no tenía prevista ubicación. Muy argentino, rápido, España me dijo levantando las cejas "...Carlitos, hacé correr la fila, dale..." y yo muy solícito y atildado, en mi portuñol aprendido reciente, le dije al de mi derecha, "corra fila, corra fila.." y lo empuje suavemente, señalándole a que se sentara en la siguiente. Así lo hizo, lo que obligó a que los que aún estaban parados charlando enfrente de sus asientos cuando tuvieron necesidad de sentarse lo tuviesen que hacer en la subsiguiente, y en la otra y en la otra.... y como la fila era muuuuuuuy larga de más de 30 o 40 asientos, ni quiero pensar la cara del que no pudo sentarse en su asiento, ya con las luces apagadas, y un estentóreo locutor que hablaba en un portugués grandilocuente.
Ignoro con sinceridad si Juan Carlos supo de esto, pero si su memoria es buena, debe recordar al menos el momento, ya que él fue uno de los importantes protagonistas que luego tuvo Usuaria cuando comenzó su accionar a partir de 1982.

Pepe López de LagarEl primer comentario es: qué jóvenes que eran todos en esos años. 
De Julio, me acuerdo que en todas las conferencias y exposiciones que iba, solía pasar por todos los expositores, saludando uno por uno a la vez que le deseaba éxito en sus actividades. Qué lindo que era todo.
Lo de las pelotas me acuerdo de las Lincoln que cuando no se conseguían las Penn, jugábamos con esas pelotas blancas que venían en cajas de cartón y pesaban como 30 kilos cada una y, cuando se humedecían, pesaban el doble. Linda época.

Ricardo FornoEs lamentable, pero casi no tengo anécdotas con estos muchachos. Pero puedo ayudar en la identificación: el de la izquierda es sin duda Julio Viau. Siguen dos a quienes seguro conocí, pero no podría identificarlos. El próximo ya fue mencionado por otro comentarista. Y a la derecha están Juan Carlos Masjoan, Osvaldo Molina, y (Carlos, creo que es su nombre) Sanjurjo.
A Julio Viau lo visité brevemente mientras estuvo una temporada en EEUU, y me dio algunos consejos sobre mi desgarbada apariencia habitual. Con los que identifiqué, por supuesto tuve abundantes contactos, pero ninguno como para anécdota. Sólo algo con Sanjurjo:
Fue nuestro profesor en el curso de ingreso al que asistí. Al hablar de la impresora, solía decir, acompañándolo con un gesto de la mano desde la barbilla hasta delante del abdomen: "... y ARROJA el resultado". Muchos lo imitaban y reemplazaban la palabra por "VOMITA".
En otra oportunidad, cuando se había implementado un control policial para que los peatones cruzaran correctamente la calle, él mismo contaba que una mujer policía lo abordó para decirle que estaba cruzando con el semáforo en rojo, y él le respondió con cara de inocente: "¿Esa luz? Es para los vehículos, no para los peatones", pues se trataba del foco redondo y no el del dibujito con figura de caminante, dejando así desconcertada a la representante del orden.

Jorge Basso DastugueGran recuerdo el de Carlitos sobre Jorge España. El fué el generador que impulsó la fundación de Usuaria, en un año muy difícil para la historia argentina.

Hernán Huergo: El tercero a partir de la izquierda claro que es Juan Carlos Cattáneo, sinónimo de CONSAD. Cada vez que recuerdo este apellido y esta empresa automáticamente se me aparece en mi mente una imagen de una chica especial, enormemente querida, tanto como respetada por todos. Ya muchos habrán adivinado que hablo de Julia Oshiro, quien se fue tan temprano de este mundo. Todo aquel que la conoció cayó derrotado por sus encantos y no pudo dejar de quererla y admirarla. Ojalá tuviera una foto de ella para engalanar nuestra Galería de Informáticos.

Hernán Huergo: El quinto a partir de la izquierda es Juan Carlos Masjoan. Nadie diría que pocos días después de esa foto cumpliría sus cuarenta años, tal era la cara de nene que tenía. Ya desde tiempo antes Juan Carlos era uno de los ejecutivos de mayor nivel, luego del capo máximo, Víctor Savanti, y del vicecapo, Julio Viau. Pues bien, hubo una época de su carrera, dicen fuentes confiables, que mi amigo estaba muy torturado por ese tema. Sabía que algunas huestes lo apodaban "El Nene". Así que un día lo decidió, se dejó el bigote. No hubo caso, siguió siendo "El Nene" para las mismas huestes. Según mis recuerdos el bigote duró muy poco.

Carlos TomassinoA veces es difícil recordar caras.... pero si me hubiesen preguntado a primera vista, hubiese dicho que entre Juan Carlos y Viau estaba Carlos Vanelli, supongo que en ese momento aún en Pirelli, y el de la punta derecha, por la sonrisa y el gesto de la mano en el bolsillo, el recordado Julio Acero Jurjo, en ese momento gerente de Sistemas de Somisa. Pero claro. los ibemistas recuerdan más....

Hernán HuergoEl de la derecha es Carlos Sanjurjo, como ya lo dijo Ricardo. Carlos supo ser vendedor estrella de IBM, sucursal Gobierno. Como anécdota de él recuerdo que usaba la alianza de casado en la correa de su reloj, muy visible. Nunca le pregunté el motivo de esa costumbre.

2016.10.20: Alberto Solanas: Anécdota en Pirelli, hace 50 años: ¡el 19.108!


Yo ingresé a Industrias Pirelli en el mes de Marzo de 1965. 

En Diciembre del 65 el Dr. Quarleri, Jefe de Contaduría, había adquirido todas las series del número 19.108 de la Lotería Nacional para repartirlas entre los empleados de Contaduría y los del Centro Mecanográfico (que era donde operaban las máquinas de Registro Unitario y a donde había ingresado nuestro Bedel Carlos Tomassino como programador NCR 315).

Ese año en particular, Luis Vacca, el Jefe del Centro Mecanográfico, estaba “de pica” con Quarleri. Así, alegando que no le gustó el número elegido, compró los billetes necesarios para repartirlo con su gente.

En Contaduría, con mucho fastidio, tuvieron que repartir los billetes sobrantes, incluso, asignando mayores proporciones “de prepo”.

¿Que número salió en la Navidad de 1964? ¡El 19.108!
(Si no hubiera sido así, no hubiera existido esta historia).


En Contaduría, la algarabía que provocó el haber ganado “la grande” y con el beneficio de tener una participación mayor que la original, provocó acontecimientos indescriptibles. Entre estos, la renuncia de varios empleados que decidieron encarar otros desafíos o, simplemente, para vivir sin trabajar.

En Marzo de 1965, el vaciamiento de personal, favoreció que yo ingresara a Pirelli al área de Costos Industriales.

Con Carlos Tomassino nos conocíamos desde 1958 por haber hecho, ambos, el ingreso a la Facultad de Ingeniería y éramos buenos amigos.

Él intercedió ante Vacca y logró que me dieran el pase al Centro Mecanográfico.

En ese momento el clima del Centro Mecanográfico era extraño. Había mucho resentimiento por parte de los operadores y las perfoverificadoras ya que no le perdonaban a Vacca lo de Navidad. Todos sostenían que debió haber consultado antes de “mandarse por sí”.

La oficina de Vacca estaba, pared de por medio, al lado de la oficina donde trabajabamos los programadores. Esa pared era delgada y hasta permitía escuchar las discusiones entre Vacca y otros. En la mitad de esa pared estaban los enchufes de ambas oficinas.

Loponto, Marchello y Regina, tres operadores que venían del equipo de Registro Unitario, me convencieron para que los ayudara a hacer una prueba de la resistencia de las cajas que almacenaban las resmas de papel con 500 originales y dos copias con carbónicos intercalados delante de cada copia.

Me pidieron que me parara arriba de mi escritorio y, ante una orden de ellos, debía tirar la pesada resma al piso.

No obstante no entender el sentido de la prueba, accedí ya que, recién ingresado, procuraba ser aceptado por el grupo de los viejos operadores.

Entiendo que Carlos tenía un sentimiento similar al mío. A él lo convencieron para que bajara la llave de paso de la luz de las oficinas. Como la llave estaba en el pasillo, Regina le iba a avisar el momento de la maniobra.

Yo, parado arriba del escritorio vi que Marchello había tomado con sus dos manos un matafuegos.

Y sucedió así:

Loponto me dio la órden y yo tire la resma con todas mis fuerzas. Pareció una bomba. Regina le dio la orden a Carlos quien apago todas las luces. Marchello abrió el matafuegos en la zona de enchufes que, previamente, habían sido desmontados y quedaba un agujero que daba a la oficina de Vacca.

Cuando escuché el alarido de Vacca tomé noción de todo el operativo.
Lo único que debo aclarar es que Vacca no murió por el síncope.

La venganza quedó consumada y todo el equipo logró la armonía.  


Alberto Solanas

2016.10.19: Eduardo Vila Echagüe: Neutrones en el Sur

[Capítulo 8 de La Informática y yo]

Neutrones en el Sur

Como no hubo reclamos de pacientes infartados por electrocardiogramas defectuosos, en IBM asumieron que yo había hecho un buen trabajo. También lo había hecho nuestro vendedor estrella, quien había logrado vender un sistema /360 para aplicaciones de Física Nuclear. El cliente ya no quedaba a pocas cuadras de mi casa, sino a casi 2.000 kilómetros. Era el Instituto de Física Balseiro, también conocido como Centro Atómico Bariloche. Tenía alguna relación con la Universidad Nacional de Cuyo, por lo que la venta se había hecho con un generoso descuento por tratarse de un cliente del área educacional. La única condición era que la mayoría de las aplicaciones que se ejecutaran en él tuvieran ese destino, aceptándose sólo una menor proporción de programación de tipo administrativo. No me pregunten cómo se hacía para controlar esto, sospecho que simplemente no se hacía. 

No sólo el cliente era atípico. Mucho más lo era el Sistema /360 que le habíamos vendido. Era un modelo 44, un modelo especial destinado casi exclusivamente al cálculo científico. Carecía de las instrucciones comerciales de los otros /360 y las instrucciones de cálculo binario estaban incorporadas en el hardware y no como microcódigo, con lo que para ese tipo de cálculo era más rápido que todos los demás sistemas instalados en el país. Aunque podía conectar cintas magnéticas y discos externos, éste tenía sólo dos discos integrados removibles de 1.2 MB de capacidad cada uno, conocidos popularmente como 'pizzas' (ver foto adjunta). Uno se usaría para su sistema Sistema Operativo especial, el PS/44, y el otro para los datos de los usuarios. 

Se programaba en Fortran o en Assembler. No tenía multiprogramación. Como característica curiosa tenía un dial en la consola donde se le especificaba la precisión requerida para los cálculos. A menor precisión, mayor velocidad. Por último, tenía una puerta de entrada para adquisición de datos, la que veremos más adelante cuando lleguemos a los neutrones.

No había ninguno instalado en el país. En toda Sudamérica había uno en San Pablo y otro en Montevideo, en la Universidad de la República. Así que lo primero que hice fue preparar una valija para cruzar el charco y conocer al extraño aparato.

Lo único que recuerdo de ese breve viaje fue cuando uno de los gurús de la Universidad me preguntó si tenía la partitura del himno nacional argentino. La razón es que él había programado el himno uruguayo para que se escuchara en la impresora de líneas del sistema, la IBM 1403. No sé cómo lo hacían, pero en Buenos Aires ya había oído que alguien había programado la Cumparsita. Le respondí que no acostumbraba llevar dicha partitura (ni ninguna otra) en mis viajes. Tampoco la pude buscar en Internet por razones obvias que espero entiendan. En fin, dejé al gurú algo decepcionado. 

La instalación estaba programada para marzo de 1971. Había que comenzar la llamada pre-instalación de inmediato. Básicamente dar los cursos del Sistema Operativo a los que iban a operar y administrar el sistema y los cursos de Fortran a los que lo iban a programar, tanto los estudiantes que cursaban la licenciatura en Física como los profesores e investigadores del Instituto. Adicionalmente se esperaba que pudiéramos seleccionar algunas personas del 'pueblo' (¡Bariloche!) que serían contratadas para programar las aplicaciones administrativas. ¡Incluso allí había que emitir recibos de sueldos!

También yo tenía que entender el asunto de los neutrones. Entenderlo entonces y recordarlo ahora, para intentar explicárselo. ¡Han pasado unos cuantos años! 

Empecemos por algo más simple. Los cursos obviamente tenía que darlos en el Instituto. Había que ir en auto, porque el Instituo no queda en Bariloche mismo sino a medio camino entre la ciudad y la península de Llao-llao. Había que ir con alguien que supiera esquiar, porque en esa época, Septiembre de 1970, aún había nieve en el Cerro Catedral. Me conseguí un amigo con esas características, que de computación no sabía nada. Era fotógrafo, pero con aquellas máquinas analógicas con rollo de película que usaban nuestros abuelos y también algunos de mis lectores. 


Nos subimos a mi auto y partimos. Hicimos el viaje sin escalas, alternándonos en el manejo. Llegamos de madrugada y derecho al hotel. Descansamos algo y él partió al Cerro y yo al Instituto. No recuerdo si ese primer día fui de traje y corbata, el uniforme de rigor para todos los empleados de IBM. Si fue así hice el ridículo, porque hasta el jefe y el subjefe del instituto, un coronel y un capitán de navío respectivamente, andaban de pantalón, camisa y camperita. A partir de ese día, sólo usé los jeans. 

Las relaciones con el jefe del Instituto eran muy formales, no así con el subjefe, quien además de ser marino era también Doctor en Física y estaba a cargo del Departamento de Física Nuclear. Con él todo fue muy cordial, especialmente después de que descubrimos que su difunta suegra había sido amiga de mi abuela, la que había muerto cuando yo era muy niño. ¡Quizás desde el cielo las buenas señoras me estaban ayudando con mi proyecto!

Mi primera actividad era tomar el famoso test de IBM, cuya aprobación era prerrequisito para recibir los cursos. El asunto se había anunciado con anticipación en la ciudad y aparecieron como unos 20 candidatos pueblerinos, los que se sumaron a un número de estudiantes de Física del Instituto. Saqué los formularios de los que estaba bien provisto, eché a andar el reloj y a vigilar que no se copiaran. 

El test se aprobaba con un puntaje de 40 puntos. Los estudiantes de Física sacaban todos arriba de 70, pero sólo dos provenientes del pueblo habían sacado más de 40, y por muy poco. Preocupado, tomé la decisión de aceptar también en el curso los resultados superiores a 30. Mala decisión, como veremos más adelante. 

Pero había otra decisión aún más importante: el horario del curso. Había dos bandos, los que lo querían a la mañana y los que lo preferían a primera hora de la tarde. Y entonces yo me convertí en un verdadero Samoré y propuse una solución salomónica. — ¿Y si lo hacemos entre las 4 y las 8 de la tarde? — La propuesta fue aceptada con entusiasmo y como resultado yo podría ir a esquiar durante el día con mi amigo. Llegaba con los pantalones de esquí mojados de tanto caerme, me cambiaba en el baño y listo para iniciar las clases. En realidad no pude ir todos los días, había que ocuparse también de los famosos neutrones, pero fue gracias a IBM que aprendí a esquiar decentemente, nada extraordinario, y a disfrutar de ese paisaje maravilloso que es la contemplación del Nahuel Huapí desde el Cerro Catedral. 

Volvamos al curso. Los futuros físicos volaban (no en el sentido actual de la palabra), como también algunos profesores que se habían incorporado, pero de los del pueblo, los que habían superado los 40 puntos apenas me podían seguir y en cuanto a los que estaban entre 30 y 40 no avanzaban nada. Ahí descubrí lo bien hecho que estaba el famoso test de IBM, que seguramente fue motivo de terror para muchos en aquella época pero que les evitaba a los candidatos muchas frustraciones posteriores. 

En paralelo me interioricé del tema nuclear. En el Instituto se investigaba el espectro de absorción de neutrones de diversos materiales. Mediante un acelerador de partículas se bombardeaba una sustancia que emitía neutrones, los que se dirigían hacia el material en estudio. Detrás de éste había un detector que registraba la llegada de aquellos que habían podido atravesar el material sin ser absorbidos. 

El acelerador de partículas actuaba por pulsos muy breves. Cuando éstas impactaban la sustancia emisora de neutrones, en primer lugar se producía un destello de radiación gama que viajaba a la velocidad de la luz, y al mismo tiempo partían los neutrones a velocidades mucho menores. Los más rápidos llegaban primero al detector y los más lentos más tarde, como en una carrera de atletismo.

Para cada neutrón el detector registraba el tiempo transcurrido entre el destello de radiación gama y la llegada del neutrón. Ésta era la información que había que leer por el canal de adquisición de datos del Sistema /360. A tiempos más cortos, mayor era la energía del neutrón. Si luego graficáramos la cantidad de neutrones detectados para cada intervalo de energía, los baches de la curva mostrarían la energía de las bandas de absorción del material en estudio.

Una diferencia con los electrocardiogramas es que los datos no aparecían a intervalos regulares, sino de manera totalmente aleatoria, a veces separados por lapsos extremadamente breves. El Sistema tenía que ser capaz de leer el tiempo que cada neutrón había demorado para llegar al detector, asignarlo a un intervalo de energía y sumar uno al totalizador correspondiente. Estaría funcionando entonces como un Analizador Multicanal, equipamiento que apareció posteriormente, pero que entiendo no existía aún en aquella época.

Las pulsaciones se repetían a intervalos regulares, acumulándose más y más datos a lo largo de las horas que podía durar el experimento. Durante todo este tiempo el sistema no debía perder ningún dato. Afortunadamente yo contaba con la experiencia del Hospital Escuela. Al igual que allí, utilicé programas de canal en bucle que iban llenando varias áreas de memoria de gran tamaño. Cada vez que se llenaba un área una interrupción avisaba a la CPU la que debía activar una rutina en Assembler que barriera el área y sumara los valores a los totalizadores, dejando el área lista para recibir nuevos datos. En esto la velocidad del Modelo 44 fue de gran ayuda.

Terminada esta etapa, me tocaba volver a Buenos Aires a la espera de que llegara el Sistema. Pero antes tuve una experiencia que, sin entonces saberlo, condicionaría toda mi vida futura. El 5 de Septiembre fuimos a una discoteca donde concurrían muchos de los estudiantes del Instituto. Bailaba yo con alguna de ellas cuando de pronto ésta me dejó para juntarse con un grupo que comentaba una noticia que los tenía muy entusiasmados. Es que habían oído en una radio chilena que Salvador Allende había ganado la primera mayoría en las elecciones presidenciales que se habían llevado a cabo ese día en Chile. Las impensables consecuencias de esa noticia, no sólo para mí, aparecerán en
capítulos futuros. 

En marzo del año siguiente tuve que volver a Bariloche para hacer la instalación lógica del Sistema. En mi auto esta vez llevaba las cajas de tarjetas con el PS/44, el compilador Fortran, los manuales y demás elementos necesarios para que pudiera echar a andar a nuestro Modelo 44. Allí me esperaba el técnico de IBM responsable por la instalación física. Ya habían llegado los equipos y las cajas con los repuestos más indispensables en caso 
de fallas. El Sistema incluía la CPU con su consola, una lectora de tarjetas, una perforadora y una impresora de líneas. Durante un par de días vi a nuestro técnico ubicar las máquinas, pasar las gruesas mangueras de canal bajo el piso elevado, energizar y correr los test de los distintos equipos y finalmente decirme que ya estaba listo para cargar el Sistema Operativo.

Coloqué el lote de tarjetas del PS/44 en la lectora. Giramos los diales de la consola para que se hiciera el IPL (Initial Program Loader) desde esa unidad y... no pasó nada. Llamé al técnico, hizo algunos test y concluyó que había una tarjeta (electrónica) con problemas. La cambió por el repuesto y... también estaba mala. ¿Qué hacer? Llamar a Buenos Aires, para que enviaran otra tarjeta. Un par de días de retraso al menos. ¡Qué lata! Me dediqué a meter programitas en la memoria byte a byte, usando las teclas del panel frontal del /360-44. Todo muy interesante, e inútil. Y el jefe del Instituto preguntando como iba la instalación. ¡Ufa!

De aburrido que estaba tomé la tarjeta que fallaba. Como soy miope, sin anteojos veo muy bien de cerca. Era una tarjeta con circuitos impresos, que conectaban pequeños transistores, condensadores y quién sabe que más. Después de un rato de mirarla vi una línea finísima como la tela de una araña. Se la mostré al técnico, este flexionó la tarjeta y apareció una rajadura que interrumpía algunos de los circuitos. ¡Eureka! Buscó su soldador y algunos cablecitos y soldó puentes por encima de la rajadura, reinstaló la tarjeta y esta vez el IPL se tragó todo el PS/44 y pude seguir adelante con la instalación. Yo creo que fue la última vez que un técnico logró reparar un circuito a mano. Hoy, con la miniaturización, ya ni siquiera somos capaces de arreglar la falla más insignificante de nuestro auto. 

Con esto quedó funcionando el Sistema /360 (y probablemente la computadora) más austral del mundo. ¡Derecho al libro de Guiness!