para Buscar en este blog

Ejemplo: Para acceder a las entradas que incluyan las palabras Sadosky y Clementina , basta colocar las mismas en la ventanita superior.

2016.09.30: Eduardo Vila Echagüe: Los Sistemas Operativos

[Capítulo 6 de La Informática y yo]

Los Sistemas Operativos

Pasados algunos meses y habiendo dado media docena o más de cursos, la gerencia me informó que ya estaba listo para ir a terreno. Me asignaron a la Sucursal Universidades y mi primer cliente fue el Hospital Escuela José de San Martín, que dependía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Quedaba un poco más lejos que la Escuela IBM pero también se podía llegar caminando desde mi casa. Habían contratado un sistema IBM /360 modelo 40 muy parecido al de la foto de un par de capítulos atrás. Creo que tenía 32 KBytes de memoria. Con él esperaban resolver todos sus problemas administrativos y también médicos. ¿Acaso no se había dicho que el nombre del Sistema /360 significaba que podía atender los 360° de las necesidades de la empresa?

Mi papel era el de Ingeniero de Sistemas asociado. El responsable principal era un Ingeniero de Sistemas experto, que tendría quizás un par de años más que yo en la IBM. No estoy siendo irónico. En una tecnología tan nueva como la informática dos años era un mundo de experiencias, las que ciertamente necesitaríamos para sacar adelante la nueva instalación.

¿Qué es lo que se esperaba del Ingeniero de Sistemas? Lo principal era la configuración del Software requerido para cumplir con las expectativas del cliente, su instalación y prueba y, finalmente, el apoyo al personal del cliente durante los primeros meses de funcionamiento. También teníamos tareas de coordinación en los temas de capacitación y la entrega de documentación, aunque para esto había otros departamentos a cargo, como ya vimos en el capítulo anterior.

El Software que había que configurar era el Sistema Operativo, los Compiladores y algún programa Utilitario. El precio no era un problema. ¡Eran todos gratis! Mejor dicho, todo se pagaba con el arriendo del Sistema /360. Fierros, programas, soporte de ingeniería, educación, manuales, servicio técnico. En algunos casos también se los ayudaba en el desarrollo de las aplicaciones. Lo que es mejor, ¡no había necesidad de piratear programas!

¿Qué criterios se usaban para decidir qué Sistema Operativo usar? El tamaño de la memoria, la potencia de la CPU y también que su complejidad estuviera al alcance del personal que podría pagar el cliente. No le entregas un camión a alguien que solo ha manejado una Citroneta. Con los Compiladores era más sencillo. El RPG (Report Program Generator) para los que venían de las máquina de registro unitario, porque era el más fácil de aprender para el viejito que antes te armaba los tableros. El COBOL (COmmon Business-Oriented Language), creado en 1958, para las aplicaciones comerciales. El FORTRAN (FORmula TRANslation), aún más antiguo, para las aplicaciones científicas y de ingeniería. También estaba el PL/1 (Programming Language 1), inventado por IBM en esos años, que se suponía que servía para todo. Muy pocos lo usaban porque como era sólo de IBM, quedarías casado con esa marca por el resto de tus días.

En cuanto a los Sistemas Operativos, había dos opciones para los /360. El OS (Operating System) que ya mencionamos antes, en 3 versiones de complejidad creciente, el PCP, el MFT y el MVT. Para los que sólo andábamos en auto existía el DOS (Disk Operating System), y para aquellos que aún circulaban en bicicleta el TOS (Tape Operating System). Ambos eran muy parecidos, sólo que el último se podía usar en sistemas sin unidades de discos, cuyo costo era tal que algunos preferían prescindir de ellos.

Si alguno cree que este DOS es el mismo que usábamos cuando aparecieron los PC, quiere decir que anda un poquito perdido. Tal vez la Informática no sea su fuerte. ¿Y si prueba Derecho?

¿Para que sirve un Sistema Operativo? Me es tan difícil de explicar ahora como lo fue para mí entenderlo en mis cursos de introducción. Al principio era todo receta. Una vez que habías codificado tu primer programa te mandaban a perforarlo y te decían que al comienzo tenías que poner una tarjeta //JOB xxx, después una //EXEC con el nombre del compilador, a continuación mi programa y al final una tarjeta /* y otra /&. Lo más divertido es que el muy porteño instructor que nos enseñaba eso las llamaba 'barra arterisco' y 'barra amsterdam'. Con el tiempo supe que Holanda no tenía nada que ver, que el 'arterisco' era en realidad 'asterisco' y que el 'amsterdam' era un extraño símbolo que los gringos llaman 'ampersand'.

Algo que tampoco nadie me supo explicar fue el porqué para los informáticos el singular de la palabra 'caracteres' era 'caractér' en vez de 'carácter'. Y el problema no era el acento argentino, porque después en Chile encontré el mismo fenómeno.

Con el tiempo comprendí que lo que la computadora procesaba eran trabajos (jobs, en inglés), los que a su vez se dividían en pasos de trabajo (job steps). Las //JOB señalaban el inicio del trabajo, el que terminaba con la /&. Las //EXEC indicaban el programa a ejecutar en cada paso. La /* indicaba el fin de los datos de cada paso. Toda esta jerga se llamaba JCL (Job Control Language) y servía para indicarle al Sistema Operativo como interpretar lo que leía desde la lectora de tarjetas.

Otra cosa que nunca entendí es por qué decíamos 'Job Cóntrol', cuando la palabra 'control' tanto en inglés como en castellano se acentúa en la última sílaba.

Sospecho que con esto no he avanzado mucho en mi explicación. Voy a tratar de ponerme un poco más técnico, con el peligro de aburrir a mis lectores contemporáneos y ahuyentar a los más jóvenes.

¿Recuerdan que les dije que el /360 40 del Hospital tenía una memoria de 32 KBytes? En esa memoria no cabría ni siquiera una sola de las fotos en formato JPG que hoy tomamos con nuestro celular. Sin embargo, se esperaba que en ella cupiera tanto el Sistema Operativo como varios programas de aplicación corriendo al mismo tiempo. Para ello se particionaba la memoria, reservando un espacio para el Sistema y distribuyendo el resto entre los programas. En el DOS se podía tener hasta 3 particiones de programa, una principal y dos auxiliares. El Sistema Operativo podría ocupar quizás 16 KB, la principal 12 KB y las auxiliares 2 KB cada una. En la principal corrían los programas administrativos de la empresa, mientras que las auxiliares se usaban esporádicamente para funciones utilitarias, tales como la clasificación de los archivos residentes en las cintas magnéticas.

El problema de los /360 era que se habían vuelto demasiado rápidos. El modelo 40 era capaz de procesar unas 40.000 instrucciones por segundo. Pero las lectoras de tarjeta y las impresoras sólo llegaban a poco más de 1.200 tarjetas o líneas por minuto. Las cintas y los discos eran más veloces, pero nunca tanto como para alcanzar al procesador. Como resultado, con la excepción de los programas de puro cálculo, en que había pocas entradas y salidas, no había forma de aprovechar la velocidad total del procesador. E IBM te cobraba por las 40.000 instrucciones por segundo, las usaras o no. Por ese motivo se hacía necesario ejecutar varios programas en paralelo, siendo el Sistema Operativo el encargado de ir dando el control a uno o a otro.

También era necesario minimizar las intervenciones manuales del operador. En las generaciones de computadoras anteriores, si el programa requería una fecha, se la preguntaba al operador a través de la consola. Si éste había ido al baño, tiempo perdido (para la computadora, no para el operador). En el DOS, bastaba poner una tarjeta //DATE con la fecha y el programa la podía tomar de ahí. Igualmente, si por la consola salía un mensaje: 'Monte la cinta fulana en la unidad de cintas mengana', más vale que la cinta hubiera sido traída de la cintoteca y ojalá ya estuviera puesta en la unidad correspondiente. Muchos años más tarde aparecerían robots que harían esas funciones, pero entonces lo mejor era contar con operadores despiertos y en buen estado físico. Eran como los carboneros de las antiguas máquinas de vapor que tenían que estar todo el tiempo echando combustible a la caldera para que no se apagara el fuego.

¿Qué les pareció el DOS? Tal vez no les quedó muy claro, pero les puedo decir que en aquel momento era el Sistema Operativo con más instalaciones en el mundo.

¿Pasamos a otro capítulo?

28/09/2016: Hernán Huergo: Conversando con Pepe López de Lagar, Parte I

La primera mitad de la historia del amigo de todos

La cita fue en Líber, Libertador y Libertad
Lo conocí en estas reuniones que organiza el Dino Bedel, nuestro querido Carlitos Tomassino. Lo cual es increíble, porque el personaje, nacido en 1943, como también yo, decidió estudiar ingeniería, como también yo, estuvo en una de las empresas de computación que marcaron nuestra historia -¿o debo decir prehistoria?-, como también yo, que decidió abandonar para elegir nuevos destinos luego de 13 años, como también yo. Para completar estos paralelismos entre este hombre de sangre Bull y el cronista de sangre IBM, ambos encontramos una segunda organización que amamos y que marcó a fuego la última parte de nuestras carreras, Price Waterhouse en mi caso. 

Por ahora voy a comenzar contando a los Dinos y Dinas la primera mitad de esta historia de mi amigo Pepe López de Lagar. Los que no lo sepan y quieran saber cuál fue la segunda organización que terminó de llenar el corazón de Pepe deberán esperar la segunda mitad de este "Conversando".


Pero claro que el hombre nació antes que yo, un dos de enero. "Año glorioso", me dice con su sonrisa cómplice. "Me debés respeto", añade, cuando se entera que soy del 30 de abril. 

Manuel López de Lagar -el segundo desde
la derecha,  sin gorro- y otros Legionarios

Empecemos por decir que Pepe no existiría si su padre, un español Legionario, no hubiera sido uno de los tres sobrevivientes de la durísima batalla de Chauen, en Marruecos, año 1924, cuando las tribus rifeñas se rebelaron con gran violencia contra la dominación española en esa región.


Quiso el destino que unos diez años después Manuel, el sobreviviente, deseara conocer estas lejanas tierras de Latinoamérica. Muy en especial Buenos Aires, visita que tenía una motivación extra, muy importante para él, el Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en octubre de 1934. "No vino para quedarse, sino como turista. Conoció a mi madre y no volvió a España nunca más".


Manuel López de Lagar era matemático, especialista en Estadísticas. Para sorpresa mía, mi entrevistado me cuenta que el padre trabajaba en Madrid en una empresa donde estaba en el sector "Mecanización Contable", ¡que utilizaba tabuladoras Bull! "Nada que ver con que yo terminara en Bull", dice, "aunque en el fondo yo creo que sí, nada es casual", corrige en seguida. Pero además de matemático, López de Lagar padre era artista. "Vivía de las matemáticas y vivía para el arte, era escritor". La veta de artista está por todos lados en la familia, la madre de Pepe era pianista de jazz, la abuela materna era concertista de piano, del tío paterno ya hablaremos.  

Manuel se casó con Isabel 
Paz ("Pisty") en 1937 

Manuel no tuvo dificultad en encontrar trabajos a partir de su especialidad estadística. Cuando comenzó la guerra civil española, 1936, los cabecillas de su bando le pidieron que volviera. Nunca haría eso. Su propio hermano, Pedro el actor, era uno de los referentes adictos al bando contrario. "No quería participar en una guerra de España contra España, de hermanos contra hermanos". Manuel López de Lagar se casó en 1937.

Es momento de comentar que el hermano de Manuel era el famoso Pedro López Lagar, cuya fama había crecido de la mano de los éxitos teatrales en pareja con la actriz Margarita Xirgú. Pedro, al igual que Manuel un par de años antes, eligió Buenos Aires como su nueva ciudad cuando comenzó la guerra civil española. Fue la mamá de Pepe quien logró que ambos hermanos se juntaran y se reconciliaran, a tiempo.


Pepe tuvo una infancia feliz. Cuando habla de su "Abuelito", se le nota el gran amor que sentía por el padre de su madre, que tenía campos y fortuna en Córdoba.


Pero en 1955 sucedieron tres desgracias que le cambiarían la vida. "Abuelito" murió ese año y misteriosamente los campos y fortuna a su nombre se esfumaron. El 16 de junio de ese año, a las 3:25 de la tarde, los bombardeos de los F4U-5 Corsair de la Aviación Naval rebelde acertaron con su casa, la destruyeron. No porque su padre profesara simpatía alguna por el régimen de entonces. Simplemente sucedió. Y la mayor de las desgracias ocurrió el 19 de septiembre del mismo año. Ese día, en pleno avance de la Revolución Libertadora, les entregaron el cuerpo de su padre, con marcas de picana. El corazón no había soportado la tortura realizada por las "fuerzas especiales" del gobierno a punto de caer. Fue un asunto que lo desveló por años. "Investigué mucho para averiguar qué había pasado y por fin terminé haciendo las paces con el tema". Pepe es amigo hasta de sus enemigos, eso pienso. Por eso lo llamo "el amigo de todos".


"Quedamos en la ruina, de golpe y porrazo ya no teníamos nada". En el colegio Salvador, muy buen alumno, lo becaron en silencio. Tuvo que irse a vivir con el tío Pedro, el actor. Luego el tío materno, que había hecho carrera en Radio del Estado, se hizo cargo de él y de su hermano mayor.



Llegado el momento, decidió estudiar Ingeniería. Siempre tuvo facilidad para los temas técnicos. Aprobó el Ingreso con diez de promedio. Ante mi cara de de felicitación siente que debe aclararme que "diez de promedio" no es sinónimo de ser inteligente. "No será sinónimo, pero no se puede ser diez de promedio sin ser inteligente", retruco. 


Además de estudiar Ingeniería trabajaba como administrativo en el ISER, que como casi todos no saben es el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica. Sin embargo, el artista que llevaba en la sangre se cruzó en su camino. Y de pronto lo dice, y mis cejas se enarcan, casi no puedo creerlo: 

-Yo era cantante. canté durante un año en Canal Nueve. Tenía 19 años cuando dejé Ingeniería para cantar.


Y me cuenta quién era su padrino: ¡Roberto Galán! "Te conseguí una audición con un capo de la RCA Víctor", le dijo un día. Y allí fue Pepe, con sus boleros, Granada y otros, a dar su examen de arte. Parece que no le fue nada mal. Porque en pocos días recibió un documento tamaño mamotreto que leyó con total atención. "Era un contrato de adhesión por cinco años. Me pagaban quince mil pesos por mes. Yo ganaba mil cuatrocientos en el ISER. Me asusté." 

Lo consultó con su padrino. "Es una oportunidad", le dijo, "pero llega uno en un millón". Decidió no firmar. "Todavía soy cantante", me aclara. Un día de estos le pido que nos cante un bolero a todos. Volvió a Ingeniería. Tenía 20 años, 1963. 


Ocurrió a fines de 1964. Un amigo, que era Director de Administración de Correos, le dijo: 


- ¿No querés estudiar una cosa que parece muy linda que no sé qué tiene que ver con los cerebros electrónicos? 

- ¡Sí!, ¿dónde se estudia?
- En IBM o en Bull, ¿cuál te gustaría?
- La que vos me digas -contestó Pepe.

Y a la semana el amigo le comunicó la buena nueva: "La vacante en IBM ya la gasté con otro. Pero empezás los cursos en Bull el próximo lunes".


Pepe, el amigo de todos, así lo llamo, tuvo y tiene muchos amigos. 


-Lo mejor que tuve en mi vida es la cantidad de gente con la que me llevo bien- me dijo.


Este amigo de Correos fue la llave para el comienzo de su carrera informática. Así que hizo con todo entusiasmo un curso tras otro en Bull. A mediados de 1965, la serie de cursos terminados, había ocurrido una cosa, para nada extraña en "diez de promedio". Había sacado 20/20 -así califican los franceses, hasta en eso son distintos- como notas de sus cursos. Lo llamaron para contratarlo como profesor. Lo que comenzó como contrato por cursos se convirtió pronto en incorporación. En 1966 nuestro amigo ya era miembro de planta de Bull, y además continuaba con su puesto en ISER, de 18 a 23. Fue el momento en que abandonó Ingeniería por segunda y última vez, era incompatible con sus horarios.



Sin embargo, el hecho de no haber completado una carrera era como una deuda pendiente para él. Dentro de Bull y del ambiente informático en general ya se notaba la diferencia entre los "idóneos", que a fuerza de sabiduría y experiencia adquirida en el terreno defendían su condición, en comparación con los "profesionales", que comenzaban con menos know how pero finalmente lograban mayor proyección, además de ser los preferidos por los headquarters a la hora de elegir gente para desafíos clave.

Para Pepe, la Noche de los Bastones Largos fue en alguna medida un factor determinante de su destino. Porque ese año muchos docentes que se fueron de Exactas crearon el CAECE. Pepe López de Lagar era conocido por todo el mundo. Varios profesores amigos lo invitaron a que se sumara como alumno en la nueva universidad.

-¿Cuántos años son?

- Cinco años.
- ¡Ni loco!

Pero el tema de no tener un título le seguía haciendo run run en la cabeza. Entonces sucedió el diálogo con la entonces su novia, María Cristina Ruiz. La frase decisiva de la que sería su mujer fue la siguiente:


- Dentro de cinco años el tiempo habrá pasado igual.


Así que comenzó a estudiar en el CAECE. Alumno de esta facultad, profesor de Bull, a veces profesor de posgrado en otras universidades, como lo fue en la UTN. Los estudiantes del CAECE lo saludaban con respeto, uno que otro pensando que estaba allí como docente. Hizo todas las materias sin aceptar equivalencias. Tardó ocho años, se casó en el camino, 1969. Año en París también en el camino -"tengo la suerte de hablar francés". Un amigo especial, que además era su jefe, lo ayudó en el arranque de esta odisea. Era el año 1967 cuando Leandro Guerrini lo abordó.


-Pepe, ¿qué pasa que todos los días desaparecés a las seis de la tarde, llueva o truene?

-Tengo un puesto en el ISER. Es importante para mi familia.
- Renunciá a ese trabajo, te lo pagamos aquí a partir de ahora.

Y a continuación:


- ¿Estás estudiando en el CAECE, cierto? A partir de hoy Bull se hace cargo del costo de tus estudios.


En 1974 "el tiempo había pasado igual", la carrera le había llevado ocho años y apenas había obtenido un promedio arriba de nueve. Pepe ya tenía una currículum técnico envidiable en Bull, era Sub Gerente de Sistemas. Pero a sus pergaminos y reputaciones ahora sumaba el título, Licenciado en Sistemas, o sea que pasaba a ser un valor a ser elegido para las misiones especiales. Fue el momento en que comenzó dentro de Bull la carrera que nunca pensó que terminaría haciendo: Ventas. Él siempre se consideró un buen técnico, sentía rechazo por la carrera de Ventas. Sin embargo, pronto descubrió que los que insistían que le iría muy bien en Ventas, Leandro Guerrini por ejemplo, no estaban para nada equivocados. Pepe López de Lagar comenzó como Ingeniero Comercial en 1974, el mismo año en que dejó de ser idóneo para convertirse en un profesional. 


Durante su carrera técnica Pepe había ayudado a muchos vendedores a cumplir sus objetivos de venta. Los mejores vendedores del país y del mundo pasaban a formar parte del Monster Club de cada año, lo que significaba viajes, premios y bonos. Lo que nunca imaginó fue que él mismo, en su nueva carrera de ventas no sólo pasaría a ser miembro permanente del Monster Club sino que en unos años alcanzaría la cima del club, a nivel mundial. Recuerda como si fuera hoy la carta formal recibida del presidente de Honeywell Bull a nivel mundial, en octubre de 1977: " El Presidente Director General de Bull, Sr. Jean-Pierre Brulé, lo recibirá el ../../.. entre las 15:06 y las 15:18...". El hombre estaba sentado atrás de un escritorio, que estaba sobre una tarima. A cada lado, como si fueran edecanes, estaban de pie dos asesores. Pepe frente a él, también de pie, debía mirarlo hacia arriba, mientras recibía la felicitación por el logro de ser el Number One del Monster Club. Supongo que el presidente quedó totalmente asombrado, no sólo porque la cima mundial hubiera sido ganada por un vendedor de zona 4, que comprendía Latinoamérica, parte de África y Madagascar, sino además porque el hombre hablara el francés sin problema alguno.


Por lo que sé, nuestro amigo tiene gran facilidad para los idiomas. Su amigo Leandro Guerrini solía decirle: "Sos el único gallego culto del mundo que conozco, hablás italiano". Pepe me explica que lo aprendió cuando estando en París lo mandaron a Milán a estudiar la Olivetti cento quindice, luego del acuerdo firmado por Bull con esta compañía. Sí, es evidente que los idiomas se le dan fácil a nuestro amigo.

GE 600 también conocida como Honeywell 6000

Curiosamente el fin de la carrera de José Miguel López de Lagar tuvo que ver con el mayor de sus éxitos. En 1976, decidieron sacarle todos sus clientes. Le encargaron que convirtiera en un éxito la flamante GE 600 -también conocida como Honeywell 6000-, cuyo objetivo era competir con las IBM 370, que por entonces dominaban el mercado de grandes clientes. Había un pequeño gran problema. En cada cliente pasaba lo mismo: era suficientemente amigo del mismo como para que aceptara recibir la máquina, la probara, la encontrara buena, pero a la hora de firmar nadie era tan amigo como para asumir el riesgo de ser el primero. 



"Durante un año y medio no pude vender ni siquiera un tornillo. Tenía equipos en prueba en todos lados, dos en Ferrocarriles, uno en Fiat, cuatro en Ejército, dos en..., uno en..., ..., pero nadie firmaba. En ese entonces, mi gran apoyo técnico fue el Ing. Enrique Simón. Un monstruo de conocimiento de este equipo". 

Hasta que de pronto uno firmó y en seguida siguió la catarata de firmantes. Fue el momento en que alcanzó la cima del Monster Club. "Fue cuando me recibió Juan Pedro Quemado, como yo le decía", anota con humor.


"A usted debería odiarlo", le dijo el gerente de fábrica, más en serio que en broma, "no se imagina el enorme problema que es para mí cumplir con todas sus ventas no planificadas que aparecen de golpe".


A otro que le cayó mal la cosa fue al Director General de Bull Argentina: "No puede ser que ganes tanta plata", le dijo, y no le pagaron a Pepe lo que le correspondía, a pesar de que el sistema de compensaciones de Bull, al igual que el de IBM, no significaban comisiones tan grandes.


-Fue entonces que no soporté tamaña injusticia y decidí irme de Bull.

-¿Y qué dijo María Cristina?
-Me apoyó, como siempre.

Fueron trece años que Pepe López de Lagar trabajó en Bull: "En esos trece años me recibí, me casé, compré mi primer auto, tuve mis dos hijos, viajé a Europa por primera vez...".


-Cuando me fui de Bull para mí el mundo había acabado.


No fue un pensamiento que le durara mucho tiempo. como verán en la segunda parte de la historia del amigo de todos.


Continúa en Parte 2

2016.09.15: Eduardo Vila Echagüe: Educando a los Clientes

[Capítulo 5 de La Informática y yo]

Educando a los clientes

Terminados mis cursos introductorios mi primera asignación fue como profesor en la Escuela IBM. ¡Imagínense mi felicidad! Quedaba a 4 cuadras de mi casa y el horario se iniciaba a las 9. En Ford, a 60 km. de Buenos Aires, se entraba a las 7:30 y en aquella época no había autopistas. ¡Qué cambio para un joven soltero del que se esperaba una animada vida nocturna!

¿Cuál era la misión de la Escuela IBM? Muy sencillo. Cuando un cliente arrendaba una computadora, tenía derecho a que los empleados que la iban a programar y operar fueran capacitados sin costo adicional para la empresa. Eso iba desde las humildes perforadoras hasta los analistas de las futuras aplicaciones. Sin número tope. No era raro que también aparecieran la minita del Gerente de Sistemas o los parientes pobres del dueño de la empresa. La gran mayoría eran personas sólo con estudios secundarios, que estaban dispuestos a encomendar sus vidas a esta actividad futurista llamada computación.

Pero no todo era tan fácil. Para ser aceptado había un test de admisión, parecido al que me habían tomado al entrar a IBM. Series aritméticas, figuritas y todo eso. Para aprobarlo había que sacar 40 puntos. No sé quién lo había diseñado, pero predecía de manera muy exacta como le iría a los alumnos. Más adelante les contaré mi experiencia en Bariloche, pero les puedo anticipar que había una altísima correlación entre el puntaje obtenido y su desempeño como estudiantes.

Los cursos que yo tenía que preparar eran los mismos que yo había recibido, enumerados en un
capítulo anterior. ¿Con qué material de soporte contaba el instructor? ¿Transparencias,
diapositivas, videos, ejercicios preparados, exámenes? Ja, ja, no me hagan reir. Si el curso era de
Fortran, te pasaban el manual de Fortran y arreglate como puedas. Uno tenía que imaginar cómo
desarrollar el tema, qué ejercicios proponerles a los alumnos, todo desde cero. Para ello contábamos nada más que con nuestra potente voz, tiza y pizarrón.

Los alumnos recibían las planillas donde se codificaría el programa, una cuadrícula de unas 25
Formulario de codificación COBOL
líneas por, adivinen, 80 columnas. En la vida real esas planillas se enviarían a una señora o señorita perforadora para que las convirtiera en tarjetas, las que se ingresarían a la computadora vía la lectora. Estas serían compiladas por el programa Cobol o Fortran o el que fuera, y se devolverían los errores al programador en forma impresa. Un vez corregidos todos los errores y reemplazadas las tarjetas correspondientes, el programa estaría en condiciones de ser ejecutado. Antes de esto el programador tendría que haber preparado datos de prueba, posiblemente como tarjetas, los que serían leídos a continuación del programa. Después de varias pruebas y muchas tarjetas botadas al canasto de basura, el programa estaría listo para pasar a producción.


Para no seguir aburriéndolos, me apresuro en decirles que en nuestra escuela para clientes no se utilizaban las tarjetas. Quien debía leer, compilar y ejecutar mentalmente los ejercicios de los alumnos era el pobre instructor, es decir yo mismo. Pero debo reconocer que aprendí como loco y pagaban bastante bien.

Para ejemplificar lo que significa preparar un curso a partir del manual de referencia, permítanme contarles una anécdota ocurrida pocos años después. El Gerente de Sistemas del centro de procesamiento de datos del gobierno, el más grande del país, solicitó a IBM un curso de OS, a dictarse en sus propias instalaciones. El OS, Operating Sytem, era el sistema operativo más avanzado de IBM, utilizable sólo en las computadoras más grandes. ¡Con decirles que requería como mínimo de 128 KB de memoria! Le encargaron el curso a uno de nuestros Ingenieros de Sistemas, que partió al cliente con su manual de macros de OS, que tenía como 5 cm. de espesor. Era un manual de referencia, que tenía las macros ordenadas alfabéticamente. Nuestro instructor, muy metódico, empezó las clases con la macro ABEND, la que, por si no lo saben, se usa para terminar de forma anormal un programa, luego siguió con la macro ATTACH, de uso igualmente esotérico, y antes de terminar el día ya teníamos una queja formal del cliente por la forma en que se estaba dando el curso. Para ilustrarlos, esto es como si en un curso de Historia Sagrada se empezara por Abel, se siguiera con Absalón y finalmente se terminara con Zorobabel. Para continuar con mi anécdota, le encargaron el curso a un amigo mío cuya carrera venía a la baja. Lo dio siguiendo un orden lógico, partiendo con las macros usadas para comenzar un programa. Recibimos felicitaciones del cliente y la carrera de mi amigo resucitó, siendo promovido a gerente pocos años más tarde.

Recuerdo que en uno de mis cursos de Introducción al Sistema /360 me pareció que había unos cuantos alumnos que volaban por la estratósfera. Se me ocurrió entonces un método que seguramente desaprobaría un pedagogo actual. En medio de una explicación de repente paraba, elegía un nombre en la lista al azar y le pedía al afortunado que comentara lo que yo acababa de explicar. Después de que cayeron varios despistados cuyas respuestas fueron motivo de hilaridad para sus compañeros, noté que los niveles de atención habían subido considerablemente. Cuando llegó el momento del examen final, tuve el gusto de aprobar prácticamente a todos. Pero como me sentí un poco mal por haber tratado a mis alumnos como niños chicos, en el próximo curso similar no repetí mi método. El resultado fue que nos reímos mucho menos y la tasa de aprobación no pasó del 70%. O sea que aquello de que la letra con sangre entra tiene algo de razón, aunque en este caso cambiamos sangre por sentido del ridículo.

Lo peor era corregir los exámenes en los cursos de programación. No sólo descubrir los errores de sintaxis, sino tratar de entender la lógica que habían empleado los alumnos. Ir llevando en un papel el registro de cómo se modificaba el valor de las variables a medida que avanzaba el programa. Un trabajo muy pesado, pero que me sirvió en el futuro cuando me tocó a mí escribir programas. En esos casos uno mismo perforaba las tarjetas, pero el ciclo de prueba y error mediante la computadora podía llevar muchas horas, en tanto que esos mismos errores en papel se descubrían en minutos.

En resumen, aunque el hardware y el software sean importantes, de nada sirven sin un buen recurso humano. Por lo menos era así hasta comienzos del siglo XXI.

2016.09.06: Lidia Seratti: ... la política ha sido definida como el arte de lo posible y la ciencia como el arte de lo soluble...

Querido Hernán:

Ignoro absolutamente cómo hice, excepto la ayudita de Google que se resiste a exhibir las novedades de l@s Din@s en Principal....
Pero me perdí el amuerzo de Dinos del 5 de Agosto. Y todo porque ayer me había olvidado en casa la máquina del tiempo, y tengo descompuesta la del espacio, que funciona con rayos instantáneos. Muy cerquita, en el Polo Científico y Tecnológico, ayer, 5 de septiembre (me resisto a sacar la "p") desde las 9 hs tuvo lugar "Ciencia y Política". Te lo cuento ahora cuando acabo de leer que ya estás nominado en la actividad gremial. Con relación al conocimiento y su vinculación con la política.  Y que tantas veces los din@s hemos participado, unos sí, otros menos, y a veces, o siempre, o cada tanto, en política informática, o en políticas públicas, a secas. O nos hemos encontrado en Ministerios de varias épocas, siempre como "técnicos", "advisors",  en cargos de tales cosas, o algunos directamente. Bueno, el eje de esta comunicación es que estaba perfectamente vestida, y en estos días también, perfectamente calzada de los dos pies, y a dos cuadras de Club Palermo. Pero sin la máquina del tiempo para traer exactamente un mes atrás. Y que no sólo estuve ausente, sino que ni siquiera comuniqué mi pretérita futura ausencia de un mes adelante. Y que lo siento muucho. 
Cierto. Más allá de las ficciones científicas, siento mucho no haber compartido el Club Palermo de los Dinos y Dinas del 5 de agosto.

Espero que no te envanezca en el futuro (como le dicen a los niños que han estado en el primer puesto), pero el blog, aún para tus muy conocidos, es MUY bueno. Expresa una comunidad viva cuyos lazos se extienden desde el pasado. Esta comunidad es protagonista, sin acusar la menor sorpresa, de transformaciones en el mundo que agitan los corazones de los outsiders. Máximos líderes del mundo, tanto de gobiernos como de corporaciones y de ongs, han dedicado decisiones o advertencias basadas en nuestra tecnología. El blog hace, de esta manera, historia del futuro y del presente, basada en nuestros lazos y nuestras actividades del pasado.

Bueno, lo del Polo estuvo muy bueno y a sala llena en una mañana imperturbablemente fría y lluviosa. Imperdible la introducción de Lino B. al tema de la convocatoria. Ciencia y Política. Lo comunico por ser nosotros parte de las vinculaciones del mundo del conocimiento. Transcribo sin poder reproducrir el buen humor l: "Es una vinculación entre dos artes distintas: la política ha sido definida como el arte de lo posible y la ciencia como el arte de lo soluble, -no como lo que, por ejemplo, es soluble en un solvente como lo es el agua de muchas substancias, bromeó- sino como aquello que tiene solución”. Y dice el portal de MINCyT:  "Para el ministro, la motivación de la investigación seguirá siendo siempre la curiosidad,“que además tiene potenciales consecuencias prácticas que determinan el poder político de las naciones: la inteligencia está entonces en saber cómo aprovechar esas capacidades de un sistema científico competitivo para mejorar la calidad de vida de la gente”.

Asimismo, Barañao reflexionó sobre la tarea del Ministerio:“Debemos vincular esos dos mundos, que el político entienda la importancia y beneficios de la ciencia, y a la vez, lograr que los investigadores asuman la responsabilidad que les cabe como proveedores de información útil”,concluyó.". A su turno,(Agustín) Campero, afirmó que la ciencia y la tecnología están cada vez más presentes en nuestras vidas y que están fuertemente ligadas a la política: “Esta articulación la pensamos desde propuestas que salen desde este Ministerio con disponibilidad de especialistas e información, pero debemos focalizar los esfuerzos en construir puentes formales, estables entre la ciencia y la política”. Además, el secretario acordó con Barañao en la importancia del conocimiento como base para el desarrollo, “Esa relación entre ciencia y políticas públicas es esencial y debe ser más aprovechada por nuestro país para traer nuevas oportunidades y sobre todo para cambiarle positivamente la vida a quienes más lo necesitan, que es lo que nos motiva a todos los que hacemos política científica”.

Efectivamente, la presentación de la American Association for the Advancement os Science presentó sus programas de scholarships de científicos y especialistas en las secretarías del gobierno central, y casi un 10 % concluyo con altas funciones de gobierno.

Abrazo a todos los Dinos y las Dinas