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2015.11.30: Hernán Huergo: Breve historia del CUPED y de José Luis Mendiburu

Elaborada a partir de los videos
40 años de informática en el estado, por Pablo Fontdevila

CUPED: Centro Único de
Procesamiento Electrónico de Datos
Es curioso que sea tan difícil encontrar fotos de José Luis Mendiburu, una de las figuras trascendentes en la historia de la Informática Argentina. En esa búsqueda fue que descubrí un conjunto de videos elaborados por Pablo Fontdevila, que como ejecutivo de sistemas del ANSES fue heredero de los tesoros del CUPED. Estos videos, intitulados 40 años de informática en el estado, fueron realizados en 2007, en el 40 aniversario de la creación del CUPED. Me permití elaborar un video a partir de extractos de los mismos. Como podrán averiguar quienes lo vean, aparecen varios Dinos hablando de esa época gloriosa. Pero además, por si no le creyeron a Alfredo Pérez en su relato Hace 55 años, aparece también esa máquina Univac que según nos contó instaló en Ferrocarriles, y hasta parece decir cuándo ocurrió aquel evento. Abajo, antes del video, un par de otras fotos alusivas de la época (clic para ampliar).
MÁS ABAJO, FOTOS QUE MANDÓ EL PIPI IGLESIAS, MUY BUENAS!!
José Luis Mendiburu entrega
medalla a Mario Prieto
Mario Prieto sentado y
Antonio Barrionuevo de pie














2015.11.27: Hernán Huergo: Capítulo II: SDI, Sistemas de Información

Estuve 13 años en IBM y la sigo amando por todo lo que me dio. Creo además que tuve la suerte de vivir los mejores años de la Big Blue. Comencé casi cuando arrancaba en la Argentina la /360, 1967, y me fui en 1980, cuando terminaba una década extraordinaria. Fue curioso vivir el desglose de IBM en dos divisiones, DP que vendía los mainframes, y la otra, GS o sea Sistemas Generales, que vendía los nuevos equipos, menos caros pero cada vez más poderosos. Y muchas veces encontrar que en un mismo cliente había dos ofertas IBM. Y después comenzaron a aparecer los plug compatibles. El mundo en un momento estaba muy ibemeizado.

Yo creo que un problema paradójico para IBM era la gran rentabilidad que generaban los mainframes. Los equipos más nuevos, más modernos, más económicos, estaban ya listos para salir al mercado. Pero a veces se demoraban los anuncios, se los retaceaba, porque cualquier anuncio demasiado anticipado e insuficientemente estudiado podía producir una catástrofe en los revenues de la empresa a nivel mundial, por cierta dependencia de la empresa en ese ingreso proveniente de los alquileres de los mainframes. Algo que en laboratorios se tenía listo para salir al mercado, con el nombre de Future Systems, demoró años en ver la luz, era el Sistema /38. Era inevitable liberarlo para el mercado. Lo mismo que ya comenté que pasó con la PC. El anuncio de IBM en 1981 fue una decisión impostergable. En mi opinión, esos dos hechos, el sistema /38 y especialmente la PC, marcan el arranque de una nueva época, una IBM más vulnerable y no tan dorada. No la que me tocó vivir a mí.

SDI, mi nueva empresa, fue para mí una aventura maravillosa, que duró menos de tres años. Fue como un cometa que pasó a mi lado en el momento justo, para empezar un nuevo rumbo. El cometa Halley nos visita una vez cada 76 años (Wikipedia dixit). Mi cometa me visitó en 1980 y me subí a él.

El cliente que más recuerdo
El cliente que más recuerdo de todos los que tuve en esa empresa fue el Censo Nacional de 1980, a cargo del INDEC. El gerente de sistemas interlocutor de mi nueva organización era justamente uno de los Dinos, Pepe Fernández Pernas. Es curioso que en la Memoria Fotográfica que compartió con nosotros David Vergara se testifique la importancia que tuvo el primer censo en USA que usó herramientas de procesamiento de datos, en 1890. El Censo Nacional de 1980 fue un proyecto extraordinario para mí, por su importancia, trascendencia. Por la característica de que la fecha era sagrada, 22 de octubre, y se cumplió. Porque fue un pergamino que nos permitió multiplicar proyectos en el sector público.

Tuvo algunos pocos proyectos en el sector privado
SDI creció con esos múltiples proyectos múltiples, sumando éxitos y gente, hasta llegar a unas 25 personas. Pero la característica fue que se extendió en muchos proyectos del sector público, demasiados. Tuvo algunos pocos proyectos en el sector privado, incluyendo el desarrollo e implementación de sistemas de un banco de primera línea, pero el peso de los proyectos del sector público era desproporcionado. Y cuando ocurrió la guerra de las Malvinas, así de pronto, muchos proyectos del sector público se cortaron o bien menguaron.

Empezó el downsizing de mi criatura. Y llegó el momento de tomar la decisión de seguir o no, algo así como empezar de nuevo. Lo conversé con mis socios, y en diciembre de 1982 SDI terminó los proyectos en curso y decidí buscar nuevos horizontes.

Para mi inmensa fortuna, en 1983 aparecería en mi vida un nuevo cometa, el último y definitivo. Se llamaba Price Waterhouse.



25/11/2015: Carlos Tomassino: La prehistoria de Usuaria y el recuerdo de Jorge España

Hace un largo par de años, fallecía en Buenos Aires, Jorge España. Expreso aquí una historia que me involucra. Para hablar de él, he debido hablar un poco de otras cosas que me atañen... por ello pido disculpas.

Ya había escuchado hablar de España durante mi paso por la gerencia de Organización y Sistemas de Siemens.

Corría el año 1977, y yo avanzaba -como comenté- con la adquisición de un equipo moderno (que luego recayó en una IBM /370). Antes de la llegada del alemán a la Siemens que decidió todo, yo trataba de informarme de las performances de quienes tenían equipos similares o estaban en condiciones de comprarlos.

Me dieron el contacto con Jorge y tras un llamado telefónico lo fui a ver a Bunge y Born, en una oficina cercana a la calle San Martín, en Retiro.

Me encontré con un tipo serio, muy ejecutivo, parco en sus respuestas ante mis preguntas sobre sus búsquedas de equipos de tal envergadura,  que me trató bien, pero "rapidito", como diciendo "dale, que estoy ocupado". Recuerdo luego, haber comentado, "este es un jodido...".

Le perdí el rastro, el que volví a encontrar tres años después, en una distinta situación.
En 1981, Cassino-Tomassino ya tenía un nombre en el mercado. Como relaté, aparecían convenios para llevar adelante sistemas semanalmente y nos habíamos mudado a un palacete de la calle Uriburu.  Un día apareció por la oficina un tal Renato Mazzolla, quien se decía gerente general de una organización denominada Sucesu en Brasil, de la que éramos ignorantes.

Pidió hablar con Jorge Cassino, y éste me sugirió que lo atendiese. Mazzolla era petiso y gordito.  Me explicó que el motivo de su visita era invitar a tres o cuatro personas de la comunidad informática que representaran a Argentina en un evento (congreso y exposición) que se realizaría en julio en Sao Paulo. Que los invitados seleccionados éramos Jorge Cassino o yo por la envergadura de nuestra consultora; Juan Carlos Cattáneo o Julia Oshiro de CONSAD (por lo mismo); los amigos de SADIO (ya presidía Héctor Monteverde y yo era miembro de su CD) por su trayectoria en congresos; Carlos Mercuriali, quien presidía la Asociación de Dirigentes de Sistemas, y Jorge España, cuyo nombre le había sido dado por ser Bunge la principal empresa del país.

Luego de decidir con Cassino que yo representaría a CT, traté infructuosamente de vincularme con algunos de ellos, pero casi nadie respondía. El único fue Mecuriali, quien me dijo no asistiría porque Sucesu era una organización empresaria y AADS sólo reunía personas.  Un poco más tarde Monteverde me dijo que Valerio Yacubsohn sería el representante.

Así que, un día de julio me embarqué a Sao desde Ezeiza (en esos tiempos único embarque internacional) y llegué al viejo aeropuerto de Congonhas, en la mitad de la city. Nadie me esperaba, así que me dirigí en taxi a un exótico hotel que me habían reservado, y al llegar al lobby, me encontré con un grupo, en el que estaban Valerio y Jorge España. La recepción fue cálida, pero Jorge tenía esa noche una cena con gente de su grupo en Sao, por lo que quedamos en vernos al día siguiente en el desayuno. Así que seguí casi sin conocerlo.

A la mañana siguiente nos venían a buscar, pero Jorge ya había tomado su desayuno y había partido raudo a una reunión, así que con Valerio nos encaminamos al acto inaugural. España no apareció hasta el almuerzo del mediodía. El presidente de Sucesu se llamaba Salvador Perrotti, un hombre fornido, no muy alto, morrudo aunque fino en sus maneras, dueño de una consultora paulista, quien en el almuerzo nos habló y sondeó acerca de las ventajas de una entidad como Sucesu para generar en la Argentina. Dimos algunas razones, algo evasivas, para decirle que ya teníamos muchas entidades, y cuando nos corrió con las Exposiciones, todos dijimos "pero ya existe Expoficina...".

Vale señalar que la Expo de Sao Paulo era para nosotros los argentinos, impresionante. Más de 40.000 metros cuadrados de exposición, decenas de miles de participantes, y un Congreso apabullante, con miles de congresistas, en no menos de diez o quince salas simultáneas.

Al ver que no tenía mucho eco entre nosotros, sobre el café nos planteó constituir una entidad latinoamericana.  Una federación que nuclease los ideales e intereses de los informáticos de la región. Nos removimos un poco inquietos porque un representante boliviano, se mostró fuertemente interesado en ese proyecto.

En esa tarde, en una de las recorridas, nos planteamos con España, "Argentina no puede quedar afuera de un movimiento latinoamericanista..." y nos preguntamos "¿Se podrá hacer algo...?".

En la noche hubo una cena y en sobremesa se volvió a tocar el tema. El boliviano promovía que debíamos generar una declaración de Sao Paulo, que apuntase a la reunión latinoamericana, y que en la mañana del día siguiente debíamos sentarnos "a garrapatearla".  Perrotti y sus hombres nos consultaban si estaríamos dispuestos, además de esa declaración, en formular un estatuto de Federación, a la que llamaríamos "Federación Latinoamericana de Informática", y "de la galera" sacaron un estatuto ya conformado.

Ya en el hotel, y cercano a la medianoche, tomando una caipirinha, con los ojos bien abiertos entramos con España y Valerio a ver cómo podíamos parar esta avanzada. Ahora todos teníamos en claro que la invitación con todo pago que Mazzolla nos había formulado, implicaba el tener que dar una respuesta obligatoriamente afirmativa a esta solicitud. 

Decididos a dar lo mejor por nuestra posición, a la mañana siguiente Valerio estaba ya sentado con otros escribiendo la declaración, en tanto con Jorge España, yo y varios brasileños empezamos a dar vuelta un estatuto que debíamos validar. Por de pronto obtuvimos el acuerdo que la Federación, ya con el nombre impuesto de FLAI, debía contener sólo a los usuarios y no a las entidades de ese orden que agrupasen a dirigentes o simplemente a individuos (pensábamos en SADIO o AADS, por ejemplo).

En las idas y vueltas de esas jornadas, también apareció un joven, Juan Carlos Chervatín, por ese entonces gerente de CONSAD, que estaba en tren de turismo, y a quien sumamos e hizo algunos aportes interesantes.

Vale la pena resaltar, que en ese año 1981, aún habiendo aparecido esa mitad de año la primera PC, ninguno de nosotros tenía una cabal noción sobre cómo afectaría esta incorporación a las empresas: aún pensábamos todos en términos de equipos grandes de computación, incluso en Brasil, donde la concepción del término "usuario" significaba "empresa que hace uso" o "empresa que trabaja con", no usuario individual. En ese contexto, tanto Jorge como yo, e incluso Valerio y Juan Carlos, trabajábamos exclusivamente en grandes equipos o grandes centros de cómputos.

Nos pasamos las jornadas restantes trabajando sobre ese proyecto, que como resultado trajo los siguientes compromisos para Argentina:  1. debíamos armar en un período de seis meses, una entidad similar a la Sucesu brasileña; 2. debíamos pergeñar para el año siguiente un Seminario Latinoamericano de Comunicación de Datos, que hasta ese entonces se había hecho siempre en Brasil; 3. Recaía en Jorge España la vicepresidencia de la Federación Latinoamericana de Usuarios de la Informática (que presidiría Perrotti) y en mí la revisoría.... se la inscribiría en Brasil. 4. firmábamos la Declaración de Sao Paulo, junto a representantes de Brasil, Bolivia y Chile, en la que básicamente  adheríamos a la idea de unión entre nuestras respectivas comunidades.

En esa semana, creo haber conocido al verdadero Jorge España: un tipo con muchos valores y un rasgo de nacionalismo que me llamó la atención; y también por su manera particular de ir de frente con mucho sentido común. Tesonero, pujante, interesado, con un motor de alta intensidad laboral.

Los meses siguientes ya en Buenos Aires, nos ocurrieron muchas cosas: como ya conté en una entrada anterior, vino Sigaut... y yo me desprendí de mi sociedad.

Allí Jorge España fue el que me dio su apoyo e incentivó para que llevase adelante la idea que habíamos traído, me presentó a la mayoría de gerentes de sistemas de empresas grandes que no conocía y llamándome casi a diario, e invitándome muchas veces a comer en el cuarto piso de la Proceda de la calle Pueyrredón, con sus gerentes, hizo que, el 14 de diciembre de ese año 81, junto con un lote de 15 de los gerentes de sistemas de la empresas más importantes, armásemos la primera Usuaria, ésa que permitió aunar nuestros ideales y conformar, principalmente con Brasil y luego con los restantes países de la región, la comunidad de intereses que juntos habíamos vislumbrado.

Pero aquí empieza otra historia que contaré una siguiente vez. Sólo me propuse recordar a un pionero, un Dino de la informática que puso todo su esfuerzo para lograr sus objetivos profesionales. Un hombre que nos acompañó con ganas desde el mismo inicio de nuestra congregación (me refiero al "Bit 40"), y que con el tiempo me prodigó una amistad que hoy recuerdo con alta sensibilidad.

2015.11.21: Alfredo Pérez: Hace 55 años…

Hace 55 años...

Más precisamente durante los últimos meses de 1960, entró en funcionamiento la “Primera computadora electrónica[i] en Argentina”. Que no era La, sino Las DOS computadoras Univac Solid State 90 de la Empresa Ferrocarriles de Estado Argentino (EFEA).

No puedo precisar la fecha[ii] ni recuerdo que se haya hecho un traspaso formal. Simplemente, una vez que los ingenieros Luis F. Rocha y Osvaldo Vergili concluyeron el período de instalación y prueba, el grupo de programadores comenzó adepurar programas con lotes de prueba y paulatinamente se fueron incorporando a producción.
USS 90 de manual

Por esa época EFEA hacía “procesamiento distribuido”, la administración tenía en Buenos Aires cuatro equipos UR dedicados a tareas específicas en locaciones separadas:
  • Un equipo Bull que procesaba la administración de los “Pasajes” funcionaba en las oficinas sobre las Galerías Pacífico.
  • Un equipo Remington Rand de 90 columnas estaba instalado en el segundo piso del edificio de la estación Once (FC Sarmiento), y allí se ubicaron las USS 90. Procesaba “Confiterías”, o sea facturación y gastos de los locales y vagones restaurante; y “Kilometraje” que consistía en tratar la información provenientes de informes de maquinista y de guarda de cada viaje de pasajeros o carga, a partir de los cuales se obtenían, entre otros, estadísticas de toneladas/eje para el desgaste de cada tramo de vías y de consumo de combustible y aceite lubricante por locomotora y tramo.
  • Otros dos equipos, ambos IBM, instalados en Constitución (FC Roca) y Retiro (FC Mitre), de los cuales no tengo información, alguno de ellos dedicado a Sueldos y Jornales.
Foto 1
Foto 1El equipo inicial de programadores parado delante de la CPU. Aparecen de izquierda a derecha: olvidé el nombre del primero (¿López?), luego siguen Carlos Alberto Álvarez Roldán, Dante Acciarressi, Vassallo “chico” y este escriba.

Todos ellos tenían experiencia previa como encargados de sección o de turno sobre los procesos en los equipos UR. Inicialmente, las computadoras oficiaban de tabuladoras veloces o como calculadoras; más tarde se integraron los procesos. Vassallo era el más interesado en saber cómo funcionaban las rutinas estándar y pensaba cómo modificarlas para hacerlas más eficientes o agregarles otras prestaciones.

La operación del equipo era muy sencilla. La Foto 2 en la que estoy “pensando y con
Foto 2
papeles” frente al Panel de Control era “pura pose”, pero corresponde a los cánones de propaganda de esa década.

Mi presencia en ferrocarriles era parcial, ya que el personal de la División Tabulación y Electrónica de Remington Rand Sudamericana dedicada a ”Computación” no llegó a superar 15 personas en esos inicios. Pero eso es parte de otra historia.

La foto USS 90 de manual de fondo verde (más arriba) está tomada de un folleto de ventas. Las unidades aparecen en posición diferente a la real que era  formando tres lados de un rectángulo para facilitar lña tarea del operador.
USS 90 II

La foto USS 90 II de fondo amarillo muestra la versión siguiente denominada USS 90 II con memoria principal de núcleos y controlador de cintas ubicados en una segunda CPU.

Quienes estén interesados en detalles técnicos pueden consultar un muy completo juego de manuales ubicado en:  http://www.mirrorservice.org/sites/www.bitsavers.org/pdf/univac/uss/

Al revisar los manuales hallé dos “perlas”:



  • Donald E. Knuth y W. C. Lynch autores, en agosto de 1963, deQADAAD “Quick-and-Dirty Assembler and Documentor”. Knuth luego escribiría los tres tomos sobre “The Art of Computer Programming”.
  • Una somera descripción de FLOW-MATIC PROGRAMMING, antecesor directo de COBOL, aparece en USS 90 General Description(1958?).

  • Un problema y su original solución
    El equipo funcionaba con corriente alterna de 220 voltios, pero en frecuencia de 60 ciclos.en lugar de 50 ciclos. EFEA  importa simultáneamente un grupo electrógeno (diésel-eléctrico) para producir energía suficiente. El pequeño problema fue que Aduana
    solicitaba pago de derechos de importación por el grupo, si bien habían sido exceptuadas las computadoras.

    Esta disputa retrasaba toda la instalación. La solución ferroviaria de este problema fue: armar una formación (locomotora, vagón playo, grúa) con su correspondiente dotación humana, ir por el túnel desde estación Once hasta el puerto, cargar los cajones pertinentes y traerlos para instalarlos en la estación Once.

    La disputa por el pago de los derechos siguió las vías administrativas normales.



    [i]Computadora electrónica digital, de programa almacenado en el sentido Von Neumann (un mismo tipo de almacenamiento para datos e instrucciones: un tambor magnético), transistorizada, en oficinas de un cliente (no eran un equipo de demostración, entrenamiento u otro fin propio del proveedor)

    [ii]Tampoco logra establecerla Nicolás Babini, en sus libros “La informática en Argentina 1956-1966“ y “La Argentina y la computadora. Crónica de una frustración“
    A partir de entrevistas ubica la fecha en algún momento de 1960, después de la IBM RAMAC de la exposición del Sesquicentenario y antes de la IBM 650 de Diagonal Norte 833.

    2015.11.21: Eduardo Juárez: aviones + aviones + aviones

    Comencé en informática al participar en un curso de Assembler dictado por IBM en 1966. Me recuerdo que el profesor nos leía el manual y nos decía creo que funciona así. Era una época quijotesca.

    En 1967 ingresé en IBM en el curso 2 de Ingeniería de Sistemas, Hernán estaba en dicho curso.

    En 1970 pasé de IBM a ITT Corporate cubriendo América Latina, durante 2 años estuve el 95% fuera de Argentina,  aviones + aviones + aviones … y después 3 años en Puerto Rico dirigiendo EDP.

    En 1974 decidí irme de USA a Brasil donde dirigí la IT de Chrysler.

    En 1980 con nostalgias de Argentina decidí volverme y si fuera posible con un grupo argentino, y se dio, ya que ingresé en 1981 en Bunge y Born, primero coordinando la actividad informática del producto alimentos en América Latina + España + Australia. 
    Otra vez aviones + aviones + aviones. Dos años después me agregaron la responsabilidad total de IT en Argentina (incluía Proceda). 

    Fueron años de mucha actividad donde tratamos de realizar grandes cambios en Argentina junto con Enrique entre otros fundamos a fines de la década del 80 la AESSIT creyendo que podíamos transformar a nuestro país en un país altamente exportador de software y servicios, pero según creo todavía los funcionarios de Argentina no estaban preparados para tal cambio.

    En 1991 decidí independizarme y trabajar como consultor para tener tiempo suficiente de desarrollar un proyecto que encaramos un grupo de emprendedores, las Agencias Hípicas de la Ciudad de Buenos Aires (junto con la Fundación Favaloro) luego de 2 años exitosos fueron adquiridas por Laadbroke.

    Desde 1994 hasta 1998 trabaje en la actividad pública Migraciones y ANSES.

    A fines de 1998 ingreso en Imaging Automation Inc. para crear Imaging Automation Argentina y después de 2 años me asignan América Latina + España + Italia, o sea, otra vez aviones + aviones + aviones. Permanecí hasta 2010.

    Desde entonces estoy como:


    Es preferible ese título que Bullshit Specialist.

    2015.11.20: Luis Pees Labory: Cuando un amigo se va…

    Corría noviembre del 64. En el curso de Programación IBM 1401 lo conocí a Gustavo Balta (“Chango”). Y junto a otros compañeros decidimos  prepararnos para el examen final. Nos juntamos en la sede de un sindicato ligado a alguna dependencia oficial donde él trabajaba. Gustavo y una bella compañera del curso realmente trabajaron con ese fin, se hacían preguntas entre sí, cuyas respuestas no estaban en mi saber. Quien suscribe, al ver que el nivel lo sobraba, se dedicó a contarles una película de suspenso a los otros dos compañeros, a quienes también los sobraba el nivel…

    Fuimos a dar el examen, y lo dimos, y salí con la casi certeza que debería volver a laburar como empleado civil en una dependencia del Ministerio de Marina, sector Biblioteca Central.

    Fui a buscar la nota a la oficina de IBM, sita en Lavalle casi Diagonal (o algo así), y me sorprendí cuando me dieron la gran noticia.

    Obviamente me prendí a la cena de fin de curso que se hacía en una Cantina de La Boca. Allí compartimos el jolgorio con Gustavo y su futura esposa, Viviana, una bellísima rubia.

    No recuerdo quién me dijo que en la Cía. de Seguros La Franco Argentina buscaban programadores 1401. Me presenté como candidato para dar el examen (exigente porque pedían hacer “la rutina alfabética”, con la trampa de la “Ñ”). Y ahí me encontré con Gustavo, que ya estaba trabajando como programador. El puntaje para aprobar era 70 como mínimo. Yo llegué a 68, pero gracias a un empujoncito (un tío abuelo había sido Gerente General) ingresé a LFA. Compartimos un par de años de trabajo; y en los horarios de almuerzo de los Jefes, conocí/mos a Cortazar en su Crónica de Cronopios y de Famas.

    Luego nos frecuentábamos con nuestras parejas, y una noche que fuimos a cenar a su depto. lo encontré con la memoria impresa desplegada sobre el piso,  y me pasó a explicar el contenido de las primeras tarjetas de carga del compaginador SPS…


    Gloria y loor al gran amigo, a quien llamé ayer por teléfono para invitarlo a ser parte de este grupo de DINOS y DINAS, y me encontré con la ingrata noticia…

    19/11/2015: Hernán Huergo: Conversando con José de la Cuesta Ávila - Parte 2


    El Mayor de la Cuesta Ávila había ganado una batalla muy importante. Es cierto que había contado con los aliados justos en el momento justo.

    – Fue un tiempo en el cual lo que hice, como siempre lo digo, se debió más a los apoyos y ayudas que a mi propia capacidad.

    Una modestia algo abrumadora, que no se compadece con el aura que ya se formaba alrededor de su figura. Sin embargo, luego de tal triunfo nuestro hombre siguió siendo el mismo. Y como tal, siempre preocupado en aprender más y más sobre su nueva carrera.

    – Hice un curso en el ICAP, de Organización y Métodos, extraordinario, que me fue de enorme utilidad en mi vida. Me fue muy bien.

    Y lo siguiente que me cuenta me aumenta el asombro, ya en 1965:

    – Naciones Unidas ofrecía cursos para la Administración Pública argentina, incluyendo los militares. Pedí permiso, me presenté y gané una de las 5 becas. Elegí la Universidad de Manchester, la más avanzada en el tema Computación.

    Se anotó en un curso de Ingeniería de Sistemas. La sorpresa cuando llegó al lugar fue mayúscula. El curso anunciado no existía, estaba en preparación.

    – El resultado para mí fue espectacular. Porque me utilizaron como una especie de conejillo de Indias. Yo ya sabía cosas  de computación y armaron el curso a la medida de lo que yo necesitaba.
    Universidad de Manchester

    Fueron dos años de aprendizaje clave para de la Cuesta Ávila, incluyendo visitas al ejército francés y también al ejército español, dos meses en cada sitio. Pero estas visitas eran hechas como estudiante avanzado de Manchester, que ya tenía conocimientos y experiencia en computación bastante singulares. 

    – Sabía más que ellos –dice, mostrando que todas sus modestias anteriores no eran falsas.

    Cuando José regresa a la Argentina, en 1966, encuentra que el plan de trabajo que había dejado antes de irse lo estaban cumpliendo a la perfección. Ya era para entonces Teniente Coronel, pero le esperaba una noticia aún más importante para él:

    – Entonces me nombraron Director del Proyecto SCD del Ejército.
    – Esa sigla, SCD, ¿quién la inventó?
    – La inventé yo.

    “Qué bueno”, pienso, “por fin me entero de quién fue el padre de la criatura”.

    José de la Cuesta siguió avanzando con sus planes SCD en múltiples frentes. En 1967, la flamante DISCAD (Dirección Integral de Sistemas de Computación Automática de Datos) estaba en el proceso de incorporar una poderosa computadora que satisfaría las necesidades informáticas de Ejército. Sin embargo, como ya se dijo, el Tte. Cnel. José de la Cuesta Ávila tenía sus enemigos. Porque cuando terminó ese año, momento en que le tocaba ser promovido a Coronel, le llegó la noticia de que no sería ascendido. Lo cual, según códigos y costumbres de la fuerza, significaba que debía pedir el retiro. Por lo menos, así lo tomó José.

    – ¿Por qué no ascendí? Porque dijeron que yo había dedicado mucho tiempo a temas que no interesaban al Ejército.

    42 años y a su casa. Pero no habían pasado demasiados días cuando un hijo le dijo: “Papá, te llamaron de Presidencia”. “¿De Presidencia?”. Lo volvieron a llamar y tres días después estaba reunido con el presidente.

    – ¿Se puede saber por qué pidió el retiro? ¿Por qué no peleó su ascenso? –lo atacó Onganía.
    – ¿No ascendí? No ascendí. ¿No peleé? Creí que no debía pelear.
    – Bueno, comienza mañana mismo su nuevo trabajo. Va a ser Asesor SCD de Presidencia.

    1968 y de nuevo al trabajo SCD, pero ahora a nivel de toda la Administración Pública. La primer misión fue crear Centros de Cómputos por Ministerio. El más importante ya existía, el de Bienestar Social, o sea el CUPED. Y a esta altura ya lo conocen los lectores a de la Cuesta Ávila. No tardó en descubrir una persona que se convertiría en aliado clave para sus planes, Mendiburu.

    Un momento de gloria para el ciclo iniciado por José fue, sin duda, el Congreso SCD de 1969.

    – Fue algo espectacular por la cantidad de trabajos presentados. Además de las exposiciones se daban cursos. Las empresas colocaron equipos. Un éxito extraordinario.

    Pero poco después pasó algo totalmente inesperado.

    – El diablo metió la cola.

    El suegro de José de la Cuesta, que dirigía la exitosa Mina Pirquitas, falleció.

    – Mi suegra nos reunió a todos con la pregunta, ¿quién quiere ser el nuevo director de Mina Pirquitas? Todos miramos para otro lado.

    Pero vuelto a su casa, la mujer de José lo ametralló:

    – Primera vez que mamá te pide algo y vos te negás.

    El resultado fue el que todos ya imaginan. Al día siguiente el Tte. Cnel. (R) José Javier de la Cuesta Ávila renunció como Asesor SCD a nivel nacional y pasó a ser el nuevo director de Mina Pirquitas.

    – O ganaba plata o ganaba gloria. Opté por ganar plata.

    Así terminó su carrera en Computación y comenzó su nueva carrera como minero, que lo llevaría a ser el presidente de la minera.

    Me habían quedado preguntas en el tintero.

    – Tu opinión de Mendiburu.
    – Un tipo que no tan sólo era bueno, era muy organizado. El CUPED e YPF eran los mejores centros del estado, modelos. En YPF había una mujer, buenísima, no me acuerdo el nombre.

    – ¿Quién inventó lo del escalafón SCD?
    – Fue un proyecto mío, pero no fue un trabajo original. Me basé en lo que había ya avanzado en el tema Mendiburu.  Fue él quien armó las escalas y yo presenté el proyecto en base a ellas.

    – ¿El Comodoro Vélez?
    – Con él nos conocíamos mucho, habíamos estado juntos en el Colegio Militar, él dos años mayor. Vélez estaba en el Centro de Cómputos y era ingeniero militar. Yo me sentía muy solo en mi función en Presidencia y lo invité a acompañarme. Un tipo de excepción, muy gente, muy estudioso, muy capaz. Me aceptó como jefe, siendo yo no sólo menos antiguo sino de grado inferior. ¡Un señor!

    Me queda alguna cosa más
    que contar sobre él
    – ¿Tu relación con IBM?
    – Nosotros queríamos alquiler con opción a compra, pero Esmerode insistía en alquiler o compra, no aceptaba lo que nosotros pedíamos. Incluso fue a hablar con mi jefe por el tema, sin éxito. Finalmente, para el DISCAD elegimos Burroughs, que además de aceptar lo de alquiler con opción a compra, ofrecía una solución más potente y moderna, adecuada a lo que necesitábamos.

    José de la Cuesta Ávila nació en Tucumán un 28 de febrero de hace 90 años, es viudo, con 5 hijos, 8 nietos y 3 bisnietos. Me queda alguna cosa más que contar sobre él, sorprendente como muchas de las contadas, o más aún. Tiene que ver con sus nietos, que lo llaman Pepe. Doy una pista con la imagen vecina.

    Gracias, Teniente Coronel (R) José Javier de la Cuesta Ávila, fue un placer conversar con vos y hacer historia de tu memoria.

    Gracias, José!

    Gracias, Pepe!

    18/11/2015: Hernán Huergo: Conversando con José de la Cuesta Ávila - Parte 1


    José de la Cuesta Ávila, 17/11/2015, 
    en el Palacio Balcarce

    Nos encontramos en el bar del COFA, mejor decir el Palacio Balcarce, edificio histórico fuera de serie, allí en Quintana  casi Montevideo. Me invitó a tomar un café. Yo lo conocía nada más que por su nombre y alguna de sus famas, el Tte. Cnel. (R) José Javier de la Cuesta Ávila. Nunca imaginé que me contaría tanto de su vida, de su historia, con detalles que me parecieron fascinantes. Y cuando nos íbamos él me dijo la frase que coronaba todo: “La memoria se hace historia cuando la gente se muere. Yo escribo en un medio una serie que se llama Conversando con… para conocer la historia de los entrevistados, contada por ellos mismos, a tiempo para que la gente la conozca”.

    Palacio Balcarce
    Entonces allí va: la historia de José de la Cuesta Ávila que les cuento a partir de lo que conversamos en un café.

    En 1958, el entonces Mayor José de la Cuesta Ávila fue destinado como Jefe al Hospital Militar Central, una señal que interpretó como que era el fin de su carrera.

    – ¿Por qué? –le pregunté.
    - Era un castigo por mi mala conducta.

    Así de increíble comenzó la conversación, que me llevaría de sorpresa en sorpresa.

    – Yo me había visto obligado a castigar a oficiales sublevados, ellos habían triunfado y pasaba a ser yo el castigado.

    La vida de José de la Cuesta Ávila es un rosario de suertes, de las malas y de las buenas.

    - Así era la vida en el Ejército. Vivíamos en estado de permanente asamblea. Que radicales, conservadores, peronistas o antiperonistas. Que Azules o Colorados. A mí casi siempre me tocó estar del lado de los perdedores… Cada vez que nos tocaba gobernar lo hacíamos mal… Los militares estamos preparados para mandar, no para gobernar…

    Fue entonces que José lo pensó. Si su carrera en el Ejército estaba llegando a su fin, por qué no intentar aprender esa cosa nueva. Tomó el teléfono y llamó a IBM. Quería hacer un curso. No se imaginó que prácticamente al día siguiente se presentaría en el Hospital el señor Bossisio, el encargado de las relaciones de IBM con las Fuerzas Armadas. Estaba muy sorprendido porque un militar en actividad del cuerpo de comando solicitara un curso: “Usted está invitado a nuestros cursos. Tenemos un curso que comienza la semana que viene”.

    La suerte de las buenas fue que en el Curso para Ejecutivos, que hizo durante tres meses de diez a doce de la noche, lo recibió Barraza, su amigo de chico, del mismo barrio. Era un curso general orientado a organizar sistemas para utilizar equipos UR. Era más que nada un curso de ventas.

    - Terminé el curso muy contento y volví al Hospital, pero para mi sorpresa…

    Para sorpresa de José de la Cuesta no había pasado una semana cuando aterrizó en el Hospital una persona desconocida. Era el encargado de relaciones con las Fuerzas Armadas ¡de Univac! Le ofrecían un curso muy superior al que se habían enterado que había tomado en IBM: “En nuestro curso va a aprender qué son y para qué sirven las computadoras”. De la Cuesta aceptó encantado la invitación.

    - El resultado fue que no entendí nada. La verdad es que no entendí lo que se llama nada de nada.

    Me encantó mi conversación con José de la Cuesta Ávila. Quizás escuchar esto fue uno de los momentos más sublimes. No pude menos que reírme.

    - ¿Entonces qué pasó?

    Pasó que llegó fin de año y el Mayor continuó su carrera, ¡oh sorpresa!, no lo pasaban a retiro. Lo mandaban a un comando de Tucumán, pero su destino lo perseguía. La gente de IBM le mandaba folletos. La gente de Univac también mandaba más y más folletos. Y se enteró de las ofertas de Hewlett Packard porque también mandaba su lluvia de folletos.

    - Luego de un tiempo en Tucumán me enteré de que se estaba creando un nuevo Distrito Militar en Frías, Santiago del Estero. Entonces me nombré a mí mismo Jefe del nuevo Destacamento.

    Un placer escucharlo, porque las sorpresas no paraban.

    En cuanto asumió su nueva posición, era 1962, entendió de inmediato que el tema de Enrolamiento era una excelente oportunidad para aplicar la computadora en la solución. No se le ocurrió nada mejor que preparar un programa de computación para controlar la incorporación de los reclutas.

    - El resultado fue un adefesio. Se lo mandé a la gente de IBM. Allí apareció este muchacho que lo hizo de nuevo, lo hizo bien.

    En cuanto tuvo el programa correcto en su poder, de la Cuesta se lo envió a la Inspección General Territorial, ubicada en Buenos Aires, cuyo Jefe Técnico, el Tte. Cnel. Aguiar, lo recibió como un tesoro.

    Fue en agosto de ese año que vino el enfrentamiento entre Azules y Colorados y por supuesto nuestro hombre estaba del lado de los perdedores. Como resultado lo relevaron de su comando y lo destinaron ¿a dónde? Por casualidad o no, fue a parar a la Inspección General Territorial, como Jefe de la División Reservas, donde quedaban registrados todos los que pasaban por el servicio militar, los "reservistas". El Jefe Técnico Tte. Cnel. Aguiar, lo aguardaba con ansias. “Una suerte que esté con nosotros, Mayor. Tiene que explicarnos cómo funciona el programa que nos mandó”.

    - Tuve que confesarle que no sabía. Que había que llamar a la gente de IBM.

    José tiene la mejor opinión de la IBM de aquellos años. “Una excelente empresa entonces. Era como hablar de CocaCola, en otro rubro”.

    IBM puso el hombro, y mucho más, y se creó todo un sistema para organizar las Reservas, el RIPOM (por Registro Integral de Personal con Obligación Militar). La fama de de la Cuesta como experto en Computación, ya corría de boca en boca dentro del Ejército.

    - Yo nunca hice las cosas solo, siempre me ayudaron, en este caso IBM.

    Sin embargo, el dominio de la Computación ya era tema de conflicto en la fuerza. El Mayor de la Cuesta Ávila pertenecía a una unidad que formaba parte del Estado Mayor del Ejército. Pero en paralelo había una Dirección General de Administración (DGA) que cuidaba lo que consideraba su propio territorio. Defenderían a muerte sus derechos frente al avance de ese Mayor. El Coronel Caballero a cargo, secundado por otro coronel, defendían esa tesitura con todas sus fuerzas.

    Cuando José afirma que siempre tuvo amigos para trabajar en equipo, no se cansa de dar ejemplos. Porque fue el momento en que se acordó de que su amigo, también militar, Héctor Hiram Vila, estaba haciendo cursos en USA y le preguntó si no podía conseguirle alguna cosa para ayudarlo en esta lucha con la DGA. La respuesta tardó un mes y medio en llegar, pero fue mucho más extraordinaria que lo que el Mayor hubiera esperado.

    - Me mandó Instructivos de cómo funcionaba el tema computación para el Ejército norteamericano. Allí el tema lo manejaba el Estado Mayor. ¡Papita para el loro!

    Entonces llegó el momento de la decisión. El primero a convencer de que Computación era un tema del Ejército, no de Administración, era el Comandante en Jefe de la fuerza. “Mayor: tiene usted diez minutos para convencerlo al Comandante Onganía de que Computación pertenece al Estado Mayor, no a la DGA”, le dijo Aciar.

    José usó los diez minutos con su arma infalible, los instructivos recibidos de Hiram Vila. 

    -La gente de IBM también me ayudó, me mandó de todo.

    “Esto debe manejarlo el Ejército, no la DGA”, opinó Onganía al cabo de los diez minutos, totalmente convencido. “Tenemos razones suficientes para que el Ministro de Guerra tome esa decisión. Usted me va a acompañar, Mayor de la Cuesta, y quiero que le haga al ministro la misma presentación que me acaba de hacer”.

    Unos días después se produjo la reunión con el Ministro de Guerra. Presentación de Ejército de Onganía, o sea de de la Cuesta Ávila, versus la presentación de la DGA, a cargo de los dos coroneles.

    - La presentación de la DGA me pareció espectacular. Yo repetí lo mismo que había dicho antes, basado en lo que hacía el Ejército norteamericano.

    Al día siguiente lo llamó el Secretario de Onganía: “Ganó, Mayor de la Cuesta, la Computación la va a manejar el Estado Mayor".

    La fama del Mayor José de la Cuesta Ávila no paraba de aumentar, a la par que el rencor de algunos enemigos.

    Continúa en Parte 2